CASTELLÓ. Ser el último videoclub que queda en Castellón puede hacerte sentir un poco más especial. “Para lo bueno y para lo malo, porque eres el último después de algo”, apostilla Matías Fernández, dueño del establecimiento Sensal (Av. de Chatellerault, 3b). Lo cierto es que lejos quedan aquellos años en los que Fernández abrió su negocio en una ciudad que aglutinaba otros 23 videoclubs. “Estás haciendo una locura”, le decían. Y es que el Sensal abrió además sus puertas en 2007, cuando la crisis financiera acechaba y muchos empezaban a olerse el funesto final que les esperaba. Sin embargo, su empeño por este negocio venía de 20 años atrás, cuando Fernández tenía otro local abierto en Alicante. “Nunca he pensado en cerrar. El día que no me dé para pagar la gasolina haré otra cosa, pero ahora me da lo mismo que cualquier otro trabajo de cualquier sitio”.
Sus palabras suenan sin quererlo a resistencia. Lo son en un momento en el que en toda España no hay más de 300 videoclubs, cien menos que en el año anterior. Pero Fernández prefiere decir que es el “único” y no el “último” que continúa con esta práctica en la ciudad. “El camino de año a año es de ir haciendo, hasta que no podamos más. Tampoco me he planteado aguantar hasta la jubilación. Para eso me quedan 31 o 32 años y me imagino que cerraré antes. Cuando cierre desaparecerá”, reconoce el mismo. Antes de que eso pueda ocurrir, hablemos de ese cine que todavía hoy se cuece en el Sensal.
Casi 5.000 películas y 10.353 copias residen en esta almacén cinéfila a la que acudieron mil clientes distintos en 2018. Su punto fuerte, los estrenos. Ahí no hay ningún canal de streaming que compita con fuerza, asegura su dueño. Y es que el catálogo de páginas como Netflix o HBO lo copan principalmente series o clásicos del cine, pero no títulos nuevos. “Me dicen que Netflix me va a llevar a la ruina. Para Nada. Evidentemente te puede quitar días puntales un público concreto porque hay veces en las que la gente está en casa y se ponen directamente Netflix para no moverse del sofá, pero me puede quitar lo mismo que Telecinco con Gran Hermano o que cualquier partido de futbol que te echen en la tele. Es -como digo yo siempre- un cubo de agua en una piscina olímpica”, sostiene Fernández, quien añade que los suscritos a estas plataformas también siguen yendo a su tienda. “Si quieres ver películas, en cuanto a variedad, ellos no te pueden dar lo que te doy yo y Netflix tendrá muchas series, pero solo alguna buena”.
Los videoclub defienden así el “algoritmo” humano que puedes encontrar tras sus puertas. “Mientras estas páginas te recomiendan 25 títulos por uno visto, el mío es personalizado. De hecho, tengo muchos clientes que directamente ni eligen película. Me piden que les diga yo una, porque se fían más de mi criterio que del suyo propio". Para escoger los títulos que habrá en su establecimiento, Fernández se nutre de las críticas profesionales, pero sobre todo de su propio instinto. Solo con ver una película, cómo se presenta, quién actúa y quién es el director, sabe si va a gustar o no. “La verdad absoluta no la tengo, a veces me equivoco obviamente. Pero normalmente no fallo en muchas, porque si fallas en muchas te vas a la ruina. Si compras siete copias de una película y resulta que con una tenías suficiente, es difícil recuperar ese dinero”.
Lo es porque aunque cuenta la leyenda que a los videoclubs les dejan las películas durante un tiempo y luego las devuelven, lo cierto es que cada negocio tiene que comprar semanalmente las copias que posteriormente querrá alquilar. “Es más caro de mantener de lo que la gente piensa. Si fuera más barato, habría bastantes más abiertos”, sentencia el propietario del Sensal. “Una cosa que nunca he entendido es porque los cines si venden películas solo pagan un 10% y yo que las alquilo pago un 21%. ¿Por qué tú como cliente me tienes que pagar un 11% de impuestos más? Yo creo que si algo es un lujo es ir al cine, no quedarte en tu casa. El lujo es ver una peli por 8 euros, no pagar 2,60 euros y verla con toda la familia”, denuncia Fernández.
