CASTELLÓ. Siempre le fascinó leer cómics. Recuerda Sergio Melià que cuando iba al mercado los lunes con su madre nunca podía faltar la compra de un tebeo. Era lo que le motivaba a pasar cuatro horas de una mañana recorriendo puestos y más puestos. Eso sí, también reconoce el castellonense que nunca fue un gran estudiante, aunque sí era un niño curioso. "Una vez mi madre llegó a sugerirme que si compraba un tebeo me iba a gastar quince pesetas, pero si lo cambiaba por uno que ya tenía, serían cinco. Le miré y le dije que mis cómics no salían de casa." Siguiendo el ejemplo de esas lecturas que sostenían sus manos, Melià fue poco a poco creando un imaginario que, finalmente, tuvo la necesidad de plasmar al papel.
Hoy, está considerado como uno de los más importantes ilustradores que tiene Castellón, habiendo desarrollado trabajos para Marvel y publicado numerosos trabajos propios. Una trayectoria repleta de historias que el Museu de Belles Arts ha decidido contar en una exposición abierta al público hasta el 8 de enero.
Nunca pensó Melià que podría dedicarse al cómic. Era algo bastante "impensable" en un contexto como el de Castellón. Además, cuando empezó a dibujar sus únicas referencias estaban en el extranjero. Pero todo cambió cuando pudo relacionarse con un grupo de dibujantes de Vila-real. Juntos impulsaron la colección de fanzines Zapasta, la cual llevaron hasta diferentes festivales de Barcelona, por entonces capital del cómic en España, y a raíz de ahí surgieron nuevas oportunidades.
En los años 90, el castellonense estuvo ligado al desembarco de autores españoles en Marvel y DC como entintador. Una labor compleja, que le permitió trabajar, entre otros, con Salvador Larroca. Ghost Rider, X-Men, Kitty Pride and Wolverine, Star Trek Voyager, Marvel Swimsuit o Age of Apocalypse fueron algunas de las series que intervino.
Debe todo entintador entender a la perfección el trazo del lápiz del dibujante al que se entinta para conseguir transmitir y realzar su fuerza sin que se pierda su estilo, pero también debe mostrar su personalidad propia. Durante seis años, Melià desempeñó este trabajo. Un mensajero le enviaba los encargos y él los continuaba. "Como los cómics se publican mensualmente, solía ocurrir que un mismo dibujante no tenía tiempo de terminarlos. Así que cada uno se ocupaba de una labor; la mía fue la de entintar y esto me permitió conocer a muchos de los nombres que veía firmados en los tebeos. Fue fantástico", recuerda el dibujante.
La oportunidad de Marvel no duró, sin embargo, mucho más tiempo y tras ello el dibujante se planteó probar suerte en el mercado francobelga. "Durante los años que formé parte del equipo de Marvel aprendí mucho narrativamente. Aunque no dibujara, veía los trabajos de otros profesionales e intenté absorber el máximo de conocimientos. Estaba preparado para dar el salto", cuenta el castellonense, quien no duda de que su estilo es fruto de todo lo que ha ido viviendo.
"Empecé siendo muy realista, pero después descubrí la línea clara, la que caracteriza a Tintín, mucho más simple, y la seguí durante años. Era un dibujo muy perfilado y me gustaba. Pero después llegó un periodo en el tenía problemas para colocar mis trabajos y sentí que me había quedado atrás, así que experimenté otros estilos", explica el ilustrador, quien reconoce que pasó por muchos momentos de frustración y las redes se convirtieron, contra pronóstico, en una gran ayuda. "Gente que no me debía nada, profesionales y público, empezó a darme consejos y pronto detecté que trabajos gustaban más".
En 2005 Melià consiguió publicar con la editorial Caravelle los álbumes Une mansarde à París y Apocalypstick y hasta día de hoy no ha dejado de desarrollar nuevas publicaciones y álbumes, gran parte de estas dedicadas al lector francés. "Nuestro trabajo es como cualquier otro, está claro que no es de los más valorados, pero hay muchos más que no lo están. Lo que sí influye es que en España es muy complicado publicar. No tienes más remedio que buscarte la vida fuera. Aunque, siempre hay esa cuestión de orgullo de que a uno le gustaría que se le reconociera su trabajo en casa", señala Melià.
A título personal, el castellonense no puede decir que el suyo haya sido un camino improductivo pero sí costoso. "Era importante que en esta exposición se viera el camino que hay hasta que te publican, son muchas las ideas que se quedan sin salir porque ningún editor la acepta, pero el proceso vale la pena".
¿Y cómo ve Melià el presente? "Hay más movimiento. La gente se está acostumbrando a que el cómic se utilice incluso para la enseñanza. Estamos en un mundo cada vez más visual y eso ayuda. Creo que la situación del sector mejorará. Partimos de muy atrás desgraciadamente, pero hasta Francia, que ahora es la mayor referencia en Europa, se lo ha tenido que trabajar".