VILA-REAL. Socios en la Generalitat y duros adversarios políticos en su ciudad natal. Esta contradicción describe las actuales relaciones entre PSPV-PSOE y Compromís per Vila-real, que tuvieron en las pasadas elecciones municipales su punto de inflexión hacia una ruptura que dejó a la coalición valencianista fuera del gobierno local. Fueron comicios marcados por la abrumadora mayoría absoluta socialista y del inicio, hace ahora justamente un año, del tercer mandato como alcalde de la ciudad del socialista José Benlloch. Así, PSPV-PSOE y Compromís, de antiguos socios de gobierno durante dos legislaturas -que llegó a ser premonitorio de lo que después pasaría en la Generalitat- hoy se las tienen tiesas y no dudan en manifestar sus diferencias y afinidades, sin tapujos, atendiendo al lugar y al momento.
En apenas unos kilómetros que separan la capital autonómica y la ciudad de la Plana todo cambia en lo que concierne a las relaciones entre socialistas y los miembros de la coalición valencianista. Si la política autonómica une bajo un mismo Acord del Botànic a dirigentes de ambas formaciones -compañeros en el complejo organigrama de la Generalitat y socios en les Corts, según el caso- estas afinidades políticas saltan por los aires bajo el paraguas municipal, donde no dudan en manifestarse como adversarios irreconciliables.
Así, destacados dirigentes socialistas y valencianistas de Vila-real, adversarios en lo local y aliados en lo regional, hoy ocupan puestos de relevancia en la Administración autonómica. Por el lado de Compromís, destacan los nombres de Alberto Ibáñez, actual secretario autonómico de Igualdad y Diversidad; de la directora general de Internacionalización, María Dolores Parra; o de la síndic Mònica Àlvaro, portavoz de la coalición valencianista en la Comisión de Bienestar Social en Les Corts Valencianes.
Por otro lado, en el lado socialista en este organigrama de cargos vila-realenses están Emili M. Obiol, quien combina su dedicación como director general de Puertos, Aeropuertos y Costas de la Generalitat Valenciana con el de concejal de Territorio y Movilidad Urbana. En cuanto a representatividad en Les Corts, la socialista vila-realense Sabrina Escrig ocupa actualmente la portavocía adjunta del PSPV-PSOE en la Cámara autonómica, si bien, a lo largo del actual estado de alarma, no ha dudado en incorporarse como refuerzo externo al equipo de gobierno para hacer frente a las medidas llevadas a cabo frente al coronavirus.
En contraposición con la estrecha colaboración en la Administración autonómica, en el ámbito local, ambas formaciones se la tienen jurada y en un año, las buenas relaciones entre estos dos socios durante dos legislaturas han dejado un largo rosario de desencuentros que comenzaron prácticamente la misma noche electoral. Por otra parte, la llegada de Unides-Podem al escenario político local, formación morada que logró en las urnas un asiento en el salón de plenos de Vila-real, permitió a su representante, José Ramón Ventura Chalmeta, no solo ganar una concejalía, sino también incorporarse como socio de gobierno de los socialistas pese a la abrumadora mayoría absoluta de estos últimos. Así, hoy ocupa la sexta tenencia de alcaldía y dirige el área de Agricultura, Sostenibilidad, Transición Ecológica, Energía y medio Ambiente.
En este año, que ha venido a coincidir en la Generalitat con la reedición del Botànic, en Vila-real, tras el divorcio, se han sucedido las andanadas políticas entre los antiguos socios a cuenta de los presupuestos, el conflicto de los símbolos, los impuestos y "empastres financieros de Benlloch", los servicios sociales, la política de empleo, las contrataciones, entre otras acusaciones por parte de la coalición valencianista, que casi siempre han contado con la réplica socialista convirtiendo en numerosas ocasiones el pleno municipal en un cruce de reproches difíciles de imaginar un año antes.
Tras este periodo de enfrentamiento, la crisis sanitaria vivida en los últimos tres meses ha atenuado el clima político municipal y la retórica dialéctica, con todos los grupos hoy enfrascados en un plan por el renacimiento de la ciudad que permita salir airoso de la crisis, pero con una nueva normalidad que aún está por definirse a tres años vistas de la próxima contienda electoral.