Andrea / Borja Segarra Bueno presentará este jueves en Sessió Contínua 'Barbitúrica Burlesque'
CASTELLÓ. No es habitual que una historia trans cause el interés que ha tenido Veneno, la serie basada en la vida de Cristina Ortiz Rodríguez. Tampoco era habitual en los 90 que una persona trans atrajera todos los focos de un programa de televisión, menos en prime time. Lo hizo entonces y lo hace ahora. La Veneno conquistó al público en el pasado por su faceta televisiva y ahora lo hace por algo que es mucho más gratificante, por su persona. Su vida, la transformación, la lucha y la muerte de alguien que no fue muchas veces comprendida. Ver la serie inspirada en la biografía escrita por Valeria Vegas, y con guion de Javier Calvo y Ambrossi, ha sido un ejercicio de (re)descubrimiento para todos aquellos que creían conocerla y quieres directamente no sabían nada más que el nombre de un hito ya "caduco". Pero no solo esto, también ha sido un ejercicio de visibilización para los mass media y el cine, acomodados en dar voz a otros discursos.
"El éxito de Veneno está abriendo puertas en el audiovisual, ha demostrado que aunque parta de un público específico, realmente puede tener mucho más éxito, porque los relatos queer también son historias humanas que nos interesan a todos. No hay que encasillar el contenido. En el fondo al público lo que le interesa es aprender y cuanto más distinto sea lo que veamos mejor". Estas palabras las pronuncia Borja Segarra Bueno, un cineasta de Benicarló que tuvo la oportunidad de conocer además a Cristina Ortiz en los últimos años de su vida. La artista televisiva hizo un cameo en 2014 en Barbitúrica Burlesque. Una serie que el mismo castellonense dirige y protagoniza, y la cual narra la vida de una masajista del Raval de Barcelona, a quien la vida tampoco la trata muy bien. "Cristina se dejaba ver muy poco, pero grabamos unas imágenes a modo telereportaje para simular el típico programa de prensa rosa que te aborda por la calle, fue muy fácil. Quedamos con ella para conocerla y darle unos regalos, porque éramos muy fans. Le pedimos la colaboración en la serie y se mostró encantada y muy feliz de participar. Incluso nos contó que Valeria estaba escribiendo el libro sobre su vida", cuenta el profesional, quien también recuerda que acordaron con La Veneno grabar más escenas, pero al final solo quedó en una pequeña participación, "por lo complicado que era en aquellos años contactar con ella".
Aun así, la huella de La Veneno en la Barbitúrica Burlesque no quedó plasmada únicamente en unos minutos de metraje, como explica su autor, la vida de Cristina empapa buena parte de esta historia, en la que su protagonista es víctima de las circunstancias que la rodean. "Lo bueno de Barbi es que es un personaje que al mal tiempo, buena cara. Siempre lo mira todo desde la ingenuidad, porque es muy poco realista, es como ultra positiva. Todo le sale mal pero tiene esa capacidad de darle la vuelta a la tortilla y tirar hacia adelante. Esto es algo que también Cristina La Veneno lo tenía. Lo hemos visto en la serie; en las circunstancias adversas solo hacia que crecer".
Andrea, que es como se hace llamar desde hace años el profesional, consiguió llevar este relato hasta una plataforma de Los Ángeles centrada en relatos queer. La webserie, con una marcada estética trash y kitsch, atrajo la mirada de un grupo de cineastas, artistas y creadores comprometidos en amplificar las voces del colectivo fuera de nuestro país. Ahora bien, la propuesta daba su gran salto hace apenas un mes con su incorporación en el catálogo de Filmin. Una plataforma que le permitiría alcanzar un público mucho más amplio y que le llegó al castellonense tiempo después de ser censurado en YouTube. Fue tras la publicación del último capítulo de su primera - y única- temporada que la web de vídeos decidió borrar el contenido.
-¿Cómo recuerdas aquel momento en el que tu trabajo desaparece sin ningún motivo de la red?
-Sinceramente, no lo viví mal. En ese momento piensas que algo estarás tocando o haciendo bien cuando se crea polémica. Lógicamente molesta que te quiten el capítulo sin dar ninguna opción. Así como hay veces en las que se pueden poner restricciones de edad, en mi caso, directamente me borraron el vídeo. Pero habiendo pasado el tiempo pienso que ha encontrado también su espacio, un espacio más controlado que YouTube y su inmensidad. Estar en estas plataformas le dan mayor seriedad al producto.
De hecho, el cineasta, que de momento ha preferido guardar en un cajón el guion de su segunda temporada, ha visto como otro de sus trabajos, el cortometraje Le petite mort, también ha captado la atención de Filmin. Una producción que de nuevo vuelve a poner en 'jaque' los estereotipos que todavía hoy habitan en la sociedad. "No soy consciente en el momento, pero sí que es verdad que cuando abordo cualquier proyecto me preocupo de que aporte algo nuevo y de que cuestione y ponga en tela de juicio la realidad. Siento que el cine tiene la posibilidad de ir un poco más allá y por eso es importante contar historias que cuestionen actitudes que se dan por hechas y que producen mucha infelicidad o desigualdad en algunas personas", señala 'Andrea' Segarra.
