CASTELLÓ. El arte de confeccionar bastones de madera y herramientas de trabajo para el campo como pueden ser horcas, arados o mangos para azadas está muy arraigado en la zona del Alto Palancia. Y una de las localidades con más tradición es Algimia de Almonacid. Allí se encuentra el taller de artesanía en madera Vicente Blay. El único que resiste de los más de una decena que había años atrás. Vicente heredó el amor a este oficio de la pasión con la que su padre, Vicente Blay Gimeno, y su abuelo, Vicente Blay Granell, trabajaban la madera. Así que decidió quedarse a trabajar en su pueblo. Es la tercera generación de esta empresa centenaria, que Blay cree que es más antigua, ya que “mi bisabuelo ya trabajaba la madera puesto que en alguna ocasión mi abuela me dijo que su abuelo también iba a vender horcas y otras herramientas para la agricultura a las ferias de los pueblos”, dice.
Bastones de apoyo, de senderismo, infantiles, muletillas o souvenirs como rascadores de espalda son la base de su trabajo como artesano. “Antes mi abuelo se dedicaba, sobre todo, a fabricar instrumentos para el trabajo en el campo, y mi padre, debido a la mecanización en la agricultura, ya diversificó y se dedicó más a los bastones y a los artículos de souvenir”, explica Vicente, quien ha continuado con la línea iniciada por su padre. Hace ya 35 años que trabaja en la empresa que ahora regenta, continuando el legado familiar. Y también el oficio de artesano. “Aunque se ha incorporado nueva maquinaria, el trabajo es manual desde el principio hasta el final”, dice Vicente, que explica que “la primera tarea es ir al campo a cortar las ramas para obtener la madera, un trabajo que se tiene que hacer en cuarto menguante, en época de otoño e invierno”. Normalmente, se utiliza madera de almez, que es más blanda que otras y es más moldeable. El proceso de fabricación hasta su venta, puede durar hasta seis meses.
Es normalmente en primavera, cuando el género que fabrica Vicente sale hacia su destino. “El negocio ha cambiado mucho en las últimas décadas y la mayor parte de la producción se vende en tiendas y establecimientos enfocados al turismo y a la venta de souvenirs”, explica. Muchos comercios de los municipios de costa de la provincia de Castellón, de la Costa Brava, de la Costa del Sol e incluso zonas de Francia e Italia tienen los productos de Artesanía Vicente Blay. El hecho de tener cierta dependencia del sector turístico “ha supuesto que la comercialización de los productos descendiese mucho durante la crisis sanitaria de la covid-19”, asegura.
Pero los bastones de Blay, especialmente los de senderista, también tienen mucha salida “hacia zonas con rutas muy concurridas, como por ejemplo en el Camino de Santiago”. Es fácil encontrar peregrinos que llevan en su mano un bastón hecho en Algimia y que se pueden adquirir en diversos comercios durante la ruta, en albergues o casas rurales y también en el mismo Santiago. Otros lugares donde es fácil encontrar piezas fabricadas en el taller de Vicente es en los Picos de Europa o en zonas de la provincia como Vistabella, zona de paso para llegar al Penyagolosa. “E incluso en Benidorm, durante la época en los que son constantes los viajes del Imserso”, asegura Blay.
El artesano reconoce que durante los últimos años ha variado la manera de ver el negocio, ya que el cambio de costumbres sociales ha supuesto la desaparición de trabajos que necesitaban herramientas producidas en el taller, que como las horcas han pasado a ser objeto de decoración. E incluso a nivel de souvenirs; hay algunos como el tradicional bolígrafo gigante de madera que ha dejado de atraer a los potenciales clientes y ha dejado de venderse tanto en las tiendas como en las ferias, siendo el 'rascaespaldas' el artículo de más éxito. Aún así, Vicente Blay mantiene la constancia y el trabajo que le permiten vivir en su pueblo, Algimia de Almonacid, y ser uno de los pocos artesanos de fabricar bastones en Castellón.