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XEITO I ESPENTA DESDE MADRID / OPINIÓN

¿Nuevo Gobierno?

Los ciudadanos sufren, el gobierno no parece ampararles y así lo sienten. El dolor por la muerte de miles de españoles, el desconcierto por la falta  de coordinación en algo tan necesario con el material sanitario, el ver a ese personal médico trabajando hasta la extenuación, crean ya una situación de cansancio y crispación. ¿Ha llegado el momento de un nuevo Gobierno?

3/04/2020 - 

Pedro Sánchez está solo. El coronavirus lo arrasa todo. No vale el postureo ni los pactos bonitos de la izquierda añorada, ni la crítica exacerbada desde la oposición. Es momento de eficacia y decisión. ¿Y eso por dónde pasa? Sánchez, -por cierto sin aparecer hace casi una semana-, tiene muchas dificultades, el gobierno hace aguas y no solo por ambos socios (PSOE y Unidas Podemos) también hay discrepancias entre los propios ministros socialistas y los apoyos externos también dudan y se desmarcan. Y las cuentas ya no salen. El PNV con su pragmatismo confeso ya mira al Partido Popular, de momento no sabemos para qué pero ya se atisban algunas pistas. Se piensa en unos nuevos Presupuestos Generales del Estado distintos a los ya pactados en el propio ejecutivo y con los socios de la investidura. Y no digamos de los independentistas catalanes, que en estos momentos de zozobra y miles de muertos en la mesa aprovechan para hacer valer sus postulados no sabemos para qué. Lo de Quim Torra y compañía no tiene nombre.

¿Crisis de Gobierno o un nuevo Gobierno? Ya no es cuestión de cenáculos periodísticos. Es urgencia del país. Si ya habrá otros presupuestos y se tendrán que pactar, a lo mejor con otros socios, muchos se preguntan si no es llegado el momento de dar un giro a la situación. Sánchez actúa casi solo asesorado por su entorno más directo y con grandes discrepancias con Pablo Iglesias. Se proponen decisiones opuestas dentro de un mismo gobierno. A veces vence Iglesias o eso parece y otras Sánchez.  Da la sensación de un saco apaleado que se rompe por las esquinas e incluso por su centro neurálgico. Hace no muchos meses hablamos de aquello de un gobierno dentro de otro o dos gobiernos dentro de uno. En fin, resulta tremendo que dos vicepresidentes enfrentados como son la económica Nadia Calviño y el social Iglesias aparezcan juntos para apagar discrepancias y para calmar un ego desmedido. Parecía un minué ininteligible. No se trata de contentar al socio, se trata de dar soluciones a un ciudadano que sufre en lo personal y que ve su futuro hipotecado y no encuentra ni consuelo ni apoyo.  Así que ya hay quien piensa que el PP de Pablo Casado debería entrar a escena. De momento las cifras de contagiados, de muertos son insufribles y pueden ser definitivas para un ejecutivo herido grave.  ¿Gobierno de concentración? ¿Gobierno de emergencia?  ¿Gobierno independiente? Pongámosle el apellido que queramos.

El BOE trabaja a destajo. El Gobierno desbordado se reúne y se reúne constantemente. Se superponen los gabinetes de crisis, los comités técnicos, los científicos,…Nacen decretos que el BOE con nocturnidad publica, y añade más moratorias, más disposiciones transaccionales y demás adendas,…y más rectificaciones, una detrás de otra. Es un descontrol total. Tampoco se consulta a los sectores afectados y menos a los partidos de la oposición. Con lo que cada vez que se aprueba un decreto y nos vamos a la letra pequeña y la casuística del BOE, tenemos sorpresas. Protestan las Pymes, fundamentales en el tejido empresarial y social de nuestro país, los sufridos autónomos, los distintos colectivos de la Educación, y ya los ERTES y los ERES encubiertos se adueñan de la escena. En una situación de emergencia total es momento de hablar y consensuar más que nunca. ¿La solución?

