CASTELLÓ. La covid-19 asesta otro golpe a las tascas. Las mediciones de la Zona Acústicamente Saturada (ZAS) se suspenden sine die por el agravamiento de la situación de crisis sanitaria derivada de la pandemia. En consecuencia, el Ayuntamiento de Castelló interrumpe el contrato de monitorización en continuo con Acústica y Telecomunicaciones SL (Acusttel) ante la imposibilidad de ejecutarlo e indemniza a la empresa por los daños y perjuicios.
La cancelación del servicio supone un serio revés a las pretensiones de revisar en los próximos meses las restricciones en las calles Barracas e Isaac Peral a propósito del consumo de alcohol. Según estipula la normativa autonómica, resulta imperativo almacenar datos por un periodo de 12 meses (no necesariamente ininterrumpidos). Ese año de evaluaciones difícilmente se cumplirá en el primer semestre de 2021, teniendo en cuenta que en 2020, al poco tiempo de activarse las estaciones, ya se paralizó la prestación en marzo debido al estado de alarma. Hasta el 2 de julio no se resolvió levantar la suspensión, que se prolongó hasta este pasado 21 de enero, cuando entraron en vigor las medidas excepcionales y adicionales de la Conselleria de Sanidad en el ámbito de la Comunitat Valenciana. Entre ellas, el cierre preventivo de establecimientos de la hostelería y restauración.
El Ayuntamiento de Castelló adjudicó a Acusttel la monitorización de las tascas el 27 de diciembre de 2019 por un importe de 29.665 euros, más 6.229,65 euros en concepto de IVA. Unos meses después, a principios de febrero, la empresa comenzó a instalar los siete sonómetros. Ese mismo mes empezó a realizar pruebas para arrancar con las mediciones antes de marzo. Sin embargo, la irrupción del coronavirus alteró por completo la programación, que ahora vuelve a verse afectada por el empeoramiento de la situación epidemiológica.
De hecho, ni siquiera ha sido posible en este tiempo extraer resultados suficientes para analizar, al menos, la posibilidad de plantear la declaración de espacio gastronómico. Sin tener garantías jurídicas para acreditar una disminución de los decibelios, valorar la aprobación en pleno resulta inviable en estos momentos. Para los hosteleros, no se trata de un tema menor, ya que la figura de protección acarrea, entre otras cuestiones, suprimir la obligatoriedad de utilizar los veladores para el consumo de alcohol en la vía pública.
Desde que se modificó la ordenanza de Convivencia Ciudadana en septiembre de 2019 por la sentencia del TSJCV, el consumo de bebidas solo se permite si existen mesitas de pie. A raíz de ese acatamiento judicial, el consistorio licitó nuevas mediciones con el propósito de calibrar la saturación acústica de las tascas y, dependiendo de los resultados, proponer a la Conselleria la eliminación de la ZAS a largo plazo o, en el caso de mantenerse los elevados niveles, establecer medidas correctas, como la colocación de un techo inteligente con laminas.
La calle Barracas es la única que cuenta con negocios de hostelería después del cierre de Cerverinos (antiguo Cantó del Vi), El Mejillón y La Cueva en Isaac Peral. Amado, La Tapería (Mel de romer), La Taska, La Guindilla, la Tasqueta y Ernesto son los establecimientos que sobreviven, aunque la covid-19 pone en jaque su futuro.