En un momento en que en España está afectada por la erupción del volcán Cumbre Vieja en la isla de La Palma, se ha celebrado esta semana un encuentro que busca obtener aprendizajes a partir de las experiencias de quienes también sufrieron y continúan afectados por las consecuencias de la actividad volcánica en sus países. Nos vamos hasta Guatemala de la mano de la entidad Paz y Desarrollo
El volcán de Fuego es a lo que se le conoce como un estratovolcán activo situado entre los departamentos de Sacatepéquez, Escuintla y Chimaltenango, en el centro-sur de Guatemala. Se trata del volcán más activo de Centroamérica y uno de los más activos del mundo.
En la tarde del 3 de junio de 2018, el volcán inició con erupciones de débiles a moderadas, por lo que se advirtió de posibles incrementos de su actividad explosiva. Finalmente, las columnas de ceniza alcanzaron los 10.000 metros de altura sobre el nivel del mar. De acuerdo con el cuarto boletín emitido por OCHA, a fecha de 18 de junio de 2018 se registraron 1.714.387 personas afectadas, 12.823 personas evacuadas, 56 personas heridas, 111 personas fallecidas y 197 personas desaparecidas.
Las comunidades afectadas ya se enfrentaban, antes de la erupción, a una grave crisis social, económica, deterioro de recursos naturales y difícil acceso a servicios básicos.
A ello se sumaron los efectos de la erupción del volcán de Fuego, que afectó a los medios de vida de las familias residentes en las zonas afectadas, principalmente el cultivo de café que es el que comercializan para adquirir alimentos y suplir otras necesidades familiares.
Desde Paz y Desarrollo se dio respuesta inmediata en el contexto post-desastre y se sigue trabajando para hacer frente al elevado riesgo de inseguridad alimentaria que vive la población, tratando de mejorar el acceso y el consumo de productos que provienen de procesos agroecológicos. De esta forma se puso en marcha el proyecto “Mejorando el acceso y consumo de productos que provienen de procesos agroecológicos que garanticen la seguridad alimentaria y nutricional en 8 comunidades de los departamentos de Escuintla y Chimaltenango, Guatemala”, financiado por la Dirección General de Cooperación y Solidaridad de la Generalitat Valenciana.
La iniciativa busca aumentar las capacidades para, por un lado, lograr la producción resiliente y agroecológica de las familias que habitan las comunidades y, por otro, para que tengan ingresos y puedan adquirir los alimentos agroecológicos en el mercado.
Hasta el momento, se ha logrado, entre otras cuestiones, poner en marcha 120 huertos en las ocho comunidades participantes manejados por 80 mujeres y 40 jóvenes (11 hombres y 29 mujeres); organizar y capacitar a 240 mujeres para la creación de un grupo comunitario para el manejo del molino de cereales, o formar a 148 hombres en corresponsabilidad de las tareas del hogar y el manejo de los huertos, parcelas y granjas familiares.
En este contexto tan alejado de lo que está pasando en La Palma , existen similitudes y vivencias que pueden compartirse independientemente del lugar donde ocurra la erupción del volcán o catástrofes naturales de este tipo. Sobre todo cuando hablamos de pérdidas y de emociones o sentimientos humanos ante tan magna tragedia.
Al desgaste emocional se unen las consecuencias sociales y económicas que afectarán de inmediato a las zonas devastadas. Y una vez más , habrá que esperar a la reacción y actuación del gobierno correspondiente para valorar en qué nivel desarrollo nos encontramos.
“El humo negro y el olor del azufre afectó a sus habitantes que no sabían que estaba pasando. Al día siguiente de la erupción del volcán se enteraron de lo que pasó. Las cenizas se convirtieron en cemento y destruyó en ese caso las plantaciones de café. Durante casi dos años han sufrido la pérdida económica de su entorno por todo esto. Desde ese momento comenzaron a recibir unas charlas que les dio conocimientos de cambiar los productos químicos que usaban por productos que tienen en sus manos. Gracias a los talleres de formación que recibieron pudieron transformar el uso de lo químico por lo orgánico. Y poder seguir cultivando tras la catástrofe de la erupción del volcán.
También se trabajó a partir de esta intervención en la perspectiva de género y de cómo poner en valor la capacidad de trabajo de la mujer. Ahora trabajan conjuntamente e igualdad de condiciones. Además de esto les ayudó el molino y la afiladora que recibieron gracias a una donación para trabajar sus tierras lo que les ha hecho ser independientes y autónomos.”
Es el testimonio de dos personas afectadas por la erupción del volcán en 2018 en Guatemala y que participan del proyecto puesto en marcha y trabajado conjuntamente con la entidad Paz y Desarrollo en terreno que lleva más de 30 años trabajando por un mundo más justo.
Por su parte, Guido Calderón, coordinador de la Asociación para la Educación y el Desarrollo (ASEDE) en el encuentro destacaba : “El olvido no es una opción. Debemos continuar y unir esfuerzos para superar las consecuencias de esta crisis humanitaria prolongada”.
Gracias al empuje y el trabajo de estas organizaciones, que luego se retiran y dejan que estas comunidades trabajen y se autogestionen, merece la pena apoyar y trabajar proyectos de cooperación desde este perspectiva tan alejada del asistencialismo y con resultados positivos.
La semana que viene… más!