La banda de Castelló ha sacado su segundo disco: La espina. Un trabajo que presentarán en su ciudad el 22 de abril. Días antes, lo llevarán a València (el 8 en Fnac) y a Zaragoza.
CASTELLÓ. Annacrusa se ha quitado la espinita con su segundo disco. Duelo, el primer álbum de la banda de Castelló, fue publicado en un 2020 que frustró muchos planes, sobre todo, entre grupos emergentes. Por eso, ahora, en La Espina la banda no solo planta cara al tiempo, al que le dedica varias de sus canciones, sino que además ha querido ir un paso más allá en su propuesta. "Con el primer disco nos quedamos a medias y ahora hemos querido presentar un trabajo que nos refleje por completo", avanza Sevi Guilles, guitarra y compositor de la banda, junto a Anna Dobon (vocalista), Leny Orzáez y Carlos Pauls 'Bola'. "Aunque prácticamente se ha inventado todo en la música, Annacrusa tiene una oportunidad en el mercado. Si nos brindan la opción de salir, se va a demostrar. Todo aquel al que le ha llegado nuestro material nos dice que esto es serio", agrega el músico.
Hay un cambio fundamental entre ambos discos y es que La Espina es autoproducido. Esto, lejos de suponer una 'piedra' más en el camino, le ha dado a la banda más libertad para arriesgarse. Mientras que Duelo contaba con una producción muy "toqueteada", este nuevo disco se deshace de añadidos. Lo que se verá en el directo no diferirá mucho de lo que ha sido grabado. "Casi todos los trabajos salen al mercado mega producidos y, de alguna manera, hemos querido ir a contracorriente". Eso sí, confiesa la banda que al principio tuvieron sus dudas, pero Kaki Arkazo -mezcla y remasterización- les terminó de convencer. "Nos preguntó de qué teníamos miedo. Si tocamos así, tocamos así. No hay truco".
Además de esto, La espina es un disco más colaborativo. Todos los miembros han volcado sus miedos en él. "Cada persona tiene una espinita clavada. No he conocido a nadie que haya alcanzado la satisfacción plena", dice Guilles. A lo que Anna añade: "A veces cargas con ella sin saberlo. Todo el mundo la tiene, aunque el grado de profundidad de esa espina pues cambia. Hay gente que la ha sacado, otros no saben cómo hacerlo y hay quién ni la encuentra."
Precisamente si hablamos de música, no son pocas las personas que han renunciado antes de tiempo a mostrar sus composiciones por temor al feedback que vayan a recibir. "Las espinas no te dejan avanzar ni ser libre. Siempre estás cohibido. Cuántos artistas están en sus casas y no sacan música porque piensan que lo que hacen ya está inventado y por eso no trabajan en lo que les gusta".
En su caso la formación ha sido capaz de plantar cara a todos estos demonios, si bien no está siendo fácil. "Somos conscientes de que nos falta público, pero lo que toca es picar piedra. Nuestro deseo no es otro que expandirnos y dar a conocer la banda". Para intentar lograrlo se han puesto en manos de una empresa del País Vasco. "Después de la pandemia todo el mundo sacó disco y en algunas salas hay listas de espera para tocar hasta 2024. Estamos en un momento complicado, pero no tenemos prisa".
Con todo, más allá de las espinas profesionales, el segundo álbum de Annacrusa toca emociones encerradas mucho más adentro. En 'Ver la belleza caer' hablan sin tapujos del sentimiento que genera ver cómo el tiempo pasa en nuestros seres queridos. "Saber que el tiempo machaca a quienes quieres crea mucha impotencia. El paso del tiempo es una piedra que lo pisa todo, no hay manera de salvarse. Por eso, igual en lugar de salvarse hay que cuidarse". Ya lo dice otro de sus temas, 'Dictadura del tiempo', quien manda en realidad no es otro que el tiempo.
Annacrusa no ha querido dejarse nada en el tintero y además de un interior que nutren con canciones llenas de fuerza y contundencia, su exterior también denota personalidad. En la portada, una Anna Dobon convertida en vikinga, se acompaña de una ilustración donde se reúnen algunos de los elementos que definen el disco. "El elefante representa la vejez y la chica que aparece con la máscara de un conejo, que es el de Alicia en el país de las maravillas, aborda el paso del tiempo", explica la también ilustradora y autora de la obra.
Por lo que hace a la portada, la banda ha querido avanzar que este es un disco "salvaje", en el sentido de tribal y gamberro. "Anna no quería poner su foto en la portada, pero la convencí. Si echas la vista atrás y te pones a pensar en los discos pop y rock que han sido memorables, en las portada aparecen sus rostros".
Está convencida la banda que si se les da la posibilidad lo será. Annacrusa presentará su segundo disco el 22 de abril en Castelló, en Salatal Club, y días antes pasará por el Fnac de València (el 8 de abril) y el Rock And Blues Café de Zaragoza (el 15 de abril).