La alcaldesa de Vall d'Alba, Marta Barrachina, encabeza las quinielas para asumir la presidencia del PP en Castellón, mientras que el nombre de Carmina Ballester, a la que le avala su gestión en Onda, suena con fuerza en Génova.
CASTELLÓ. Miguel Barrachina renuncia a presentarse a la reelección como presidente del PPCS para no verse implicado en las disputas internas por el control del partido en la Comunitat Valenciana. Aunque el componente emocional, tras haber sufrido un importante desgaste en estos cuatro años, ha influido en su decisión, el principal motivo de apartarse obedece a la batalla que se avecina acerca de la continuidad de Isabel Bonig. La actual dirigente regional, gozando de la confianza de Pablo Casado, genera dudas en una parte de la dirección nacional, más partidaria de impeler una renovación con la elección de un nuevo referente. Por ejemplo, de Carlos Mazón.
Sin embargo, el hombre fuerte del PP valenciano, que concentra el poder orgánico de Alicante, se muestra reacio a dar un paso adelante. Al menos, mientras no se le garantice el total respaldo de las tres provincias. Y es aquí donde surgía la disyuntiva de Barrachina para seguir adelante. Siempre al lado de la política castellonense y exalcaldesa de la Vall d'Uixó, no quería tener que elegir entre la lealtad personal y el partido, viéndose además implicado en una guerra que no encaja con su carácter moderado y conciliador.
Barrachina sustituyó a Javier Moliner como presidente del PPCS el 3 de junio de 2017 en un congreso organizado en Peñíscola. Con el respaldo del 92% de los compromisarios, su elección se consideró como un acicate para afrontar los retos electorales de 2019. Ahora, a escasos tres meses de celebrarse la convención provincial, la marcha del barón popular abre una nueva etapa, llena de cambios a tenor del calado de la regeneración que se pretende impulsar en la cúpula.
Tanto es así que el relevo tiene nombre de mujer. Según ha podido saber Castellón Plaza, la alcaldesa de Vall d'Alba y diputada provincial, Marta Barrachina, parte como la gran favorita en las quinielas. Desde hace meses se trabaja con su candidatura para presentar una lista única y de consenso. Con amplios conocimientos sobre el funcionamiento interno de la principal fuerza de la derecha (se trata de la vicesecretaria de Organización), cuenta con el respaldo del PP en la Diputación, así como de la inmensa mayoría de cargos del comité provincial. También juega a su favor el don de gentes, habiéndose recorrido la totalidad de las comarcas, lo que supone un plus de experiencia.
Otros nombres para la presidencia provincial del PP, pero con muchas menos posibilidades, son Carmina Ballester (primera munícipe de Onda), Susana Marqués (Benicàssim) y Mari Carmen Climent (Segorbe). Con escasas opciones aparece Begoña Carrasco, portavoz en el Ayuntamiento de la capital de la Plana y principal valedora de Casado en la provincia durante el proceso de primarias para elegir al sucesor de Mariano Rajoy como presidente nacional. Su perfil siempre ha gustado en Génova. Incluso, en los momentos más complicados de Miguel Barrachina, tras la debacle electoral de las municipales, sonó con fuerza ante un hipotético adelanto del congreso. Sea como fuere, su aspiración política va en otra dirección y está centrada en la carrera hacia la alcaldía de Castelló.
En el caso de la alcaldesa de Onda, Carmina Ballester, es de los nombres que se barajan con fuerza para el próximo congreso PPCS, ya que su modelo de gestión en esta localidad a lo largo de esta primera mitad de mandato, con la llegada de inversiones al municipio, no ha pasado desapercibido en Génova.
El listado de futuribles para suceder a Miguel Barrachina resulta variado, aunque la decisión final sobre la persona elegida vendrá determinada por Madrid y siempre en clave autonómica. Salvo un giro inesperado respecto a la hoja de ruta marcada, la convención provincial se celebrará en junio, convocándose con una antelación de 45 días, según marcan los estatutos. De hecho, para este mismo viernes se ha programado una junta directiva extraordinaria con el fin de aprobar tanto el comité organizador del cónclave como la fecha y el escenario.