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vals para hormigas / OPINIÓN

Lo de la izquierda

6/04/2023 - 

A uno le gustaría estar mucho más atento a lo que sucede a la izquierda del PSOE. Lo de Sumar, Yolanda Díaz, el berrinche de Podemos, Ione Belarra, el esfuerzo de Izquierda Unida por sacar la cabeza en una esquina de la foto, las aritméticas electorales de Compromís... Todo eso. Lo digo en serio. Lo que pasa es que hay veces que me da la sensación de que esta historia ya nos la han contado varias veces. O que es clónica como un telefilme alemán de sobremesa. Y, además, está lo de la imputación de Donald Trump, con lo que me seduce a mí la política de Estados Unidos. Así que me perdonarán que, mientras trato de explicar mi versión de lo que sucede al otro lado del muro de Ferraz, siga con un ojo puesto en los directos desde Nueva York. De momento, solo hay manifestantes excéntricos, frikis. A las puertas del tribunal de Manhattan, digo, no entre los representantes de la izquierda española. Que también.

Todo esto se lo contará mejor, probablemente el domingo que viene, el compañero Juan Carlos de Manuel, més roig que un titot, como diría Alfonso Rus. Pero en este oficio nos debemos a la coyuntura y no dejan de oírse portazos en los pasillos secretos de los soviets españoles. Por eso, tras atender a la alarma que me indica que Trump ya ha llegado a la corte en la que se leerán los más de 30 cargos por los que ha sido citado, les contaré que siempre me ha parecido que a la izquierda del PSOE y a la derecha del PP falta el cinismo que ha convertido a estos dos partidos en los casi inamovibles del bipartidismo. Me quedo en la rive gauche, que la otra no me interesa nada. Cuanto más se aleja la brújula política hacia el oeste, más convencidos están de tener siempre la razón. No son capaces de transigir con nada. Llevan la ideología fijada con laca. En cambio, los dos partidos dominantes sí que saben defender aquello en lo que no creen, siempre que les dé votantes. Que luego, cuando uno de los dos llega al poder, reciben el sopapo de sus vidas al verse rodeados de promesas incumplidas. Que hace falta tragarse una norma de carácter social, pues el PP se la traga, aunque la lleve a los tribunales para perder. Que hace falta hacerse el extremista, pues el PSOE se lo hace, aunque luego se quede la Ley Mordaza sin reformar. Está bien que la izquierda se mantenga firme en sus propuestas, está bien que no tenga más principios que Groucho Marx. Pero deberían ejercitar la cintura y el consenso, que suele ser el tema que se dejan sin estudiar en todas las oposiciones. A estas horas, le están tomando las huellas por primera vez a un expresidente de los Estados Unidos. Ayer, en realidad, ya saben.

Foto: CDT TYLER WILLIAMS(U.S. ARMY / ZUMA PRESS)

De un PSOE fuerte, y por tanto, muy centrado, surgió la Izquierda Unida de Julio Anguita, que supo convencer a los socialistas descontentos y agrupar a todos los demás, para llevar a la izquierda de la izquierda a su máxima representación parlamentaria. No sé si Yolanda Díaz tiene su capacidad de liderazgo, pero la única probabilidad de que su propuesta salga adelante y sume una mayoría de fuerzas progresistas en el Congreso –y en el resto de jurisdicciones administrativas- pasa, a mi juicio, por tres puntos. El primero y principal, saber ceder, que es el pegamento de las coaliciones. Y que fue uno de los fallos del líder cordobés. El segundo, lo mismo, pero con Pedro Sánchez. Tener la mano izquierda (claro) necesaria para inclinar hacia su lado las políticas sociales de este país sin espantar al, en principio, partido mayoritario de su espectro político. Y en tercer lugar, adaptar la ideología a lo que pide la sociedad actual, muy alejada de la teoría, que pasa eminentemente por la vertebración del feminismo y del medio ambiente en todos los aspectos que puedan debatirse en un consejo de ministros, por la liberación económica de la clase media y por la erradicación de la corrupción venga de donde venga. Está en su mano. Parece inteligente y preparada. A ver si, por una vez, la izquierda se une de verdad en este país. Y no les cuento más de Trump porque es muy tarde y David Martínez, además de ser un gran periodista y un nostálgico del cine de los 90, me edita las columnas. Y si me retraso demasiado, se me va a enfadar.

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