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AUTOR DEL LIBRO 'PENYAGOLOSA, patrimonio de una comunidad'

Juan A. García-Esparza: “Para conservar un paisaje cultural, sus vecinos deben participar en el cambio”

El autor del libro 'Penyagolosa, patrimonio de una comunidad. Entorno histórico y valor social', publicado por UJI y Consejo Social, subraya la necesidad de que los vecinos de los pueblos se sientan partícipes de la evolución de su entorno y propone cambios en el enfoque político, a partir del valor del territorio como "espacio habitado".

1/02/2022 - 

CASTELLÓ.  Profesor titular del Grado de Arquitectura Técnica de la Universitat Jaume I, Juan Antonio García-Esparza es coordinador del grupo de investigación Tecasos. Máster en Patrimonio Cultural por la Universitat de València, por la que obtuvo el Doctorado en 2011, siete años después accedió al Departamento de Ingeniería Mecánica y Construcción de la UJI. Partícipe de numerosos proyectos de investigación relacionados con el patrimonio arquitectónico y la rehabilitación energética en edificación, cuenta con varias publicaciones científicas de alta indexación en su ámbito, una patente (2013) y un premio nacional (2015). A partir del trabajo de análisis de pequeños centros históricos de la provincia, como director de la Cátedra Diputación de Centros Históricos e itinerarios Culturales de Castellón (2015-2019), el pasado mes de mayo de 2021 presentó Penyagolosa, patrimonio de una comunidad. Entorno histórico y valor social (Publicacions de la Universitat Jaume I, 2020), editada con el apoyo del Consejo Social de la Universidad.

El libro se adentra en diez pueblos -Culla, Puertomingalvo, Vistabella del Maestrat, Xodos, Atzeneta del Maestrat, Les Useres, Llucena, Castillo de Villamalefa, Ludiente y Villahermosa del Río- para presentar una descripción de sus cascos históricos y penetrar en el detalle de símbolos de valor social -de las plantas a las puertas, de las gateras a los timbres o herrajes- en busca de su autenticidad y analizando prácticas y usos sociales. Todo, sin olvidar al paisanaje, incorporando entrevistas a los artesanos que dan vida a las poblaciones de un paisaje cultural único.

- En primer lugar, quería preguntarle por el origen del libro. Todo parte de una investigación, ¿no?
- La idea surge a raíz de la Cátedra Diputación de Castellón de Centros Históricos e Itinerarios Culturales de la Universitat Jaume I. En 2016 se materializa la Cátedra para estudiar cuestiones del patrimonio material e inmaterial de Penyagolosa. Entonces, se nos plantea la idea de analizar por un lado las rogativas, la candidatura a Patrimonio Mundial que se planteaba sobre las peregrinaciones de Les Useres y Culla... y a partir de ahí el trabajo va evolucionando para analizar algunas construcciones vinculadas a esos caminos masías, pavimentos, elementos etnográficos que formaban parte de esas rogativas. Las rogativas pasaban por aquellos caminos por algo: porque vivía gente, porque eran puntos de inflexión de las rogativas, de las propias plegarias. Y claro, vemos que aquello no son simplemente rogativas, sino una forma de habitar Penyagolosa, una forma de vivir en la montaña.

El libro recoge un estudio pormenorizado de los 10 pueblos de Penyagolosa.
- Y una cosa llevó a otra, ¿no?
- Pues sí, porque empezamos a estudiar los pavimentos, a estudiar masías... y acabamos estudiando los pueblos, viendo las diferencias que había entre unos y otros, y para ello pedimos más financiación a la Generalitat y a la propia UJI. Y todo esto al final es un trabajo de cuatro o cinco años. Ya llevamos trabajando desde 2016 y al final se refleja en un libro, aparte de un expediente que hicimos para el Patrimonio Mundial, aparte de muchas otras cosas.

