CASTELLÓ. El PSPV y Compromís permanecen a la espera de las consignas de sus direcciones autonómicas para valorar posibles pactos en la provincia de Castellón. Ambas formaciones quieren aguardar unos días antes de comenzar a negociar con otras fuerzas políticas para garantizar alcaldías o formar parte de los gobiernos municipales como socios.
A falta de recibir unas directrices, lo que sí tienen claro los dos partidos progresistas es que bajo ningún concepto se contempla la posibilidad de entrar en ejecutivos en los que aparezca Vox. Incluso, resulta difícil constituir una alianza con el PP. Por el contrario, sellar acuerdos con Ciudadanos (solo tiene concejales en Oropesa del Mar y Benlloc) figura en la hoja de ruta, especialmente en la del Partido Socialista. Sin ir más lejos, en la anterior legislatura estableció varias alianzas, aunque alguna acabó mal, como la de Benicàssim.
Dos de los municipios calientes son Vila-real y Castelló ciudad. En el primero, el PSPV y Compromís están condenados a entenderse para asegurar un gobierno de izquierdas pese a la tensa relación que mantienen desde hace años. Hasta que el alcalde, José Benlloch, consiguió la mayoría absoluta en los comicios de 2019, socialistas y valencianistas constituyeron un matrimonio feliz durante ocho años.
El caso más peliagudo corresponde a la capital de la Plana. El Partido Popular, que ganó las elecciones el pasado domingo, necesita un compañero de viajes para ostentar la Alcaldía. Todo hace indicar que se trata de la fuerza de extrema derecha, con la que sumaría 15 concejales (11 del grupo popular). Sin embargo, la futura alcaldesa, Begoña Carrasco, tiende la mano al resto de partidos con vistas a ofrecer a la ciudadanía una alternativa menos controvertida, pensando además en clave nacional ante la convocatoria de las generales para el 23 de julio.
Ese plan B plantea dos escenarios: la abstención del PSPV y Compromís en la investidura para permitir un gobierno en minoría o la adhesión de uno de los dos partidos para completar el ejecutivo. Fuentes consultadas aseguran a este diario que, en principio, no se considera ninguna de las dos disyuntivas.
Primero, porque desde la misma noche electoral, tras conocerse los resultados, el PP y Vox sentaron las bases en València de un ejecutivo en la Generalitat, por lo que se entiende que ese acuerdo se trasladará al resto del territorio para los ayuntamientos y diputaciones. Segundo, porque se interpreta la foto con los populares en el Ayuntamiento como algo contraproducente para el electorado.
No obstante, habrá que esperar a lo que decidan las cúpulas autonómicas. Los cónclaves provinciales y locales que se celebrarán en los próximos días tomarán en consideración esas instrucciones para definir el camino a seguir. Hasta el 17 de junio, día en que se constituirán las nuevas corporaciones, unos y otros tendrán tiempo para negociar.