CASTELLÓ. La parroquia Santo Tomas de Villanueva, ubicada en Rafalafena, se prepara ya para acoger la cruz de Ribalta. Así se desprende del vallado perimetral de la actual cruceta, que debe ser desplazada para habilitar espacio en la explanada con vistas a instalar el monumento que permanece todavía en el parque, pero que el Ayuntamiento de la capital de la Plana prevé quitar al considerarlo un vestigio franquista.
Fuentes de la diócesis Segorbe-Castellón han rehusado pronunciarse respecto a la obra civil, ya que corresponde a la propia iglesia ofrecer cualquier tipo de información como responsable de la ejecución. Sin embargo, ha sido imposible contactar con alguna voz autorizada pese a los intentos de este periódico.
Aunque la eliminación de la cruz de Santo Tomás podría producirse en semanas, lo cierto es que parece improbable que a corto plazo se realice el traslado del lábaro de Ribalta a su nuevo emplazamiento, que acordaron el vicario general de Obispado, Javier Aparici, y la concejala de Cultura y Memoria Democrática, Verònica Ruiz, el pasado 10 de mayo. Al menos, esa es la creencia del equipo de gobierno en vista de que el juzgado sigue sin pronunciarse sobre las medidas cautelares solicitadas por la asociación Abogados Cristianos para que se paralice el proyecto de jardinería del parque, que implica la eliminación del monumento.
Como ya explicó el portavoz suplente del ejecutivo local, Fernando Navarro, en su comparecencia del 12 de mayo, los plazos de los recursos en el Contencioso-administrativo suelen alargarse meses, por lo que la previsión de retirar la cruz antes del verano resulta cada vez más efímera. De hecho, existen diferentes frentes abiertos. En concreto, tres. Uno, al objeto de solicitar la anulación del decreto para iniciar un nuevo expediente y los otros dos en contra del contrato para restituir la zona de Ribalta afectada por los trabajos de supresión de la cruz.
La empresa adjudicataria del expediente, Solaris Purgaret SLU, está pendiente de los acontecimientos judiciales desde el 6 de mayo, cuando la plataforma de contratación del Estado público la resolución del concurso público. Presentada la documentación, la formalización del contrato continúa sin producirse por las trabas legales. Es más, en el acuerdo de adjudicación se señala que, al existir un recurso en marcha, la realización del proyecto resulta inviable.
La ejecución del traslado del símbolo considerado como vestigio del franquismo, según el catálogo de la Conselleria de Calidad Democrática, tiene una duración de seis semanas. Los trabajos se organizan en cuatro fases. La primera corresponde a la retirada del monumento y su posterior traslado a un almacén, antes de que la diócesis se haga cargo de la custodia. La segunda se centra en los movimientos de tierra para la creación de los nuevos andenes y macizos con tierra vegetal. La tercera obedece a la albañilería y la cuarta culmina la distribución de la jardinería.
En el caso concreto de las operaciones para desplazar el lábaro, levantándose del suelo, está previsto que se utilice una grúa de gran tonelaje para propiciar que el monumento se mueve en su conjunto, como un bloque. Este proceso garantiza que se minimice el riesgo de rotura.