CASTELLÓN. "De todas las fotografías que realizas en tu día a día, ¿cuántas quedan en papel?" Tal vez hace unas décadas responderíamos que todas aquellas que venían en el carrete, pero esto ha pasado a convertirse en una decisión mucho más difícil. La vertiginosa fotografía analógica nos hacía conformarnos con la primera instantánea que hacíamos. Sin embargo, las posibilidades del digital nos han llevado a enfrentarnos a la compleja selección de cuál de las "300" tomas es la mejor. Así, entre filtros y stories, los profesionales ya empezaron hace cinco años a optar por regresar a los fotolibros con el claro objetivo de revalorizar su trabajo. "La fotografía es democrática y el tener acceso a ella ha provocado que su uso sea más elevado que el consumo. Por ello, el fotolibro se presenta como una oportunidad baremada para canalizar la masiva producción", explica Vicent Tena, creador del colectivo Photobook en Castellón.
Con un recorrido previo por otras ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla o València; Tena quiere trasladar este proyecto al núcleo de la provincia. Su idea: abrir el diálogo de la fotografía a nivel local, intercambiar "reliquias" de este arte y descubrir autores. "La cultura de la fotografía siempre ha estado presente en Castellón. Solo hay que ver la cantidad de cursos, certámenes o jornadas que nacen con la excusa de hablar sobre ella. El mayor exponente es pues el festival Imaginaria, desde el cual a lo largo del año se han superado las 50 exposiciones provinciales. Aun así, tras seis meses de maduración me he lanzado a crear esta iniciativa, dado que el fotolibro es una de las tareas pendientes de la ciudad", manifiesta Tena, quien es licenciado en Psicología y claro amante de dicha disciplina.
El Photobook se presenta como un lugar de encuentro abierto a todos los entusiastas por la fotografía con la única condición de que quienes quieran intercambiar su gusto por los libros, la conviertan en protagonista. No valen pues novelas, ni ensayos...aunque la lista puede oscilar desde la vertiente más academicista y clásica, hasta los autores de vanguardia o del ámbito local. Así pues, cualquier entusiasta puede aportar sus recomendaciones, aunque con previo aviso al organizador del evento. Y una vez seleccionados para intervenir en cada una de las jornadas, los ponentes tendrán entre cinco o diez minutos para exponer, en un diálogo abierto, el por qué les parece interesante determinada obra.
"De momento no he marcado ninguna temática, pero tras la primera toma de contacto, sería lo ideal", señala Tena. Y es que prevista para inaugurarse el próximo 24 de enero a las 20:00 horas en La Bicicleta Café, su deseo es convocar diversas mesas de debate cada "dos o tres meses", e incluso, rotarlas entre diversas localidades como Benicàssim, Vila-real, Alcora o Segorbe, ciudades nicho de esta técnica. Por el momento, ya están confirmados como participantes Lidón Forés, referente de la fotografía local, y Nacho Rosel, uno de los muchos "entusiastas".
Igualmente, según señala Tena, no es prescindible tener los libros, que se quieran compartir, físicamente ese día; valdría pues mostrarlos o explicar cómo son desde, por ejemplo, un iPad. "Me interesa, especialmente, crear un ambiente distendido e informal que sea accesible a todo el mundo", razona el castellonense.
Si bien los fotolibros parecían ser la solución para anteponer un diálogo distinguido frente a la sobresaturación de imágenes, la misma obra habría caído en la red, al haberse convertido en un recurso cliché para muchos profesionales del sector. Así lo sostiene Tena al afirmar que muchos fotógrafos empezaron a añadirlos "como parte de su currículum" y a editar su propio trabajo de forma anual. "Hay que saber decir no, tanto a la promoción como al consumo de imágenes", manifiesta el mismo. Es por ello que, Photobook quiere presentarse como una mena de oportunidad en esa "selección" de libros que, quizá, a nosotros mismos nos cueste controlar. "Las propuestas irán desde obras reconocidas -como puede ser The americans de Robert Frank- a ejemplares por descubrir. Me parece pues una gran oportunidad, puesto que elegir y poner freno a lo que nos llega día a día, es muy difícil", sostiene Tena.
Aun así, la cultura y el arte están sometidos a una constante "montaña rusa" que las conduce de un lado a otro, sin casi respiración. Por ello, a pesar de que la proliferación de estas obras es evidente, el mismo experto sostiene que los fotolibros están "en el fin de su auge". Un momento de colisión, donde por un lado, la fotografía analógica ha tenido un crecimiento exponencial, y por otro, "la autoedición, uno de los puentes que la han fomentado, ya está en declive". "En un momento donde estas obras están adquiriéndose incluso como obras de arte, hay que empezar a revisar las futuras producciones", concluye Tena.