- ¿Cómo cuáles?
- Pues por ejemplo, cursos de verano como los que hicimos en 2015 y 2016, o las jornadas de centros históricos, que se celebraron durante tres ediciones, entre 2016 y 2018. En estas jornadas visitábamos los municipios normalmente los sábados, en visitas de un día entre septiembre y octubre. Por las mañanas hacíamos un recorrido por los centros históricos, visitábamos casas particulares, talleres y demás construcciones de interés, y eran los propios vecinos quienes nos enseñaban sus casas. Por las tardes normalmente se hacía una excursión a algún paraje natural del pueblo con algún vecino como guía, y en el último año llegamos a reunir casi 100 visitantes por pueblo y día, con gente que venía de Valencia y otras localidades algo más lejanas.

"Penyagolosa tiene valor por sí mismo cuando se entiende en su conjunto. Pero eso conlleva complejidades administrativas, con una Administración pensada para funcionar por apartados"


- En el libro explica que se trata de la primera parte de un estudio más extenso.
- Sí, es que luego acabamos publicando una monografía en inglés sobre la misma temática, pero centrándonos en algunos edificios concretos de cada pueblo y también en reflexionar sobre las técnicas constructivas. Es, por así decirlo, un segundo volumen. Pero como se escapaba un poco de la colección del Consejo Social, para ello buscamos una editorial para que nos hiciera ese soporte en versión en inglés. Y luego tenemos los textos, ese material producido por si luego se quiere publicar, etc. para turismo o lo que fuera. Eso está hecho y está publicado en 2021.

- Entrando en el estudio, en él habla de la necesidad de darle un enfoque conjunto entre los actores sociales y los académicos. ¿Esto cómo se lleva a la práctica?
- Bueno, no es fácil, porque requiere mucho trabajo y es parte de lo que hemos hecho. Es decir, tienes que ir allí y plantear reuniones, reunirte normalmente con gente que acceda a hacerlo y a explicarte cosas del propio pueblo, cómo ven ellos su patrimonio y no como lo ves tú como académico. Para ello, tienes que hacer una serie de sesiones digamos de 'calentamiento'. "¿Y esto cómo lo veis? Y con esto ¿qué ha pasado? Y este artesano, este herrero, este carpintero, ¿dónde están? ¿Ya han fallecido?". Entonces es un trabajo duro, porque si lo quieres hacer con un enfoque distinto tienes que contar con la gente de allí. Y luego, el proyecto tiene complejidades porque cada pueblo está gobernado por un partido político concreto, el que sea. Y esto genera reticencias. Tú puedes decir que Penyagolosa tiene valor por sí mismo cuando se entiende como un territorio, como un espacio habitado. No se entiende como valor si solamente hablamos de Culla o de Les Useres o Llucena. Si hablamos de un conjunto de diez municipios que están conectados por unos caminos hasta el Santuario y que tienen similitudes como pueblos, unos mejor conservados que otros... eso tiene un valor diferente. Pero conlleva complejidades administrativas. Es decir, nosotros tenemos una Administración pensada para funcionar independientemente, por apartados. Y a lo mejor no sirven esos apartados.

- Es decir, que se cuestiona ese modelo de funcionamiento.
- Eso es.

- Parece que contar los actores locales, como también se hace en el Programa de Extensión Universitaria de la UJI, por poner un ejemplo, es una buena vía para evitar compartimentarlo todo y que funcionemos cada uno en nuestro carril. A veces, al lado hay alguien haciendo cosas interesantes.
- Claro. Y es lo que comentábamos antes: ahora realmente lo interesante para la gestión de estos espacios despoblados es que nos pongamos de acuerdo en cuestiones fundamentales para la supervivencia del conjunto, no de uno. O sea, que mi primo sea diputado o no, no tendría que influir en que mi pueblo... ya sabes por dónde voy. Tendríamos que ir en bloque pero es difícil, a nivel político.

El profesor destaca la necesidad de un enfoque que combine lo académico y lo social, para afrontar los retos de Penyagolosa.
- ¿Cómo se ha hecho la selección de los pueblos del territorio Penyagolosa?
- La selección se hace porque la documentación histórica nos permite constatar que esos pueblos históricamente tuvieron peregrinación a Penyagolosa. Los diez que se incluyen en el libro estuvieron vinculados a esas peregrinaciones. Algunas se perdieron, otras se hacen de una forma totalmente transformada, con vehículos o no, pero tienen esa vinculación.

