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NO HABRÁ FESTIVAL EN 2021

Por qué el Rototom era "incompatible" con el 2021

4/06/2021 - 

CASTELLÓ. Nunca se ha considerado el Rototom un festival más. Llevaba la etiqueta de 'macrofestival', pero nunca se ha vestido como tal. Lejos de anclarse en la música reggae, el festival de Benicàssim siempre ha transmitido la ética rasta a través de multitud de actividades lúdicas que se desarrollaban en paralelo a sus conciertos. Bailes, talleres y coloquios que han hecho del reggae más que un género musical, un estilo de vida. Una experiencia tan fuerte que si tenía que ser a medias, quizá era mejor suspenderla.

"El Rototom Sunsplash es mucho más que música. Ha cambiado de país, de localización, pero siempre ha sido fiel a su espíritu", sentenciaba este jueves su director, Filippo Giunta, quien se dirigía a su público para anunciar la cancelación del festival. La promotora optaba por renunciar a la edición de este año días después de anunciar que estaba dispuesta a tirar para adelante si se le permitía un aforo de 10.000 personas -o cinco mil con reajustes-, sin mascarilla y con la zona de acampada habilitada. Unas condiciones que la Conselleria de Sanitat no ha podido aceptar, aunque, como explica la cita reggae, se han planteado alternativas.

Por una parte, el aforo permitido llega ahora mismo hasta las 4.000 personas y, en principio, irá aumentando cada 15 días. Algo que podría terminar encajando con las condiciones que proponen des del Rototom. Sin embargo, no puede ningún festival fiarse de que, finalmente y a fecha de su concierto, el aforo vaya a estar así. Por otra, no tiene la Generalitat ningún inconveniente en que los festivales utilicen sus mega infraestructuras para atraer programación diaria, pero sí evita por toda costa las acampadas y las zonas comunes. Unas medidas que han provocado que gran parte de los macrofestivales de verano se reinventen como ciclos de conciertos con entradas independientes y por días. Esto, que puede ayudar a 'salvar' un año de nuevo malo, es lo que no ha terminado por convencer al Rototom.

"No podemos invitar a nuestro público a un concierto de una o dos noches y ¿después qué hacen? ¿Dónde se van? Falta el alma del festival. Nosotros no somos un festival de conciertos. Para muchos son sus vacaciones. Por eso hemos preferido cancelar. Hacer un ciclo de conciertos sería como engañar al público. La parte de la música es solo una. Después también están las actividades, la acampada, los cursos y talleres, la parte gastronómica... El Rototom es el encuentro de una comunidad", señala a Castellón Plaza el director de Comunicación, Claudio Giust, quien deja claro que no es que el Rototom no quiera celebrarse, es que no puede. No encaja dentro de los moldes que se han diseñado para los festivales de 2021.

Pero, ¿qué es eso que tiene el Rototom que tanto cuesta dejar ir? En sus más de treinta años de vida, el festival de música no solo ha traído a cantantes internacionales de la talla de Ziggy Marley -hijo de la leyenda del reggae Bob Marley- hasta la playa de Benicàssim, sino que ha generado debate sobre multitud de problemáticas que no siempre son escuchadas. Si viajamos hasta la edición más reciente, en 2019 la activista Sonia Guajajara llevó hasta el corazón del Rototom la lucha indígena contra el expolio del Amazonas. También, en ese mismo año,  una sesión reunió en una misma mesa a una de las investigadores ecofeministas más influyentes de Europa, Yayo Herrero y a Gemma Barricarte, del colectivo estudiantil en defensa del planeta Fridays for Future, liderado por la joven activista sueca Greta Thunberg. Esto en un contexto en el que es complicado viajar sería difícil de trazar. 

Pero más allá de los encuentros, y de su cartel mayoritariamente internacional, el Rototom no se entiende sin ese feedback libre de 'macarillas' entre quienes lo habitan. Un festival en el que es posible incluso intercambiar alimentos con otros visitantes en alguno de los cuatro puntos de trueques que la cita habilita. Y donde customizar ropa con telas, pintar murales o comer comida de Etiopía es también una realidad. 

Por todo esto, para la organización pero posiblemente para el público también, la experiencia reggae está por encima de todo, incluyendo su propia celebración. "Es evidente que poner en marcha un festival para que, quizá una semana antes, no se pueda celebrar supone un riesgo económico increíble. Podría ser el golpe definitivo. Pero además de esto, pensamos que no podemos engañar al público, ya que pagó por una experiencia que no se le estaría dando. Nosotros no tenemos patrocinadores, es el público, se lo debemos todo", señala Claudio Giust. También, el director del Rototom, incidía este jueves en la importancia de no transformar el festival en una propuesta diferente. "No sería correcto. Cuando se pone en riesgo esta esencia y lo único que queda es hacer conciertos tenemos claro que no es esto lo que queremos".



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