Es evidente además que, dejando a parte el tema del streaming, uno de los grandes problemas a los que se enfrenta este negocio desde hace más de una década es la piratería. Según apunta SGAE -en su último anuario- el volumen de películas a las que se accedió ilegalmente durante 2018 fue de 701 millones, mientras que aumentó un 12% el consumo legal. Así, el acceso parece que disminuye pero el conflicto no. “Es muy bonito decir que la piratería ha bajado, pero lo que ocurre es que está en unos niveles que subir más es casi imposible. La música, al igual que las películas y los libros son los tres grandes sectores machacados. Desgraciadamente la mayor parte de la gente ve como algo raro o incluso anormal ir a un videoclub a alquilar una película; te consideran tonto por ir a pagarla cuando puedes verla gratis por Internet. Esa es la cultura a la que hemos llegado, a la de me lo bajo todo. Y tampoco es algo que pase a nivel mundial, lo de España no se extrapola a ningún otra parte. En eso los españoles somos lo primeros”, sentencia el propietario de Sensal.
Llegados a este punto, toca también reflexionar sobre cómo podrían los ayuntamientos dar valor a los videoclubs, espacios que a su vez ayudan a dar un valor cultural a la ciudad. “Es evidente que el gobierno central no va a hacer absolutamente nada por este sitio, pero los ayuntamientos podrían haber intentado hacer algo, de igual forma que lo hacen con las bibliotecas. Lo hacen ademas sin ningún miramiento, porque compran cosas que no deberían; una biblioteca no está para que vayas a ver una novedad, sino para ver, por ejemplo, Lo que el viento se llevó . Para esas cosas sí se las ayuda y la verdad es que los videoclubs yo creo que no han percibido ayudas en toda su vida de nadie. Además nos discriminan radicalmente con los que se suponen que son nuestros primos hermanos, que son los cines”, opina Fernández.
La historia de Sensal es la de muchos otros comercios -como también lo son las tiendas de música- que intentan sobrevivir haciendo uso de una práctica a la que muchos ven como moribunda. Pero ahí están, siendo los últimos y sin perder un ápice de pasión. Ese sentimiento engancha y por eso antes de despedirnos hacemos un puñado de preguntas más:
-Vivimos bajo el imperio de la serie, que es el producto de éxito. ¿Cómo se han ido introduciendo estas en los videoclubs?
-Es evidente que las series están en un boom, pero lo cierto es que yo las tengo desde mucho antes que Netflix siquiera supiera que algún día iba a ser Netflix. Quiero decir…puede parecer que ahora ellos se han inventado el tema de las series y siempre hemos tenido series para alquilar. Es cierto que ahora hay más porque la gente pide muchas más. Al principio tenía solo las más conocidas y ahora compro casi cualquier cosa. Pero este no es el público mayoritario, es el cine.
-¿Cuál ha sido el título más alquilado de la historia del Sensal?
-Curiosamente a nivel de alquiler, lo que más se ha alquilado es justamente una serie, que es Juego de tronos. Ha sido un auténtico boom desde hace 9 años. A nivel de películas, la que más ha sido la francesa Intocable, la segunda fue Avatar y la tercera creo que Los juegos del hambre.
-¿Cómo funciona el 3D y el 4K?
-El 3D lamentablemente está muerto ya. Lo han dejado apartado, no sacan más películas y es un formato que ya no se hace. De hecho si hoy en día fueras a comprar una tele en 3D ya no encontrarías. El 4k es el formato que quieren poner como nuevo, pero todavía va lento. Lo que más se manda es dvd y blu-ray.
-¿Son un problema las Smart TV?
-El incremento de la Smart TV está claro que hace que sea más fácil ver los canales de streaming, pero eso no me molesta, porque es algo que cuesta dinero. Aunque me gustaría claro que Netflix pagara sus impuestos en España... o Amazon que los paga en Irlanda. Estaría muy bien.