nueva exposición en el macvac

Ecléctica, cursi y nostálgica: lo que la gente pide (sin saberlo) es más cultura kitsch 

15/09/2020 - 

CASTELLÓ. ¿Qué tiene el kitsch que resulta "irresistible"? Lo dice el doctor en arte, Joan Manuel Martí, el kitsch igual te expone en las galerías londinenses, que desfila por las pasarelas parisinas o se adueña de las tiendas de souvenirs. "Existe un kitsch suburbial y poligonero (pobre) y otro que luce palmito en los showrooms del salón del diseño milanés (rico). Lo hace porque es un fenómeno universal, omnipresente y transversal. Se puede rastrear su presencia en todas las clases sociales y su impronta se encuentra en todos los sectores culturales". Es así que igual te lo encuentras a través de una bailarina sevillana balanceándose encima de un televisor que en la portada de el Mal querer de Rosalía. Además de caracterizarse por su coentor también el kitsch es, en algún caso, el endiosamiento de lo cotidiano o la burlesca reproducción de lo sublime.

En este contexto, el Museu d'Art Contemporani de Vilafamés (MACVAC) colocará 29 obras (de autor o anónimas) con estética "cursi" por las 29 salas que lo componen. Cada una de estas entrarán, además, en diálogo con las piezas que ahora las pueblan. De hecho, en la sala 11 ya se ha colocado la intervención de Alfredo Alcaín sobre la capilla original del Palau del Batlle. "Empezamos a plantear la exposición antes de que un virus en forma de corona se colara en nuestras vidas. Queríamos entonces introducir un poco del jovial mundo del kitsh en las salas de nuestro museo. La misma -y redoblada- intención nos guía ahora. Los acontecimientos recientes sin duda necesitan del amplio respiro de una estética que huye de lo insondable para identificarse con lo lúdico y el exceso, aunque sin dejar, en ocasiones, de realizar una crítica del mundo que habitamos", explican Rosalía Torrent y Joan Feliu, directora y gestor del espacio. La muestra, 29 kitsch (y una pizca surreal), se inaugurará el próximo 26 de septiembre y permanecerá en Vilafamés hasta el 16 de enero.

"Superficial, mediocre, efectuista, falso, superflue, vacuo..." No ha tenido precisamente buena prensa el kitsch a lo largo de su historia. Tampoco le han regalado buenas palabras los defensores del puritanismo estético alegando que no hay ninguna excusa en la promoción de la "banalidad superficial". Pero, si por algo ha sobrevivido esta tendencia es por "su capacidad de desvincularse de las controversias y sobrevolar sobre ellas, sabedor como es de que para gustos colores", asevera el profesor de la UJI Manuel Marín. "Siempre habrá gente que condenen su frívola superficialidad, sin pararse a pensar en la posibilidad de que la vida esté hecha simplemente para ser vivida y que la auténtica frivolidad sea pensar demasiado sobre ella", sentencia el mismo. Es por esto que siempre habrá también personas y motivos para su disfrute. 

Por ejemplo, en su representación en el MACVAC no faltarán los imanes de nevera, que ocupan un lugar privilegiado en la categoría de souvenirs. Además de por lo "horteras" que suelen ser estas pequeñas memorias imantadas, es precisamente del recuerdo que crean de lo que se nutre el kitsch, amante más que nadie de la nostalgia. En la misma línea, también habrá hueco en el museo para el gato Maneki-neko, el peculiar símbolo japonés de la suerte. Por otro lado, una dosis de surrealismo encontraremos en los juegos de Isabel Oliver, quien propone relacionarnos con unas enormes fichas de dominó, un parchís cuyos dados exceden las convenciones de tamaño respecto a un mínimo tablero, o unos naipes gruesos imposibles de barajar. Es a partir de la transformación de objetos cotidianos y con los que estamos familiarizados que esta encuentra su momento de esplendor. 

Con todo, qué hay más kitsch que algunos juguetes infantiles. José Luis Huerta ha convertido, pastilla tras pastilla, una Barbie con la intención de acercarla lo máximo posible a la idea de muñeca que propone la canadiense Mariel Clayton, quien cansada de su imagen "estereotipada", la ha colmado de drogas, sangre o escenas de sexo y muerte. Pero si hay algo kitsch en esta vida son los juguetes del Kinder Sorpresa o los que venden en las ferias. Con ellos ha jugado Adrián Feliu. Igualmente, tampoco faltará el enanito de jardín. 

Aunque la exposición del Macvac se alejará también de los elementos más popularmente conocidos. El toque de diseño lo podrán, en su caso, Pepe Cortés y Javier Mariscal con la lámpara Rocafort, una pieza perteneciente a su colección 'Muebles Muy Formales' de 1983. También habrá espacio para las conocidas artistas de Castellón, las Fotolateras. Pero en este caso no, no se expondrá alguna fotografía suya, sino las latas que utilizan para retratar, donde aparecen Balduino y Fabiola (la reina triste), la propia Lady di o una Torre Eiffel. Vinilos, una Virgen de Montserrat con mono o la escultura de un vaquero con unos labios pintados, son otras de las piezas que completan esta manifestación. El kitsch nuestro de cada día.

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