CASTELLÓ. Hace apenas unos meses recordábamos en este mismo periódico aquella fatídica tarde de 1985 en la que cerraron, de manera simultánea, en Castelló hasta cuatro salas que ocupaban por entonces la capital de la Plana. El sector se fundía sencillamente a negro para dejar desangelado el centro de la capital. Y hoy, 35 años después, la historia se repite pero en el Grau. Tras 16 años en activo, la multisala Neocine-Puerta Azahar baja la persiana sin ni siquiera haber tenido tiempo de despedirse. Mientras muchos espacios permanecen cerrados por estar probando diferentes maneras de abrir, adaptándose claro está a las medidas sanitarias impuestas por la crisis sanitaria, Neocine se marcha para poner, sin más, punto y final a su andadura.
No es, sin embargo, la crisis sanitaria la que ha llevado a sus dueños a cerrar. Según explica Pedro Gimeno, propietario de la empresa que lo gestiona, a Castellón Plaza, se debe a una "decisión empresarial" y a esa necesidad que le corría hace tiempo por el cuerpo de "finalizar esta etapa". Ahora bien, no cree Gimeno tampoco que el futuro cinematográfico de la ciudad pase por un buen momento. "El coronavirus ha hecho mucho daño a los sitios de masas. Si los cines ya tenían una capacidad de crecimiento muy justa en Castelló, imagina ahora reduciendo aforos y aumentando el personal para que puedan garantizar la higiene del espacio", ha apuntado. Este sentimiento de "hecatombe" del que habla el empresario se respira desde hace meses en cada pequeño sector de la industria cultural. No ha habido prácticamente ningún campo o profesional que no pida "un plan de choque" para mitigar los efectos inmediatos que supuso la parálisis de su actividad.
A partir de aquí solo el tiempo dirá qué pasa con el futuro de la ciudad. Lo cierto es que, en la actualidad, solo son dos las salas que permanecen abiertas y ambas están ubicadas en la periferia, dentro de sus respectivos centros comerciales: de un lado continúa Cinesa en la Salera, y de otro el Ocine en Estepark. Por su parte, el Neocine del Grau ya llevaba un tiempo acumulando muchas sesiones vacías o con un público casi puntual. Pero lo que hizo intuir su final fue que las instalaciones del mismo espacio empezaron a vaciarse desde hace días, con cajas acumuladas en la entrada que almacenaban altavoces, entre otro material técnico. Toda una lástima, porque pese a ser un cine comercial, la suerte de tener el Neocine en Castelló era que este también procuraban arriesgarse con películas de autor, obras de producción propia y films en valenciano. Un vacío que urge más que nunca ocupar.
Y en esas podría estar el Ayuntamiento de Castelló que, aunque todavía no habla tan siquiera de plazos, sí anunció el año pasado su intención de crear un cine público en el centro de la ciudad. Un proyecto con un funcionamiento parecido al de La Filmoteca de València, donde se programarían ciclos de género clásico, así como películas taquilleras de años anteriores, en versión original y en valenciano. La idea, explicaba en su momento la concejala de cultura, Verònica Ruiz, es que el nuevo espacio no se alce con ánimo alguno de "competir" contra la oferta privada, sino con el único espíritu de ofrecer "cine de culto". No obstante, si ya se desconocía en su momento cuándo se podría materializar esta idea, con la crisis del coronavirus, este y otros proyectos culturales es probable que queden encallados en los despachos durante un largo tiempo.
En la cartelera de 1981 se pudo ver El Príncipe de la ciudad, El camino de Cutter, Fuego en el cuerpo y Ladrón. Cuatro películas en un solo año que tenían los mismos temas en común: una sociedad con el trabajo degradado tras las crisis del petróleo, policía corrupta campando por sus respetos y gente que intenta salir adelante delinquiendo que justifica sus actos con razonamientos éticos: se puede ser injusto con el injusto