Le petite mort parte de una boda y cómo la novia vive ese momento tan importante en su vida. "Mientras pasan los minutos la protagonista va viendo aparecer todas las mujeres que a lo largo de su vida han ido modelando el concepto de feminidad que tiene y que de alguna manera ha de representar en este momento tan emblemático. Pero además, también hay un personaje masculino que representa las exigencias que se tiene sobre los hombres solo por ser hombres. En el fondo soy yo explorando mi propia feminidad. Hago un repaso por las mujeres que me han marcado a lo largo de la vida. No únicamente referentes tan mediáticos como los que marcaron a Barbi, como son Sara Montiel, Marilyn Monroe o La Veneno; también referentes más cotidianos como una madre o una abuela, que son con los que al final me he criado", asegura el profesional, con quien profundizamos sobre su trabajo.
-Cuando estudiaste cine, ¿tuviste claro desde un primer momento qué tipo de historias ibas a interpretar, escribir y dirigir?
-Para nada. Realmente empecé a hacer cine con 15 años y casi todo era terror. Después cuando fui a Madrid, estudié Publicidad y compaginé los estudios con el arte dramático. En ningún momento me planteaba seguir con el cine porque lo veía super difícil, por eso me enfocaba más a la interpretación. Es decir, he ido descubriendo lo que quería hacer a medida que iba haciendo. Cuando grabé Barbitúrica Burlesque estaba de hecho todavía estudiando. Me encantaba Almodovar y me inspiré en su trabajo.
"Llamarme Andrea me da más libertad a la hora de crear"
-En alguna ocasión has comentado que llamarte Andrea te permite trabajar desde la libertad, "sin los juicios de la mala educación".
-Sí, el hecho de llamarme Andrea me da más libertad a la hora de crear, porque ha sido un proceso muy de desaprender hábitos y pensamientos que nos vienen dados por la educación que recibimos y la sociedad en la que vivimos. Al final hay que deconstruirse un poco para crearse a uno mismo y eso es lo que yo he hecho. Para empezar es un nombre que me da mucha libertad, porque no corresponde ni a hombres ni a mujeres, un aspecto de género que a mi siempre me ha importado mucho. Y además también creo que me hace juzgarme menos. Podría hacerlo también desde Borja, pero es una forma de decir; "bueno, puedo explorar más".
-¿Cómo fue dirigirte a ti mismo en Barbitúrica Burlesque?
-Aunque co dirigía con Marta Romero fue un desafío. A veces era imposible, porque como eran rodajes de batalla, dirigir al resto de actores a la vez que dirigirte a mí mismo era
complicado. De hecho, para mi la mejor experiencia rodando fue la primera escena de la serie porque yo no salía. Había treinta personajes, era complicada, pero solo tenía que estar enfocado en dirigir.
-¿Son los relatos que se ven en la serie totalmente representativos de la realidad?
-Con la realidad al uso diría que no, porque la serie es un cúmulo de hiperrealismo, todo se lleva muy al extremo. Desde el personaje hasta la estética, todo está muy extremado. Aun así, sí ha habido personas que se han sentido tocadas con la trama. Recuerdo incluso que Manuela Trasobares, quien aparece en el prólogo, me escribió un texto tras ver los primeros capítulos diciéndome que le había llegado mucho.
-Explicabas en otra entrevista que la serie comenzó con pequeños sketches performativos grabados por Barcelona y sin daros cuenta terminó por contar con la participación de más de 150 personas, entre ellas La Veneno. ¿Cómo consigue un trabajo de bajo presupuesto tan amplio apoyo?
-Pues mira lo más curioso es que participó gente de todos los tipos. Personas que estaban más relacionadas con el universo "babiturico", por llamarlo así, y personas que no tenían nada que ver. Al final creo que lo que contagiaba un poco era el espíritu de pasión por lo que estábamos haciendo, de atrevimiento y que era muy divertido. Había jornadas de trabajo larguísimas, pero era un universo muy llamativo. Igual un día no podía venir una persona de sonido, pero venía otra y así fuimos tejiendo la serie.
-¿Crees que con la pandemia de por medio se hubiera podido hacer un proyecto igual?
-No lo sé sinceramente. De la misma manera no porque llevaríamos mascarilla, pero creo que igual ahora todavía participaría más gente, porque ha habido un boom muy grande con la estética y la temática trash. Sobre todo entre las generaciones más jóvenes, que les encanta ese tipo de contenido 'queer'. Así que sí, sería distinto, pero igual sería incluso más fácil, especialmente a la hora de encontrar patrocinadores y apoyo más institucional.
-Ahora cambias totalmente de registro con un documental sobre tu tierra, Benicarló. ¿Qué te ha llevado de vuelta a casa?
-Génesis se estrena el sábado en mi canal de YouTube y toma como punto de partida el rodaje de Le petite mort que fue grabado aquí durante las fiestas de agosto. En el film se irán mostrando los siete días de rodaje que vivimos. De ahí lo de génesis, porque son siete días de creación. Pero más allá del rodaje, lo que quiere ser es un retrato de mi localidad. En agosto es como el momento de esplendor de la cultura que tiene mi pueblo, la cual tiene cosas interesantes y muy bonitas, pero también otras las pongo en tela de juicio.
-¿Qué fue lo más complicado de rodar en el pueblo?
-Para mi han sido facilidades, porque al final con menos puedes hacer más en ciertos niveles. Aquí conozco a mucha gente, tengo amigos, mi familia y es más fácil pedir favores. Si de repente necesitas un caballo blanco, mágicamente aparece. Eso en el centro de Madrid es más difícil y mucho más caro. Aun así como dificultades diría la autocensura. En Madrid al final es como estar en una burbuja, el pueblo no es igual, va a otro ritmo. Aunque justamente por eso es más interesante trabajar aquí. En Madrid estamos todos dándonos la palmadita en la espalda.