Esta semana vengo de subidón porque he visto el futuro. Y me gusta. Porque, entre tanta mediocridad, ambición e incompetencia de quienes no se saben gobernar ni a sí mismos, este fin de semana se ha evidenciado que hay una salida a la derecha. La Intermunicipal que ha celebrado el Partido Popular ha sido una recarga de energía positiva, no solo para quienes creemos en una sociedad libre, sino para que ésta sea una realidad que construyamos entre todos.
De todos los mensajes que se han oído estos dos días en València, sin duda me quedo con esta idea de unidad frente a la división. No podemos construir España unos u otros, tenemos que hacerla entre todos. No puede haber mejor mensaje para la sociedad.
No es asumible que desde el Gobierno se lancen mensajes de odio contra un determinado empresario, ni admisible. Entiendo que quien ha crecido en el rencor lo haga propio y no conozca otra forma de relacionarse que contra alguien. Pero, y esto es lo de verdad me asquea, este son afirmaciones no hechas desde el error, sino desde una intención malévola. La izquierda radical populista muerde en el tobillo a la izquierda radical nacionalista. Perro muerde perro. Por un hueso, por un puñado de votos. Qué triste.
Que vayan a cambiar la ‘Ley del Sí es Sí’, no porque hayan reducido la pena o soltado a 400 violadores, sino porque hay elecciones es triste. No, mejor dicho, es lamentable. Un Gobierno no puede funcionar por votos, sino por voluntad de mejorar.
España no se puede levantar sobre los cadáveres de los demás. Fijémonos en la icónica imagen de los soldados americanos en Iwo Jima y que nos sirva de metáfora. Entre todos tenemos que levantar la bandera.
El país que merecemos necesita trabajadores capaces, con formación y buenas condiciones laborales. Pero también empresarios audaces, que arriesguen su capital para poner en marcha una idea y produzcan riqueza y empleo. Porque, sin empresas, ¿qué nos queda? Un país pobre, necesitado y subvencionado.
Aquí me viene la labor de mis paisanos de la Vega Baja y su lucha por mantener su forma de vida como agricultores. La misma forma que el Gobierno socialista va a liquidar con el recorte al trasvase Tajo-Segura. Qué pena que los que dicen defender a los labriegos sean quienes los vayan a exterminar. ¿Qué pensaría Miguel Hernández?
Los agricultores no quieren dependen de las subvenciones del Gobierno y la Generalitat al agua desalada que les han prometido para hacerles callar. Quieren vivir de su trabajo, pero este Gobierno se lo quita en lugar de ayudarles a mantenerlo. Siempre para mí han sido un ejemplo, ahora son un orgullo.
Necesitamos agricultores, igual que camioneros que lleven nuestras frutas y hortalizas a Europa. Aquí no sobra nadie.
Edificaremos una España entre todos y para todos, también para Cataluña, País Vasco, Navarra y Baleares. Allí donde el indpendentismo ha sembrado su semilla de odio, confiamos en la España sensata, parafraseando a Daniel Sirera.
¿Se acuerdan cuando Zapatero nos intentó convencer de que dándoles a los independentistas un Estatuto a su medida se acabaría el problema de la secesión? Una década tardaron en declararse en rebeldía. Menos mal que en 2017 el presidente era Mariano Rajoy. Ya vemos el camino que lleva Pedro Sánchez, que ha empeorado a su antecesor socialista. El resultado de su ambición personal por encima de su responsabilidad presidencial ha sido indultar a los secesionistas y rebajando las penas a los malversadores.
El Partido Popular detendrá a los independentistas como mejor sabe hacer: con creación de empleo, riqueza y prosperidad para todos los ciudadanos. Con el mensaje de que entre todos somos más y llegaremos más lejos, alejados de que quienes solo saben dividir y no multiplicar esfuerzos, energías y competencias.
Valga este mensaje también para la Comunitat Valenciana. Dejémonos de continuar la senda de la inoperancia, división y radicalismo que ejemplifica este Consell que ha empeorado la sanidad pública con sus reversiones, despreciado a la mitad del alumnado que no habla valenciano y tomado el pelo a todos con los tejemanejes familiares de Ximo Puig y sus hermanos y de los socialistas en el ‘caso Azud’.
Cerremos páginas de nuestra historia negra, abramos las ventanas y dejemos que venga el cambio que necesitan la Comunitat Valenciana primero y España después. Entre todos abriremos la ventana a un mañana mejor que entre todos construiremos desde hoy.