CASTELLÓ. Hace cinco años que Miguel Monar asumió la dirección de la Escola d'Art i Superior de Disseny de Castelló (EASD) con la perspectiva de acercar a la población un oficio del que poco se hablaba. Lo cierto es que, un lustro después, esta todavía sigue siendo una profesión poco aventajada, pese a contar -como el mismo director subraya- con oportunidades iguales o más valiosas que otros trabajos popularmente demandados. Poco queda de un diseño que iba a la sombra de la cerámica; ahora es esta la que busca a sus alumnos antes de finalizar la carrera. Además, el catálogo de estudios artísticos incorporaba este curso el Diseño de moda. Un ensanchamiento que hizo que en 2019 se matricularan 186 alumnos nuevos; 122 mujeres y 64 hombres. En total casi 500 estudiantes que buscaban formarse en algún arte. Sin embargo, la escuela ha topado con un problema: no puede crecer más. El edificio -ubicado en la Plaça de Fadrell -comparte espacio con el Conservatorio Superior de Música. Por eso, su única solución es lograr que cada titulación vaya por su lado. Ante ello, el conseller de Educación, Vicent Marzà, ha prometido unas nuevas instalaciones que probablemente ubicarán a los estudios musicales cerca del Auditori. Lo que nadie sabe es cuándo se hará realidad.
-Se dice del arte y del diseño que son profesiones un tanto "denostadas" por la sociedad. ¿Cómo se lidia con estas creencias dentro de una escuela que forma a artistas y diseñadores?
-Justo el miércoles hubieron unas jornadas organizadas por el ayuntamiento, en las que se hablaba de la formación profesional y ahí estábamos nosotros. La queja de la FP es que no se las valora lo suficiente, pero es que en nuestro caso ni siquiera se nos ve. Es peor todavía. Son profesiones denostadas, aunque la realidad es que no se tienen en cuenta ni siquiera como profesiones. No se valoran como oficio reales, sino como entretenimiento. La sociedad no es consciente de la importancia que tiene el diseño y de la que va a tener en un futuro.
-¿Siente que la EASD va un paso por delante de la realidad profesional que vive la provincia?
-No diría que tanto. Sí que lo intentamos, pero lo que es innegable es que cuesta visibilizar la importancia de nuestra profesión. Poco se sabe de las profesiones del futuro que todavía están por inventarse, pero lo que sí se intuye es que muchas tendrán que ver con la creatividad y con las armas que tienen los diseñadores. De hecho, ya hay muchos oficios vinculados, porque el design thinking está adaptándose a todo tipo de negocios y empresas. Incluso a causas de otro tipo como el cambio climático.
-Si nos puede hacer una radiografía de los museos y espacios expositivos de la ciudad. ¿Cómo ve el mapa cultural de Castelló?
-Hay una oferta importante, y buena además, que sin embargo no acabamos de apreciar. Tenemos exposiciones magníficas y nos vamos a València o Barcelona a verlas. Por eso, creo que falta unir fuerzas para que lo que hagamos tenga más trascendencia. Todo se organiza por separado: los centros educativos, las instituciones... Si nos juntáramos, quizá lo que hiciéramos tendría más repercusión.
"nos gustaría incorporar estudios de animación y cómic "
-¿Algún espacio creativo que envidiaría tener aquí?
-A mí lo que me gustaría es disponer de los recursos que se tiene en otros sitios. Los espacios los tenemos, los estudios y el alumnado también, lo que nos faltan son más medios y recursos.
-De hecho, llevan años demandando un centro propio para la EASD. ¿Cuánto tiempo más habrá que esperar?
-Los tiempos y los recursos de las administraciones siempre son otros diferentes a los nuestros. Convivimos con los conservatorios de música y ellos también necesitan espacio para crecer. La distribución del edificio se pensó hace 30 años y en ese tiempo Castelló ha cambiado mucho. Incluso está la danza, que también necesita sus instalaciones.
-Si la escuela no puede crecer físicamente más, ¿quedará paralizada la incorporación de nuevas titulaciones?
-El año pasado solicitamos los estudios de moda, que se han implantado este curso, y también un ciclo de gráfica interactiva y de arquitectura efímera que, según los cálculos, es lo último que podíamos acoplar. Este todavía lo vamos a solicitar y nos gustaría incorporarlo, pero sumar otros va a ser complicado.
-Y cuando el espacio deje de ser un problema, ¿qué será lo primero que hará?
-Evidentemente hay varias titulaciones en las que estamos interesados e incluso se las hemos comentado a Conselleria, y ellos también lo están. Nos gustaría incorporar estudios de animación, de cómic y algún itinerario de ilustración en estudios superiores. Posibilidades e ideas tenemos muchas. Ganas de que la escuela crezca hay porque también hay demanda.
