Si comer es un placer, el buen comer es un arte, y de esto último saben mucho los hermanos Rodríguez Fontanet.
De esta casa de comidas marinera hace más de 80 años, cuatro generaciones después, tenemos el Restaurante Mediterráneo. Y digo tenemos porque, a veces, hay que dar gracias por poder contar con establecimientos como este, porque cada vez que cruzas sus puertas, lo primero que te viene a la cabeza es que las cosas van a salir bien.
Todo suma en este restaurante. Que está en una de las mejores esquinas del Grao de Castellón, en la que huele a mar constantemente. Que el interior del local recuerda a una escena de película, elegante y ecléctica. Que el equipo formado por Antonio (maître), Sergio (sumiller) y Víctor (chef) no tiene fisuras, son de esa estirpe de profesionales impecables y cercanos a la vez, apasionados pero sin caer en esos excesos que te lleven a pensar que detrás hay una pose.
Con esto, si le pedimos al Mediterráneo cosas buenas, te las va a dar. ¿Marisco? Marisco. ¿Arrocito? Arrocito. ¿Materia prima de primera? De primera. ¿Respeto y audacia en las elaboraciones culinarias? ¿Diversidad de buenos vinos? ¿Trato como si estuvieras en casa? A todo, sí.
A esto hay que añadir cómo preparan aquí el arròs a banda —es el plato estrella y se les va a hacer la boca agua mientras me leen—. A la mesa no sirven solo el arroz, sino que, por delante y de primer plato, preparan un guiso de pescado, con pulpo, rape y gallineta que, junto con la patata, generan un caldo. Pues bien, una parte de ese caldo lo mezclan con all i oli, el cual derraman por encima del pescado y la patata cocidos, y la otra parte del caldo, la emplean para hacer el rossejat. Dos platos con los que no se puede ser más fiel al nombre de arròs a banda.
Pero como lo normal es que uno no quiera irse nunca del Mediterráneo, también diré que Sergio, el sumiller, finalista del Concurso “La Nariz de Oro”, ha preparado una carta de vinos extensa —de 19 páginas—, con decenas de referencias para poder viajar por la geografía de nuestro país de DOP en DOP o de variedad en variedad, incluso con nombres fuera de carta. Y puedo dar fe de que aquí los mejores vinos cumplen la relación calidad-precio.
Y como no me gusta despedirme sin citar los postres, aquí va alguna muestra: coca de Castelló i gelat de pilotes de frare, tarta de queso horneado, fresas y helado de frambuesa o el helado de higos secos y orejones.
Para quienes nos gusta disfrutar de la vida más allá de Valencia, este Mediterráneo es el sitio adecuado.