CASTELLÓ. Hay varias formas de interpretar la locución latina Ite missa est, pero la más extendida viene a decir algo así como "vete, la ceremonia ha terminado". Y es que históricamente se ha utilizado este término para despedir las asambleas romanas, de ahí su significado. En efecto, todavía hoy muchos sacerdotes de la Iglesia Católica pronuncian el "Ite missa est", a lo que sus fieles responden "Deo gratias" segundos antes de marchar. Sin embargo, en su diccionario personal, el artista Pepe Beas utiliza esta frase para hablar de despedida, pero también de desahogo. Una especie de catarsis personal que puede llevarnos a abrir o cerrar nuestras heridas. No se atrevería el creador a decantarse por una acción. Es, asegura, una decisión totalmente íntima que de ninguna forma su obra va a condicionar. "Son imágenes para interpretar y descubrir. Al artista se le permite fabular pero no describir el final del trabajo", reitera. En parte, esto es así porque el final dependerá de cada espectador.
La contraposición entre el abandono o el encuentro, la protección o la apertura, el retraimiento o la extroversión, es una constante en el nuevo trabajo de Pepe Beas, el cual puede visitarse en Espai Nivi Collblanc (Culla) hasta el 20 de noviembre. El artista ha desplegado en las dos plantas del centro artístico una serie de piezas que de manera acertada buscan la interacción con el público. Su propio recorrido hará mover las grandes sábanas que cuelgan del techo. También las luces de neón y las fotografías impresas sobre papel interpelan al espectador. En ellas aparece además una figura humana envuelta de un grueso ropaje que recuerda a la propia piel. La piel, entiende Beas, como "resguardo y caparazón". Ha sido esta su forma de desarrollar de manera visual la psicología del "Ite missa est".
Aunque afincado en Castellón prácticamente toda la vida, su origen argentino ha marcado mucho la obra de Beas, un trabajo en el que el desarraigo y la recuperación de la memoria han estado siempre presentes. Sus padres fueron testigos de la dictadura argentina de 1976, una terrible etapa para el país en la que hubo más de treinta mil personas desaparecidas. Pepe Beas y sus padres lograron escapar y viajar a España, pero nunca más fue su vida igual. "Nos libramos por los pelos, pero mucha de mi familia y amigos quedaron allí. Ahora lo vivimos en el recuerdo, pero mi recorrido por el arte ha sido siempre en base a esas sensaciones", expresa el mismo artista.
Resulta evidente que una parte de la obra de Paco Beas fuera reivindicativa. "Si toca luchar por el feminismo, se apoya la lucha. Si hay que recordar el horror de los desaparecidos de Argentina, se hace aunque sean imágenes duras y nostálgicas", insiste el creador, quien deja claro que siempre quiso "tratar temas sociales, reivindicativos y, de alguna manera, provocativos".
Sin embargo, ahora su obra está en otro punto, porque el artista también está en otro momento de su vida. Eso sí, aclara que siempre hace "una recreación visual" de lo que siente y lo que piensa. "Primero empecé con el cine independiente, después pasé al mundo del videoarte, pero siempre he creado en base a lo que he vivido. Las obras las condicionan la propia edad". Sobre el presente, Beas dice que lo vive como "una situación extraña, pero no de rechazo". Aunque entiende que su obra pueda interpretarse como una forma de decir, "vale, me he vaciado, ahora dejadme en paz, porque el mundo está muy difícil para continuar".
Con todo, el creador deja claro que "hay un gran esfuerzo" en el aspecto formal y visual de la exposición. "No solo hago una interpretación intelectual de un sentimiento, quiero que el espectador llegue a sensibilizarse, porque la frase Ite missa est puede interpretarse, como decíamos, de muchos modos. Pero lo que es evidente es que se ha de interpretar, no es ajena a nadie. Todos hemos sentido muchas veces las ganas de soledad o de no poder más. Por eso, puede cubrir el recuerdo de cualquier persona", incide Beas. En este sentido, que el protagonista de sus fotos esté abriéndose o cerrándose al resto de sociedad dependerá de la manera en que cada uno interprete, por ejemplo, la colocación de sus manos.
"Cuando tuve la obra completa. Pedí al director de la galería que me dejara montarla e invitar a cuatro personas, críticas de arte, para sin darles ninguna pista, ver qué les sugería la exposición. Fue hermoso e interesante. Hicieron interpretaciones que me despejaron ciertas brumas que tenía. Coincidían en la forma de valorar los símbolos". Eso ha sucedido, igualmente, con las personas que ya han podido visitar la muestra, asegura su creador. Pepe Bejas deja la puerta abierta de su imaginario. Porque la "ceremonia" ha empezado.