CASTELLÓ. El Acord de Fadrell sufre un nuevo revés con la retirada de la cruz de Ribalta. La segunda licitación, después del fiasco de la primera, se ha quedado desierta al no haberse presentado ninguna empresa. Ahora, el Ayuntamiento de Castelló estudia técnicamente una fórmula que permita acometer la actuación, ya que la voluntad del equipo de gobierno pasa por retirar el monumento antes de que concluya la legislatura, en cumplimiento de la ley de Memoria Democrática.
Las opciones que se barajan son volver a sacar a concurso la actuación, incrementando el presupuesto (en la actualidad, 71.286 euros, IVA incluido); impeler un procedimiento negociado con una mercantil (una especie de adjudicación directa); o encargar a las brigadas municipales que se ocupen de trasladar el lábaro. De las tres alternativas, las dos primeras parecen las más viables, según fuentes municipales.
El pasado 9 de septiembre, tras el decreto de resolución con la anterior adjudicataria, la plataforma de Contratación publicó el nuevo concurso público, con un plazo de 14 días para la presentación de ofertas. El pliego garantizaba la ejecución del proyecto en el caso de interesarse alguna licitadora, toda vez que para concurrir se exigía solvencia técnica y económica, a diferencia de la primera licitación. Entre los requisitos se pedía una experiencia mínima de cinco años, registrar un volumen de negocios de al menos 90.000 euros al año y acreditar la disposición de maquinaria, material y equipos.
Después de la polémica suscitada con Polaris Purgaret, existía la posibilidad de que al final ninguna mercantil se postulara para retirar la cruz, pero en el seno del gobierno municipal tampoco se quería pensar en ella ante la demora que significaba (y que significa).
El Ayuntamiento de Castelló determinó el 1 de septiembre iniciar los trámites administrativos para incoar el expediente de resolución del contrato con la concesionaria. Lo hizo ante los reiterados incumplimientos de la empresa, que ni siquiera llegó a empezar las obras a pesar de que el 2 de agosto firmó el acta de comprobación de replanteo, un acto jurídico que marcó la cuenta atrás respecto a la ejecución de seis semanas.
Al día siguiente, Polaris Purgaret debía iniciar el levantamiento del monumento para su posterior traslado al nuevo emplazamiento de la explanada de la parroquia Santo Tomás de Villanueva. Sin embargo, la adjudicataria comunicó su decisión de posponer sine die esa fase del proyecto con el argumento de que todavía no tenía el encofrado de madera para proteger la estructura. Ese miércoles, 3 de septiembre, las concentraciones en Ribalta se repitieron durante toda la mañana, con protestas a favor y en contra.
A partir de ese momento, las inobservancias de la mercantil se sucedieron. Primero, con la instalación de unas vallas cuyas características no cumplían con el contrato. Después, con la solicitud de paralización de la actuación por los procesos judiciales. Esa petición marcó un antes y un después en el conflicto, ya que desde ese instante la empresa dejó de atender las llamadas de los técnicos municipales para conocer los motivos del retraso.
Ahora, sin propuestas para la segunda licitación, el Fadrell tiene que redefinir su hoja de ruta. La idea era comenzar los primeros trabajos en octubre para culminarlos a mediados de noviembre. Sin embargo, con este contratiempo, saber cómo y cuándo se procederá a la retirada de la cruz supone una verdadera incógnita.