CASTELLÓ. La complicada situación financiera del grupo castellonense Tastia, dueño de la cadena de restauración Muerde la Pasta y copropietario de The Fitzgerald, acabó con la presentación de un concurso de acreedores voluntario este mismo verano, al que ha acudido el fondo de inversión Atitlan para pujar por sus unidades productivas. Pero hasta ese punto, el conglomerado alimentario trató por todos los medios de poner fin a sus problemas de liquidez para hacer frente a sus deudas: desde el cierre de locales y operaciones de financiación con sus activos inmobiliarios hasta desinversiones en criptomonedas. Intentos que, sin embargo, no consiguieron evitar el desenlace hoy conocido.
Las últimas cuentas anuales de la compañía, referentes al año 2021, hacen un relato del panorama que atravesaba el conglomerado castellonense en el momento de su presentación, en 2022, donde la mala situación financiera obligó a tomar decisiones como las mencionadas. "En el ejercicio 2022 el Grupo está acometiendo diversas medidas que le permitan mejorar la situación de liquidez", explicaba el grupo Tastia, que empezó ese año con un pasivo de 54 millones de euros, de los cuales 31,4 correspondían a deudas con entidades de crédito y 6,3 con proveedores.
Ante esta situación, en sus cuentas la compañía recoge una serie de estrategias que llevó a cabo para mejorar la liquidez como, por ejemplo, la enajenación de activos e inversiones "entre las que se encuentran las inversiones en criptomonedas". Una línea de actuación que se llevó a cabo en 2021 y 2022 ingresando con ella casi 1,5 millones de euros y obteniendo un beneficio de 650.000 euros. Asimismo, renegoció las condiciones de devolución de su deuda finanicera y obtuvo nuevas líneas adicionales de financiación por importe de dos millones de euros.
Pero no fue lo único, sino que también suscribió una operación de lease-back sobre las instalaciones de una de las compañías del grupo. Esto permitió a la firma obtener una fuente rápida de liquidez gracias a la venta de sus activos mientras puede seguir usándolos para su actividad mediante un contrato de arrendamiento financiero con el nuevo propietario. Un movimiento que le reportó un ingreso de más de 2,6 millones de euros, según la memoria de las cuentas. Y todo ello se sumó a la decisión de cerrar aquellos restaurantes que no "resultan rentables" al grupo.
El motivo fundamental de la precaria situación financiera fue la pnademia de coronavirus, que supuso "una reducción significativa de la actividad". Cabe recordar que Tastia mantuvo cerrados todos sus locales desde el decreto del Estado de Alarma el 14 de marzo hasta el 1 de julio, cuando finalmente reabrió sus establecimientos, siguiendo las limitaciones marcadas en cada momento por el Gobierno y la Generalitat.
Hasta la aparición de la covid el crecimiento de la enseña castellonense era un hecho, pero el coronavirus le supuso una caída de 38 millones de euros en su facturación en 2020, que a pesar de recuperar terreno las ventas en 2021 con un crecimiento de 7 millones, no impidió a la postre presentar unas pérdidas de 9,6 millones de euros el año post-covid, a falta de conocer los datos de 2022, que todavía no son públicos.
En ese contexto, la compañía consiguió aplazar o suspender las rentas de arrendamiento, metió a parte de la plantilla en un ERTE y aplazó el pago a proveedores, además de obtener nueva financiación. En 2021 alcanzó un acuerdo de refinanciación de las deudas bancarias y la compañía esperaba, superada la pandemia, volver a "los niveles habituales" de actividad para hacer frente a las deudas y compensar las pérdidas acumuladas. Sin embargo, en 2022 tuvo que volver a negociar con las entidades financieras acreedores el calendario de devolución de las deudas, según explica la memoria.
En las cuentas de 2021, formuladas el año pasado, los administradores de Tastia consideraban que "la viabilidad financiera y operativa del Grupo está asegurada en los próximos ejercicios" y que se generarían "los flujos de caja suficiente para atender las obligaciones registradas al corto plazo". Con todo, y pese a los intentos de cumplir estos objetivos, menos de dos años después, este verano, el grupo acabó presentando un concurso de acreedores voluntario ante las dificultades para hacer frente a sus deudas.
El concurso, aprobado por el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Castelló el pasado 4 de septiembre, afecta a 17 compañías del conglomerado empresarial castellonense: además de Tastia Group Alimentaria, las firmas Benrestaura, Benknow, Benfood Alimentaria, Benworks, Ripiena, Rigatoni, Rexorum, Pasta Venecia, Mexicas, Madrid Mola Mas Cada Vez, Fransveta, Alforno, Fusilli, Tortelli, Gran Tortello y Nuevo Capitol. En esa situación, el fondo de inversión Atitlan ha pujado por quedarse con el grupo, dejando fuera la participación en The Fitzgerald.
Asimismo, y en paralelo a la proceso concursal, recientemente el grupo ha acordado un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) con las organizaciones sindicales que afectará a 78 personas, lejos de las 124 que había planteado la compañía inicialmente, como publicó Castellón Plaza. Y 50 de los 78 despidos corresponderán a empleados que ya estaban en ERTE. El resto de la plantilla seleccionada para el despido colectivo son personas que llevan a cabo una actividad de soporte al negocio fabril y de restauración, responsables de área o zona que no tienen actividad por reducción del negocio o personas en excedencia voluntaria, según han comunicado las organizaciones sindicales.