CASTELLÓ. La producción de clemenules bajará en torno a un 15% en la próxima campaña. Esta es la estimación que maneja La Unió de Llauradors a estas alturas del año, cuando todavía faltan varios meses para el inicio del grueso de la temporada, a tenor de las prospectivas que ha realizado la entidad en el campo. El descenso de tonelaje se debe a la vecería propia de los árboles -y más en una variedad en que el material vegetal ya es de edad avanzada- y a la incidencia del cotonet de Sudáfrica, que afecta sobre todo a las zonas en que se cultiva esta variedad reina de la provincia.
Con ello, Castellón será el territorio de la Comunitat donde más bajará la producción citrícola. De hecho, según los cálculos de La Unió, el resto de variedades de mandarinas mantendrían su producción y esta incluso podría aumentar en naranjas. Con ello, en la próxima campaña, y si no se producen circunstancias atmosféricas adversas, "vamos a estar rascando los 3,5 millones de toneladas" de cítricos valencianos, señala el secretario general de la entidad, Carles Peris.
Con ello, la cotización de la fruta debería mejorar respecto a la campaña anterior, que arrancó bien pero que después se hundió, sobre todo en lo que respecta a la clemenules. Por el momento, los precios de los escasos tratos que se vienen produciendo en el campo rondan "los del año pasado", señala Peris, quien lamenta que se están produciendo menos compras: "Va más lento, el comercio no quiere acaparar tanta fruta".
Así, a día de hoy se están comprando oronules a 0,55 euros el kilo; arrufatinas entre 0,42 y 0,38; marisoles a 0,34 y clemenules tempranas y, "de lo bueno, lo mejor", a 0,33, asegura Peris. Habrá que esperar a la evolución de la demanda, y a la competencia de otras zonas productoras, para ver cómo se posiciona el mercado, pero la pandemia puede ser una ayuda, como ya lo fue hace año y medio: "La covid-19 ha servido para relanzar el consumo de cítricos como aliados beneficiosos para la salud", destaca Peris.
En cuanto a la afección del cotonet de Sudáfrica, a falta de conocer los resultados que está llevando a cabo la Conselleria de Agricultura, el secretario general de La Unió apunta que, además de la pérdida de fruta, que en muchos campos "puede ser asumible", el principal problema es que, cuando un agricultor detecta la plaga en su huerto, aunque esta no afecte a más de un 2% de la fruta, se ve obligado a realizar los preceptivos tratamientos para evitar que prolifere en el futuro.
"La gente está haciendo entre dos y cinco tratamientos, es una barbaridad", apunta Peris. Y esto incide directamente en el bolsillo de los productores, hasta el punto de que ha disparado los costes de producción en un 55%, unos 0,14 euros por kilo, estima la organización agraria. "Seguimos reclamando al Ministerio más ayudas, necesitamos más apoyo en la lucha y prevención", concluye Peris.