-Viendo que en estudios como la moda, los diseñadores han de llevar sus trabajos mínimo hasta València, ¿Hay opciones reales para sus alumnos en cuanto salen por la puerta?
-Por supuesto, hay un tejido empresarial importante. En algunos ámbitos con mayor fuerza como es la cerámica; los estudiantes están teniendo ofertas de empleo antes de terminar sus estudios. Tanto en el ciclo formativo de diseñador de recubrimientos como en los de producto, muchos de los alumnos que hacen practicas acaban quedándose en las empresas. Es un ámbito donde hay más demanda que oferta. Evidentemente hay otros sectores donde es más complicado, pero tampoco creo que la solución esté en València. Ahora también se abren oportunidades diferentes. Las explicaba en las Jornadas del Diseño Laura Pérez, que empezó a vender antes en Estados Unidos que aquí. Internet te permite contactar con una empresa americana, sueca o australiana fácilmente, por eso se da tan a menudo en oficios artísticos.
-Es curioso que destaque el papel de los diseñadores en la cerámica, puesto que La Exprimidora decía hace dos años, en una entrevista con Castellón Plaza, que no entendían precisamente como “una industria como la cerámica, con lo potente que es, no es un mercado enorme para los diseñadores”. ¿Qué ha cambiado desde entonces?
-Al principio es cierto que el diseño no se valoraba, ni mucho ni poco, nada. Se centraban en la parte mecánica, de fabricación y en la tecnología. Pero después de alcanzar un desarrollo muy grande y convertir a Castellón en pionera, el diseño fue detrás y ha ido creciendo con la industria. Cada vez se ven mejores trabajos. El comercio se ha dado cuenta de que la diferencia la marca el diseño.
-La cartelería de Castelló todavía se debate entre ofrecer llamadas a proyecto para profesionales y concursos abiertos a toda la ciudadanía. Unas convocatorias que hasta hace unos “días” se decidían mediante likes. ¿La administración pública se toma en serio el diseño solo por momentos?
-Son cuestiones que llevan tiempo y se está evolucionando en la dirección de las llamadas a proyecto. A lo mejor aparecerán fórmulas mixtas, pero tanto instituciones públicas como privadas están empezando a valorar el diseño. Venimos de una tradición muy larga: de no darle nada de valor al cartel. O lo hacía cualquiera o lo hacía gratis. Esto es algo de lo que desde aquí también intentamos hacer pedagogía, porque nuestros alumnos son futuros profesionales. Suelen llamarnos asociaciones o ONGs pidiendo trabajo gratis del alumnado y es muy importante que los estudiantes trabajen en proyectos reales, que luego se publiquen o se hagan. Pero tampoco intentamos invadir el terreno profesional, no podemos pasar esa línea. Hay que dejar claro que una fotografía la hace cualquiera, sí, pero un trabajo profesional de fotografía no. El diseño de un cartel lo puede hacer cualquiera con un ordenador sí, pero no será lo mismo que si lo hace un profesional del diseño porque tiene unas herramientas que el usuario normal no conoce. Hay toda una parte de educación que hay que ir haciendo.
-¿Se encuentra Castellón ante una oportunidad única con València como Capital Mundial del Diseño en 2022?
-Es una ocasión muy importante para toda la Comunitat. Es cierto que se centra en València y depende de cómo se organice, veremos la repercusión que esto pueda tener aquí, pero de entrada es una oportunidad muy buena en la puesta en valor que necesitamos del diseño. En la significación de lo que es la economía naranja, de la cultura en general y eso tiene que llegar a Castellón de alguna manera. Desde la escuela seguro que si existe la posibilidad de organizar cualquier evento en sintonía, por supuesto que estaremos abiertos y pendientes de hacerlo.
-Hasta entonces, ¿qué cuentas pendientes tiene la provincia?
-No creo que haya nada pendiente, pero vivimos en un mundo donde hacer visibles las cosas cuesta mucho. Aunque la cualidad del diseño es, en cierta manera, no ser muy visible, porque lo que hace es dar un valor al objeto sin que te des cuenta, necesita también de visibilidad. Existen muchas salidas profesionales y ni siquiera se sabe. Ponía antes el caso de la cerámica porque si tuviéramos más alumnos más personas tendrían trabajo. Estamos haciendo toda la divulgación posible, pero llegamos hasta donde llegamos.
-¿Es un problema social que haya tan pocos estudiantes de arte?
-No es que haya pocos, pero en Castellón son menos conocidas las enseñanzas artísticas que otros estudios, porque la universidad tiene mucha presencia. Tanta que a veces puede hacer sombra a otro tipo de estudios que son igual de válidos, pero no tienen la consideración social como posibles profesiones. Muchas veces las familias les dicen a sus hijos que estudien esto pero que además hagan una carrera. No, lo de aquí ya es una carrera. Y, en ocasiones, con más futuro que otras tradicionales.