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dos artistas inglesas impulsan un espacio alternativo en vilafranca 

Cómo convertir una casa abandonada del s.XVII en templo del arte

3/08/2020 - 

CASTELLÓ. Desde el primer momento en el que Anne Barton de Mayor vio la que fue la antigua casa del cura de Vilafranca se enamoró de ella y sus desperfectos. Durante mucho tiempo fue la abadía del pueblo, la casa parroquial donde vivía el sacerdote y despachaba los asuntos parroquiales, pero con el paso del tiempo dejó de tener alguna utilidad. Se convirtió sencillamente en una casa abandonada más. "Cuando la vimos pensamos que no podía ser que una casa de 1617 con tales características estuviera cerrada. Aún mantiene el 90% de la estética de entonces", explica Barton. La artista inglesa, arraigada durante mucho tiempo a la Comunitat, siempre había sentido un cariño especial por este pueblo de Castellón, en parte porque su pareja había vivido durante varios años aquí. Así que por fin, tras varias escapadas, los dos deciden comprar una casa. Enclavada en el corazón del núcleo urbano, eligieron la que se ha convertido en una de las casas más antiguas de Vilafranca.

"Tiene muchos desperfectos. Las huellas dejadas por el paso de los años y sus anteriores ocupantes. Pero nosotras no vemos un edificio deteriorado, sino una casa muy especial que merecía volver a ocupar un lugar digno en la vida del pueblo". Decidida a ello, en diciembre de 2018 Anne Bartón de Mayor abre durante una semana las puertas de su hogar e invita a los vecinos a reencontrarse con este espacio que, además, reaparecía copado de actividades creativas y colectivas. Junto a su amiga Alison Marchan, también artista, crearon un pequeño taller para hacer adornos navideños que posteriormente utilizarían para decorar el casco antiguo de la villa. "No queríamos que fueran visitas breves y someras, sino un momento especial en el que la gente pudiera infundirle nueva vida, recrearse recordando y participando, algunos por primera vez en su vida, en actividades creativas." Y así nació lo que más tarde se llamaría Villafranca del Arte, un proyecto cultural que se celebra anualmente para "fortalecer" el tejido social del municipio. 

"Programamos exposiciones de 15 artistas repartidas por los cerca de 500mque ocupa la casa. Dos plantas, el desván y la planta baja, donde también organizamos cuatro talleres de arte colectivo en los que participaron 180 personas. Pero lo realmente especial fue que viniese gente desde muy lejos que no habían pisado esta casa desde los siete años y que ahora tenían unos 80 años. Muchas personas no habían podido en su vida entrar y les apetecía conocer la arquitectura antigua del espacio", asegura Barton de Mayor. Ambas artistas cuentan con una extensa experiencia en organizar muestras, eventos de arte y talleres destinados tanto a niños como a adultos. En todos los casos lo que las creadoras se proponen es "sacar el arte de las galerías elitistas" para acercarlo al público en general. 

Y en el caso de Vilafranca, las profesionales aseguran que la respuesta del pueblo fue "tan buena" que no dudan en darle continuidad en el futuro. Pretenden además ocupar un lugar fijo en el calendario, organizando el evento siempre que sea posible durante la Semana Santa. "Este acontecimiento cultural supuso un aumento considerable en el tránsito del casco antiguo del municipio. Algo que no suscitó ninguna queja vecinal, más bien al contrario: sin excepción, los vecinos agradecieron el esfuerzo económico que supuso organizar este evento y que les devolvieramos de alguna manera esta vieja casa a la vida", manifiestan las artistas.

Para 2020: una festival 'outdoor'

Así, las esperanzas estaban ahora puestas en repetir. En organizar una edición mayor. Para lograrlo, sus impulsoras se dirigieron directamente al ayuntamiento de la localidad a fin de conseguir algo de financiación. Una propuesta que este año encajaba especialmente bien en los planes del municipio, teniendo en cuenta que Vilafranca del Cid ha sido escogida como capital cultural de la Comunitat Valenciana en 2020. Sin embargo, los efectos de la pandemia han dejado a la localidad y las creadoras sin este deseo, ya que el coronavirus paralizó toda actividad posible durante los meses de marzo y abril.

Como alternativa su única opción ha sido la de muchos otros gestores culturales: reinventarse. Además de cambiar de fecha y reducir el festival a cuatro días -del 10 al 13 de agosto-, la programación se realizará en esta ocasión en la calle y no en la emblemática 'casa del cura'. "No sabemos estar quietas, por eso, aunque no tendrá nada que ver con la envergadura de la primera edición, hemos preparado actividades para los niños y los adultos". Las inglesas han llevado más allá su creatividad colgando regaderas en los balcones del casco antiguo. Invitan así a que los vecinos paseen por estas calles y apunten las letras pintadas en ellas para descifrar las palabras que hay ocultas. También, los animan a crear siluetas con su cuerpo mediante pétalos y hojas que habrá amontonados en el suelo. Por otro lado, se podrá visitar una instalación de arte creada con bañeras recicladas, así como otras obras hechas por artistas invitados.

 

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