CASTELLÓ. ¿Qué tendrán que ver Leonardo da Vinci y la danza? El autor de La Gioconda fue a la vez pintor, anatomista, científico, escritor, filósofo, poeta y músico... entre muchas otras cualidades que se le atribuyen. Pero en ninguna de ellas cabe la danza. Sin embargo, habría algo en da Vinci que encaja completamente con lo que esta nos quiere ofrecer. Ambos ven en la imaginación un arma que nos hace más libres.
Ya lo decía la bailarina Pepa Cases, en una entrevista reciente con este diario, "la danza requiere más feeling y menos entendimiento". Leonardo da Vinci corrió muchas veces tras la utopía y dio alas a su imaginación sin detenerse en lo que era o no coherente. Como la mayoría de nosotros, pasó gran parte de su vida soñando en cómo sería volar. La diferencia fue que el genio italiano trató de hacer esta fantasía realidad. Da vinci quería saber cómo el batir de las alas mantenía a algunos animales en el aire y estaba convencido que cuando esto se supiera los humanos lograríamos hacer lo mismo. Este convencimiento le llevó a crear, de hecho, una docena de máquinas con alas que emulaban a los pájaros. Ninguna funcionó, pero ¿acaso importó?
Sobre estos cimientos se apoya Vuelos, un espectáculo de la compañía Aracaladanza, que nos invita a "imaginar" y dejar de razonar. Inspirado en el universo de Leonardo, la obra, que cumple cinco años en gira y fue finalista MAX en 2017, viajará hasta el Teatre Principal de Castelló el próximo sábado 27 de marzo.
Vuelos parte de la base que para disfrutar de la danza no hace falta una gran historía detrás. Como explica su director Enrique Cabrera, "en mis obras no se narra, no se está contando una gran historia. No hay tampoco personajes ni una trama al uso." Lo que la gente se va a encontrar en su lugar es "una dramaturgia visual y plástica", en la que a través del vestuario y la iluminación empleada se van hilando y uniendo las diferentes piezas programadas.
Sobre el escenario, cinco bailarines y bailarinas interactúan -durante los 50 minutos que dura la obra- con todo tipo de objetos que recuerdan a la memoria de da Vinci. Unas puestas en escena que, entre otros, hacen su particular guiño a La última cena o a las invenciones que el genio tuvo y para las que se hacen valer de espejos, poniendo una vez más en entredicho lo que es y no es realidad. Así pues, los objetos se constituyen en los verdaderos protagonistas del hecho artístico.
Según su autor, lo que intenta con esta obra es "hablar de la intención que tiene el ser humano de volar con la imaginación, teniendo en cuenta, además, que la imaginación es un arma que nos hace libres. No solo a los niños sino a cualquiera".
Dirigida a un público familiar, y también a todos aquellos que quieran iniciarse en el género, la obra busca sobre todo espectadores "libres de prejuicios", que se sienten a disfrutar en la butaca del Principal y no intelectualicen todo. "Pedimos que los adultos sean como los niños, que dejen atrás esos prejuicios que nos han hecho perder la capacidad de disfrutar de un espectáculo de danza. Somos incapaces de disfrutar sin más. Si los niños no se plantean mucho más, nosotros tampoco debemos hacerlo", defiende Cabrera, quien cree firmemente que por esta razón la danza "es mucha más cercana a los niños" que cualquier otra representación que incluya texto. "El movimiento es más cercano y es con lo que ellos también se expresan. Por eso, esta obra se ha hecho en muchos continentes y en todos, pese a ser un público diferente, han reaccionado con entusiasmo".
No es la primera vez que la compañía Aracaladanza basa su propuesta en la obra de un artista plástico. Antes fueron El Bosco, Magritte y Miró. De todos ellos dice extraer "el poder de la imaginación", algo que es más que un "instrumento poderoso y esencial para cambiar la realidad". En tiempos de desolación, "es el comienzo de un camino interminable en el que cada persona es más libre". Un pensamiento que alienta todavía más en los tiempos que corren.
"Nuestras representaciones no desfallecen. No conceden. Y, sobre todo, no cuentan. Disfrutan del momento y se recrea en el instante.
No enseñan. No guían. Y, sobre todo, no adoctrinan. Abre la imaginación y atrae la libertad."