CASTELLÓ. Los candidatos municipales a la alcaldía de Castelló han empezado el día firmando un pacto común por la cooperación internacional e, irónicamente, lo han acabado sacando la artillería pesada en el debate televisado este miércoles en À Punt, donde más que nunca en esta eterna campaña se ha evidenciado que para el PP el pasado sigue siendo una losa que ensombrece cualquier propuesta de futuro. Los contendientes han logrado escapar al corsé del formato -con intervenciones tasadas y rigurosos turnos cronometrados- y han repartido la munición, dirigida fundamentalmente a la candidata popular, Begoña Carrasco.
Sin embargo, ha sido la alcaldable socialista, Amparo Marco, quien ha recibido los primeros embates a propósito de los posibles pactos de gobierno. El encargado de abrir fuego era el candidato de Unides Podem-CSeM-EUPV, Fernando Navarro, quien ha intentado poner a Marco contra las cuerdas inquiriéndole una respuesta clara sobre su "prioridad" a la hora de pactar tras el 26-M.
Tanto el alcaldable de la confluencia como el de Compromís, Ignasi Garcia, han puesto sobre la mesa el "Con Rivera, no" y han apretado a Marco para que se definiera ante un eventual acuerdo con Ciudadanos. La socialista, por su parte, no ha variado lo dicho hasta ahora: los pactos los decidirán las urnas. "No podemos menospreciar el poder del voto" o "salimos a ganar" han sidos sus argumentos para eludir una pregunta incómoda que, de momento, sigue sin respuesta. No obstante, sí que ha hecho un guiño al Pacte del Grau, alabando la gestión del gobierno de coalición con Compromís y el apoyo de Castelló en Moviment. Pero ha advertido: "serán los votantes quienes decidan".
El fuego amigo ha sido el más difícil de sortear para la candidata socialista, que en todo momento ha exhibido solvencia y seguridad. Con tono alcaldable, ha desplegado una retahíla de logros para vender gestión: la bajada del IBI, la reducción de la deuda municipal o la aprobación del Plan General destacan entre las medidas por las que saca pecho. Marco, que se crece en el cuerpo a cuerpo, juega con la ventaja de cuatro años al frente del gobierno de la ciudad, pero con el viento de cola del 28-A también es la que más tenía que perder en un debate electoral. Sin embargo, ha salido airosa de los ataques.
Bastante más complicado lo ha tenido la candidata popular. Begoña Carrasco ha lidiado no solo con los envites de la izquierda, sino con alguna que otra puya inesperada del aspirante de Ciudadanos, Alejandro Marín-Buck, con quien no ha mostrado sintonía salvo en contadas ocasiones. Los ataques le han llovido desde todos los flancos. Hasta su camiseta, con una ilustración icónica del feminismo, ha servido de excusa a Navarro para preguntarle si estaría dispuesta a pactar con Vox, el partido de extrema derecha que quiere derogar la Ley de Violencia de Género. Carrasco ha eludido la respuesta: "Mi camiseta pone 'alma y coraje', que creo que es lo que mejor me define".
La corrupción de la Gürtel y su ramificación en Castelló, la defensa de la Cruz de los Caídos del parque Ribalta o las tres sentencias que anularon el Plan General promovido por el PP son algunos de los dardos que le han lanzado los partidos del Pacte del Grau. La presión sobre Carrasco ha llegado a tal punto que ha iniciado así una de sus intervenciones: "Desde sus casas podrán ver cómo todos atacan a la candidata del PP. Estoy satisfecha porque me ven como una amenaza". Aún así, la popular, convertida en diana de casi todas las críticas en los sesenta minutos de programa, ha capeado el temporal y ha logrado exponer sus propuestas. También ha sido capaz de pasar del juego defensivo al contraataque en cuestión de segundos para recordarle a Garcia, con sobres en la mano incluidos, que "la lista de Compromís es la única que tiene imputados" -en referencia a Ali Brancal- o para afearle a Marco que "el círculo de los desahucios" sigue sin cerrarse.
En el bloque de la izquierda, el candidato de Compromís ha desempeñado un rol dual que complicaba el mensaje. Defender la gestión de gobierno y, a la vez, desmarcarse de sus socios del PSPV no es tarea sencilla. Aún así, Ignasi Garcia ha alcanzado ese doble objetivo con brillantez en varios momentos: ha respondido con rigor a las críticas en materia de vivienda (competencia de Compromís en el Ayuntamiento) y ha dejado clara que "la única opción de Compromís es un gobierno de progreso", afeando a Marco su indefinición. No obstante, ha exhibido menos mordiente que en otros debates electorales.
En el terreno de la crítica, le ha robado protagonismo el alcaldable de Unides Podem-CSeM-EUPV. Fernando Navarro ha copado las intervenciones más duras, lanzando reproches sobre la herencia del PP y evidenciando las carencias del gobierno municipal. El Pacte del Grau "ha suspendido en materia de vivienda", ha afeado a Compromís, mientras le recriminaba a Carrasco que "dé lecciones" cuando "la ciudadanía tiene memoria" y sabe que los desahucios "no importan" al PP. Navarro ha repartido golpes certeros con los que ha ganado presencia en la contienda televisiva y se ha postulado como "imprescindible" para un gobierno de progreso que quite "el freno de mano" y profundice en las políticas transformadoras.
Caso aparte es el de Ciudadanos. Su candidato, Alejandro Marín-Buck, carece de trayectoria en el ruedo político, lo que se ha evidenciado en intervenciones titubeantes y argumentos que a duras penas ha logrado defender. Este médico de profesión no lleva ni un mes como cabeza de lista y le ha tocado aprender sobre la marcha en lo que él mismo ha bautizado como la "runner campaña". Ha pasado prácticamente todo el debate pegado al guion, leyendo el discurso que llevaba redactado. Pero ha mostrado cierta capacidad para la improvisación cuando alguno de sus rivales le interpelaba. Su momento más brillante ha llegado con un golpe inesperado a la candidata del PP, quien se quejaba de los ataques recibidos: "Se dirigen a ti porque habéis gobernado muchos años y no habéis sido capaces de dar solución a los problemas de los ciudadanos", le espetaba para sorpresa de todos.
Era la constatación de que el PP se quedaba solo en un debate en el que la izquierda, pese a algunos desencuentros, ha hecho frente común. Carrasco confirmaba también el cambio de rumbo en la estrategia del partido tras el 28-A: se ha vendido como la opción moderada, compitiendo por el centro con la formación naranja.