El presidente del PP asistirá a las Hogueras en Alicante y tiene previsto presentar en València el programa de Sanidad del partido para el 23J; desde el partido no concretan si también acudirá a la investidura
VALÈNCIA. El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se encuentra inmerso en la precampaña electoral de las generales del 23 de julio con un ruido que lo acompaña: el de los pactos y no pactos con Vox en distintas autonomías. El dirigente popular cuenta en la Comunitat Valenciana con un importante granero de votos que conseguir después de la victoria lograda por el partido –con Carlos Mazón al frente– el pasado 28 de mayo en los comicios autonómicos y municipales. Y ya tiene previstas varias visitas –con actos de importancia incluidos–.
Seguramente, el escenario ideal en el que le hubiera gustado pisar el territorio habría sido con un Ejecutivo del PP en solitario. Pero el futuro socio es Vox. Se trataba de la única posibilidad de los populares para formar Gobierno sin una abstención del PSPV. Seguramente, no le haya hecho excesiva gracia la manera en la que ha derivado el relato público con el polémico contenido del pacto a cuenta de la violencia de género. Y, seguramente, hubiera preferido que todo esto hubiera ocurrido después del 23J para que no le condicionara en absoluto ni estrategia ni discurso, cuando lo está haciendo de lleno. Pero el escenario es otro y en él se ha de mover.
Mazón llevó a cabo su plan y logró su objetivo, que es gobernar cuanto antes. Si hubiera ocurrido sin unas generales de por medio, las polémicas relacionadas con sus decisiones tal vez habrían sido mucho más rebajadas. Sin embargo, justo después del 28M y con el 23J por delante, desde Génova se transmitió la voluntad de evitar los pactos antes de las elecciones generales por si les penalizaba y, de hecho, llegaron a hablar de jugar con los plazos que permitían los parlamentos autonómicos para que no hubiera acuerdos de investidura con el partido de Santiago Abascal y no escenificar así una entente.
Pero ese planteamiento no estaba en la cabeza de Mazón, según fuentes del PP. Los plazos de la investidura colocaban su celebración antes de las generales y enfrentarse a una fallida y para que tuviera lugar otra tras el 23J no consideró que fuera la mejor opción. Así que primero se sentó con el PSPV para pedirle la abstención. Tras la negativa, los populares ya se encontraban legitimados para negociar con Vox públicamente –aunque realmente las conversaciones ya llevaban en marcha con anterioridad–.
Ambos partidos mantuvieron aquel encuentro de cerca de tres horas del que Mazón salió como presidente de la Generalitat in pectore y Vox se quedaba con la presidencia de Les Corts. Un entendimiento que se selló después de que los populares hubieran establecido la línea roja en el candidato voxista, Carlos Flores, por su condena por maltrato en 2002. Pocos días después llegó, con la misma celeridad, el acuerdo programático y de reparto del Consell. Todo sin escenificación ni nombre al estilo de la izquierda. Vox, anunciaron, ostentará la vicepresidencia primera de la Generalitat con la conselleria de Cultura y otras dos áreas (Medio Ambiente y Justicia). Tres departamentos de los diez que tendrá el Ejecutivo que, en realidad, sólo suponen alrededor del 7% del Presupuesto global.
Pero la polémica real vino por el contenido de uno de los puntos programáticos que incluía como promesa luchar contra la "violencia intrafamiliar" en lugar de violencia de género. Una redacción con la que el PPCV asumía el discurso de Vox sobre este asunto y que suponía eliminar la violencia machista.
A ello se unió que a continuación, el diputado y número dos de Vox en la provincia de Valencia, José María Llanos, señaló que "la violencia de género no existe y la violencia machista no existe". Unas palabras que posteriormente trató de rectificar pero que echaron todavía más leña al fuego y acabaron por formar el cóctel perfecto de estallido en Génova, que había avalado el pacto con Vox. Pese a que de éste salía como claro beneficiado el PP, la celeridad y los resbalones en el programa de Gobierno –que no es otra cosa que una declaración de intenciones– supuso el descontrol del relato para los populares y un manifiesto cabreo a la interna.
La cosa ha seguido. Feijóo ha permitido a sus líderes territoriales aplicar una geometría variable que ha derivado en divergencias en los discursos. Y el pacto en la Comunitat, al ser el primero, ha influido en las negociaciones y en las declaraciones de dirigentes de otras autonomías. Ha ocurrido en Murcia, donde Fernando López Miras anda molesto porque Vox ha incrementado sus exigencias cuando él veía posible gobernar en solitario. Pero el ejemplo más claro de criterios contrapuestos es Extremadura. La candidata popular a la presidencia de la Junta, María Guardiola, se opuso con mucha dureza a un pacto con Vox y afirmó que no podía gobernar con quien negaba la violencia de género.
Sus palabras dejaban en evidencia a aquellos que sí lo habían hecho ya: Carlos Mazón y Alfonso Fernández Mañueco (Castilla y León), además de otros alcaldes de toda España. De hecho, Guardiola declaró en una entrevista en El País que no habría llegado a un acuerdo como el de la Comunitat. Algo que tampoco ha agradado aunque luego trató de matizar sus valoraciones. Su decisión abre el escenario de una repetición de las elecciones en Extremadura. Y ya hay quien dentro del PPCV comenta qué habría pasado si esa situación se hubiera dado en la Comunitat. Creen que los votantes nunca lo habrían entendido.
Así que en este ejercicio de equilibrismo se mueve Feijóo. Un día sale a apoyar el acuerdo de Mazón y otro la decisión en Guardiola. Y en medio, una campaña electoral en la que tiene que desplazarse por toda España. Los próximos días estará en la Comunitat. Y el PPCV le recibe con el convencimiento del acierto de su pacto. Fuentes del partido destacan que "no se podría jugar con la gobernabilidad del territorio por estrategias electorales ni engañar a los ciudadanos con este fin"; que las circunstancias de la Comunitat, donde han ganado los comicios, "no son comparables a otros territorios"; que los plazos para la investidura de Mazón "había que respetarlos"; y que "no se puede dudar de los populares en su lucha contra la violencia de género" –algo que, defienden, donde se demuestra es en el gobierno–.
Feijóo, con su presencia en las próximas jornadas, se dejará ver junto a Mazón y dará respaldo a esa decisión. La previsión, según fuentes del PP, es que este viernes esté en Alicante, en plena celebración de las Hogueras y día previo a la Cremá. Visitará monumentos, barracas y racós.
No se quedará ahí la cosa. Fuentes del partido indican que la semana que viene también está previsto que el presidente del PP se desplace a València para presentar el programa de Sanidad del partido a nivel nacional para el 23J.
Nadie concreta, eso sí, si estará presente en la investidura de Mazón, que en principio tendrá lugar en la semana del 17 al 21 de julio –pocos días antes de las generales–. El líder de Vox, Santiago Abascal, ya ha anunciado que acudirá a la constitución de Les Corts el próximo lunes. Cámara que presidirá su formación.