“Por la libertad de preguntar” Cientos de periodistas nos hemos sumado a este manifiesto. No es corporativismo y si lo es, bienvenido sea. El título lo dice todo “por la libertad de preguntar” La comunicación del gobierno con comparecencias hasta la extenuación analizando y volviendo a analizar decretos, datos y sobre todo con las famosas rondas de preguntas filtradas y preparadas. Sin posibilidad de repreguntar. Ya lo escribimos, es un sinsentido. No son ruedas de prensa. Es el plasma reinventado en la peor de sus versiones. El error es mayúsculo porque el objetivo de comunicación no se consigue. Las comparecencias sobre todo de los ministros para abundar en lo manifestado por el comité científico,-por cierto mermado por los positivos de Fernando Simón y los DAOS de la Policía Nacional y la Guardia Civil-, no aportan nada, más allá de conseguir la cuota de pantalla para salir en la televisión. Menos marketing y más efectividad.

¡Y de repente no es más próximo! Los jóvenes hijos de un primo mío contagiados,-por fortuna ya de alta-,  el suegro de un compañero muere, su cuñada infectada, los tíos de otro también fallecen, el abuelo de un técnico, la mujer de otro colega contagiada y ya está en cuarentena, y en el caso de los fallecimientos sin poder hacer el duelo, sin poderte despedir. Son miles y miles de muertos, más de cien mil contagiados, cada uno con su historia vital, su familia, sus amigos, su trabajo,…difícil sobreponerse y complicado recuperarse de tanto dolor. Y esperando que llegue la estabilización, que cambie la curva y se alcance el pico de la pandemia para que decrezca. Hay que buscar un hilo de esperanza. Nos lo merecemos por nosotros y por el futuro de nuestros hijos. Toca remontar y crecerse ante la dificultad. Lo están haciendo con esfuerzo, sacrificio y esmero todos esos equipos sanitarios, médicos, enfermeras/os, auxiliares, celadores, soldados, policías, guardias civiles,…y los trabajadores de esos servicios esenciales sobre todo del sector de la alimentación, en el pequeño comercio, en los súper,… ¡Nos quedamos en casa, todos a una!   

Esenciales e “indispensables”. Esta semana he vuelto a mi puesto de trabajo en el turno de rotación que me correspondía en OndaMadrid. Voy sola por la carretera, en redacción estamos dos periodistas y un técnico en control central y otro en continuidad. Guantes, mascarillas, gel hidroalcohólico,… Somos eso que se llama servicios esenciales en un medio de comunicación. Estamos el tiempo necesario para lanzar al aire nuestro programa de radio de cuatro horas, “Madrid Directo”. La tarea es expuesta e intensa, con el trabajo de los compañeros desde casa y Nieves Herrero en la dirección.  Nos atiende el doctor Antonio Zapatero, el director del Hospital “milagro” de IFEMA en Madrid, nos dice que es agotador pero que los voluntarios sanitarios trabajan con el esfuerzo de dar altas a cuantos más pacientes mejor. Nos cuenta que hoy les ha visitado el delegado de la OMS que ya dirigió el dispositivo en Wuhan. Les felicita. Han superado el caos inicial y ya trabajan en varios pabellones con UCIS incluidas. Hasta que nos atiende, da voces “esos aparatos para el 7”, “trasladen esas 15 camas”,… Regreso a casa en coche y pertrechada  con la autorización pertinente. En la M-30 madrileña un control de Policía Nacional. Cinco coches delante, el primero con problemas. Cinco vehículos policiales, unos quince agentes, conos, una grúa,…Llega mi turno, un amable agente me da las buenas noches, y yo no sé si aturdida o agotada del día y la tensión le digo toda estupenda “yo soy indispensable”. El policía responde “¡como nosotros! le voy a decir a los compañeros que me gusta más lo de indispensable”. Me doy cuenta que la palabra correcta es “esencial” y le enseño mis certificados. El agente sonríe y me da las gracias por la labor que hacemos los medios de comunicación insistiendo con el “quédate en casa”. Yo también le doy las gracias por su trabajo. Me despide ¡Hasta luego indispensable!.-me dice-, sonrío agradecida. Mientras, veo como detienen al primero de la fila, no tenía certificación ni justificación de su viaje. La grúa retira su vehículo ¡Llueve a cántaros! Llego a casa, ducha, desinfección, saludo en la distancia de esos casi dos metros a mi hermana y mi cuñado. Me quieren y les quiero y me cuidan con esa cercanía distante. Pienso en mi hija que está en el norte de Italia con una beca de fondos europeos en su primer trabajo. La llamo, me dice que está bien. ¡Hasta mañana Carlota! Y ahora  aquí estoy en el ordenador.

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