CASTELLÓ. Agustín Serisuelo expone hasta el 13 de marzo en el Centre Cultural Melchor Zapata un conjunto de piezas seleccionadas de sus proyectos más representativos desde 2012 hasta la actualidad. Casi una década de trabajos en la que este escultor de Betxí ha configurado un discurso propio sobre el territorio y el paisaje como ente construido. La muestra se tiene que leer, sin embargo, como un todo, ya que sus proyectos siempre están conectados entre sí.
A partir de la premisa de una metodología casi arqueológica, Serisuelo extrae la memoria de la superficie del paisaje para reflexionar cómo somos como sociedad. En este viaje tiene como principales aliados la madera industrial manipulada con técnica y refinamiento y la fotografía digital, a la que le otorga un valor escultórico. Quin lo visite encontrará así un paisaje real y próximo, conocido y reconocido por el artista que le llevará desde Berlín hasta la Vall d’Uixó, Almenara, Xovar, Betxí, Moncofa e incluso el parque natural del Montseny (Barcelona).
La propia sala es un elemento que juega con las diferentes masas y volúmenes obligando al espectador a sortear los obstáculos, igual que en la naturaleza. Y es que en ninguno de los proyectos de Agustín Serisuelo existe un recorrido lineal permitiendo que público y espacio converjan.
La instalación Trümmerberg (2015-16), fruto de una estancia berlinesa, recibe al espectador en una suerte de montaña artificial que esconde los escombros que la ciudad de Berlín no fue capaz de absorber tras la Segunda Guerra Mundial. Capas de memoria convertidas en parques. Frente a ella una fotografía que nunca ha salido del taller del artista y que entabla un diálogo formal y conceptual con la primera.
Mas adelante, interrumpiendo el paso, se encuentra un bastidor de formas flexibles. Su cometido no es solo sostener dos piezas a base de transferencias en negro sino también romper el eje de la sala. Tras el bastidor algunas de las obras más recientes del artista incluidas en el proyecto XYZ (2021) donde descubrimos las huellas más o menos visibles de las trincheras o lineas defensivas que el Ejército Popular levantó en estas tierras durante 1938.
En el primer piso el artista vuelve a sorprender con un bastidor algo más grande que permite leer por sus dos caras. También hay algunas piezas del proyecto Construcción de paisajes (2019) donde muestra cómo la institución política afecta a la construcción del paisaje de un parque natural.
Al fondo de la sala y a modo de tótem una pieza del proyecto Stand By (2012-13) que pone el énfasis en la urbanización especulativa que dejó en “stand by” muchas construcciones que jaspean nuestra geografía. Éstas en concreto son instantáneas tomadas en Moncofa. Una obra que cierra el discurso y que enlaza con la primera a través del color en lo formal y del análisis del paisaje en lo discursivo.
