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OBITUARIO

Wences, eternamente curioso, eternamente niño, eternamente creador

23/09/2023 - 

Querido Wences, querido amigo, querido compañero de incruentas batallas artísticas. Es un lugar común, ya lo sé, pero nunca te olvidaremos. Nunca. Simplemente eras único. Eternamente curioso, eternamente niño, eternamente creador. Gran pintor y estupendo fotógrafo, habías hecho de la mano y la mirada tu forma de expresión. Pero había algo en ti que quizá solo los más cercanos conocíamos en toda su dimensión: el amor sin condiciones para quienes compartían tu vida, en primer lugar tu mujer, Sari. Era un amor orgulloso de tenerla a tu lado, orgulloso de esa fotografía que ella te hizo, cabeza altiva, mirando hacia la lejanía de terrenos inexplorados. Era también el amor hacia tus hijas, vuestras hijas: Mari Ros y Raquel, hacia vuestro nieto Sergi y vuestra nieta Clara. ¿Sabes? me duele saber que no van a poder crecer al son de tu cámara fotográfica, pero en los años que compartiste con el mayor tomaste bellísimas imágenes de su rostro; y de la peque, tengo en mi móvil su carita tranquila, captada por su abuelo. Vivirás siempre en ellos, y ellos, en el futuro, mirarán con una nostalgia vencida por el amor, sus propios rostros donde hallarán el tuyo.

Hace nada, apenas unos días, volviste del mar, de un hermoso viaje por el Mediterráneo, ese mar que finalmente contribuyó a firmar el hasta aquí. Mandabas fotografías del viaje, esas fotografías únicas que guardaremos como tesoros. Para fotografiar bien hay que saber mirar, y tu mirada era privilegiada. Veías armonía y vida donde los demás tan solo advertíamos monotonía cotidiana. Solo de esta manera una cicatriz en la piel podía convertirse en un largo camino de aventuras, y una pescadería genovesa en un palacio del pueblo. No hace tanto nos emocionaste a todos con unas imágenes de un tema que siempre fue contigo: el de los campos de concentración. Esas fotografías, que ahora, afortunadamente, forman parte del patrimonio de nuestra Universidad, son el producto de ese filósofo que tú eras, que continuamente se pregunta por el porqué de las cosas y de las sinrazones para concluir que quizá la respuesta inconclusa solo está en quien interpreta los hechos, custodiados ahora por el trasfondo de la cámara. 

Si como fotógrafo eras excelente, como pintor enamorabas. Esa geometría depurada, de milimétrica poesía, dejaba sorprendido a quien contemplaba esas estructuras nunca evidentes, esos colores utilizados sin prejuicios, del rosa al amarillo, de los verdes azulados hasta los anaranjados, animados todos ellos por líneas quebradizas que hacían suya la superficie del lienzo. Tengo el privilegio de contar con uno de tus óleos y algunos de tus dibujos. Fuiste un pintor reconocido, cuyas obras han viajado por el mundo y reposan en algunos de los centros de arte más importantes, pero ahora que el ciclo se ha cerrado, te espera sin duda un mayor reconocimiento. Sabemos que la suma se ha acabado, pero lo que has dejado es mucho, es inmenso. 

Recuerdo que, cuando defendiste la tesis doctoral, un miembro del tribunal te calificó como “hombre del Renacimiento”, por la variedad de esferas en las que te movías: la del pensamiento y la del creador artístico. El horaciano “ut pictura poesis” (como la pintura así es la poesía –en tu caso la filosofía–), convenía perfectamente a tu carácter inquieto, carácter que te llevó a ser nuestro vicerrector del cultura, oficio éste que también te gustaba, porque te permitía hacer una de las cosas que más estimabas: estar en contacto con el mundo del pensamiento activo. Te gustaba hablar, y sabías hablar. Nunca te faltó el humor, ni las ganas de charlar con quienes fuimos tu amigos, y estas palabras son para ese amigo del que hoy nos despedimos para empezar a recordarle.

Escrito por Rosalía Torent, directora del Museu d'Art Contemporani de Vilafamés.

Foto: Carlos Pascual 

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