CASTELLÓ. Los partidos políticos de Castelló llevan semanas focalizando los esfuerzos de fontanería en ultimar su estrategia con vistas a las elecciones municipales de 2023. Algunos, con los deberes muy avanzados, más allá de encontrarse ya en precampaña, tienen hasta definidas las alcaldables. Es el caso del PSPV y el PP, que vuelven a apostar por Amparo Marco y Begoña Carrasco, respectivamente. La primera busca su tercera legislatura como alcaldesa, mientras que la segunda pretende acabar con ocho años de gobiernos de izquierda en el Ayuntamiento.
Otras formaciones todavía viven inmersas en una encrucijada interna pese a que tan solo quedan 9 meses para los comicios locales de mayo. Es el caso de Unides Podem Castelló, que cuenta con dos concejales en el consistorio fruto de la alianza que conformó con su extinta marca blanca, Castelló en Moviment (CSeM), y EUPV en 2019. Aunque existe voluntad por reeditar la confluencia, la realidad es que no se ha dado ningún paso en ese sentido. Es más, como advierte su portavoz municipal, Marisol Barceló, "están abiertas todas las posibilidades, porque estaremos allí donde la sociedad nos quiera".
Barceló considera que el ideario morado resulta lo suficientemente atractivo e "ilusionante" como para tener su espacio en el electorado. "Somos optimistas", recalca para reiterar que "vamos a valorarlo todo", en alusión a las distintas opciones. En este sentido, a partir del 5 de septiembre la agrupación local prevé iniciar su discusión política para analizar las distintas alternativas.
Esa deliberación incluye abrir un proceso de reflexión con EUPV, ya que las sinergias establecidas entre ambos partidos obligan a manejar como primera hipótesis la continuidad de la convergencia. Al menos, así lo consideran algunas voces en el seno de Podem Castelló, que advierten sobre la urgencia de poner en marcha la maquinaria a tenor del escaso margen para visibilizarse el nuevo proyecto.
En 2019, cuando al final se concretó la confluencia a tres (que luego se quedó en dos) la negociación arrancó con un año de antelación (2018). Eso permitió establecer acuerdos (no sin ciertas tensiones) que derivaron en la celebración de unas primarias al objeto de elaborar una lista cremallera. Los candidatos más votados coparon las posiciones de salida. Una vez realizadas las correcciones, respetando el criterio de paridad, Fernando Navarro, María Jesús Garrido y Cristina Pérez ocuparon los tres primeros puestos en representación de Podem, CSeM y EUPV, respectivamente. Al final, la confluencia consiguió dos actas de concejales en las elecciones de aquel año.
Para el Acord de Fadrell (anteriormente Pacte del Grau), la convergencia juega un papel esencial. No en vano, desequilibra la balanza a favor del bloque de izquierdas en la corporación (15 munícipes) frente a la bancada de la derecha (12 concejales). Siendo el socio minoritario, sus dos regidores garantizan al PSPV (10) y Compromís (tres) una mayoría absoluta.
En la legislatura 2015-2019, Castelló en Moviment, como marca blanca de Podem, propició un vuelco en el Ayuntamiento. Después de 24 años de gobierno del PP, la alianza progresista asumió la alcaldía gracias a los cuatro ediles de la formación asamblearia. Aunque no entraron en el ejecutivo, sí se alinearon con los planteamientos del grupo socialista (siete regidores) y la fuerza valencianista (cuatro). Los populares se convirtieron en el principal partido de la oposición con sus ocho representantes. Cs, con cuatro, completó el dibujo en el hemiciclo.
Los resultados electorales en el siglo XXI en los distintos barrios de la capital de la Plana muestran el declive del bipartidismo y cómo el PSPV-PSOE forjó su victoria de 2019 apoyándose en su fuerte crecimiento en los populosos barrios de la periferia, mientras el PP solo mantenía la hegemonía en el céntrico Distrito 1