CASTELLÓ. Debería ser lo mismo, pero no lo es. Andar por el jardín de una gran ciudad no resulta igual que andar por el campo. Son otras las necesidades y es otra la experiencia. Hay incluso teóricos, como Marcial Gondar, que aseguran que los campesinos no tienen tanta facilidad para disfrutar del paisaje, porque ven en la naturaleza su sustento. Trabajar la tierra es su forma de vida y la experiencia no puede ser la misma que cuando un urbanita pasea de manera puntual por un parque para desconectar. Así lo explica él mismo en 'Campesinos que andan, urbanitos que pasean'.
Ismael Teira lleva diez años observando, como resultado de sus propios paseos, cómo cada persona decide además de manera consciente, y otras veces inconsciente, acortar, rechazar e incluso mejorar el camino que marcan los senderos. Estas improntas pueden ser leídas, a su parecer, como un "gesto ciudadano", porque representan la interpretación física de algo tan abstracto como el deseo. "Son el rastro visible de un acto poético, creativo y subversivo. Sin un líder al que seguir, decidimos cambiar el camino impuesto. Siempre me ha parecido curioso que, como consecuencia, algunos caminos desaparezcan o surjan por otro sitio", explica el artista.
En su caso, el creador lleva tiempo retratando los senderos del jardín del Turia en Valencia, que con más de diez kilómetros de recorrido está considerado el jardín más grande de Europa. Unas 160 hectáreas que ha decidido trasladar ahora a un contexto rural como el del interior de Castelló. La galería Espai Nivi Collblanc de Culla se convierte en 'parada' del Turia para acoger una serie de retratos que Teira ha ido registrando y documentando de la zona. Retratos que representan el intento de camino bucólico de la sociedad urbanita, frente al caminar de las personas que habitan en el mundo rural. Un paseo por una de las ciudades más grandes de España, frente a un paseo por una masía en medio de un pueblo con quinientos habitantes.
"Los urbanitas prefieren transitar la hierba mullida al asfalto. Y al andar en repetidas ocasiones sobre el césped del campo, surgen caminos alternativos que evocan ese deseo de atravesar el paisaje", expone el artista, que ha querido plasmar todas estas ideas en su serie 'caminos del deseo'.
Así mismo, en su visita a Culla presentará su nuevo trabajo, Descanso, donde lo que se expone esta vez es la necesidad de detenerse que rápidamente surge entre quienes recorren la ciudad. "Muchas partes del parque se muestran holladas y erosionadas, de la fuerza que hace la gente al sentarse en los bancos de piedra para parar". No obstante, al salirse del camino y descansar, acaban formando nuevas 'huellas' y significados.
El valenciano ha conseguido así convertir en algo importante un acto voluntario, pero muy mundano, como es el de caminar. Nuestra forma de andar, todo lo que se genera cuando andamos y cuál es su impacto que crea en el espacio no pasa, sin embargo, desapercibido. "Es el paisaje un fenómeno experiencial relacionado completamente con el momento de caminar", afirma el mismo.
Ya en su anterior proyecto, Postal de París, el fotógrafo capturó desde lo alto de la torre Eiffel una pequeña zona erosionada que hay en el jardín de enfrente del monumento. En ella se veía el rastro que los turistas hollan cada día para captar con sus cámaras toda la altura de la torre. Así mismo, en la muestra de Espai Nivi pueden verse anteriores obras como Barbecho, el retrato de un puente de hormigón recubierto de musgo, sin atisbo de pisadas; o la instalación Tierra en la tierra, que reproduce con tierra en el suelo de la propia galería la forma de The Butterfly Map of the World, una proyección del geoide terrestre con aspecto de mariposa ideada por Bernard J.S. Cahill a comienzos del siglo XX.
La última creación de Ismael Teira sirve también de homenaje al jardín del Turía, que ha cumplido 35 años.