- Todos peregrinaban a Sant Joan de Penyagolosa.
- Eso es. Y tenían unos códigos para peregrinar un año uno, y otro al siguiente.

- Una de las reflexiones que contiene del libro es la necesidad de entender los pueblos como hábitats dinámicos y como un patrimonio en transición. Ahora con la despoblación, es inevitable preguntarse hacia dónde conduce esa transición.
- Lamentablemente, a lo mejor esa transición es hacia el abandono. Pero creo que hay que afrontarlo con total honestidad. No avergonzarse de entender que la actividad económica principal se concentra en la costa. Castelló, Vila-real... esa es la realidad. Y tenemos ese problema o esa coyuntura, según se quiera enfatizar hacia un lado u otro, de que estos pueblos están realmente deshabitándose. De cómo se gestione eso dependerá que sea un éxito o un fracaso de cara al futuro. Es decir, si seguimos pensando en que mi pueblo es mejor que el pueblo de al lado, podemos estar fracasando en el modelo. Y si pensamos a lo mejor en un modelo de gobernanza supramunicipal, más comarcal, más mancomunada o llámese equis, a lo mejor podemos buscar dónde puede estar el punto más favorable. Que igual no es para uno o no es para otro.

- Entender que sin masa crítica no somos nada.
- Por supuesto. Pero esto es difícil hacérselo entender a un político que está defendiendo los intereses de su propio pueblo. Y hablo de cualquier pueblo.

"Si seguimos pensando en que mi pueblo es mejor que el pueblo de al lado, podemos estar fracasando en el modelo. Y si pensamos a lo mejor en un modelo de gobernanza supramunicipal, más comarcal, más mancomunada o llámese equis, a lo mejor podemos buscar dónde puede estar el punto más favorable"

- Defendiéndolos a corto plazo, muchas veces, ¿no? A cuatro años vista.
- Eso es. Y es un problema: de hecho se generan agrupaciones de pueblos por afinidad política más que por cercanía o por intereses objetivos a nivel de infraestructuras. Y yo creo que eso es un temazo a abordar por quien lo tenga que abordar.

- ¿Cómo se le explica a la gente ese concepto de "paisaje cultural"? En el libro se define de forma muy detallada.
- Bueno, yo lo definiría como un lugar donde pasan cosas, vale. Puede ser urbano o puede ser rural, puede ser natural, de muchas formas. Pero es un lugar donde históricamente han pasado cosas que por apego o por reconocimiento necesitamos recordar. Y la respuesta que se puede derivar de ahí... ¿es que entonces todo es un paisaje cultural? Sí y no: al final lo tienen que definir aquellos que le ponen valor a las cosas que tiene ese paisaje. Entonces, si para el habitante de un pueblo tiene valor la masía equis o el entorno equis, es porque tiene asociados unos valores, es un paisaje cultural para esa persona. A lo mejor yo voy de nuevas a ese pueblo y digo, sí, naturalmente me parece muy bonito, pero es que otra persona tiene unas conexiones culturales que yo no tengo. Entonces, se define en función de quien lo evalúa, en función de los valores que se conservan. Y los valores también evolucionan con el tiempo: se pierden, se adquieren nuevos... quien sube a hacer la Marató i Mitja, pues tiene el valor deportivo como referente de Penyagolosa. Aquel cuyos abuelos vivieron en la masía tal, pues tienen los valores culturales...

- Entre los habitantes de los pueblos, se percibe una comunidad de identidad. Ese reconocimiento de la pertenencia a Penyagolosa.
- Totalmente. Es verdad que a lo mejor los habitantes de Vistabella, el municipio donde está el pico, pues pueden decir "Penyagolosa somos nosotros". Pero la gente de Culla, Les Useres, Ludiente, Llucena, Xodos, pues tiene ese sentimiento de Penyagolosa, de ese símbolo, ese icono, porque su vida está vinculada a eso.

- El libro aborda también la necesidad de dar cabida a la creatividad local actual. Se refiere a la importancia de que la gente sea protagonista de las cosas que se hacen en los sitios, ¿no? Que nunca tengan nunca la sensación de actores pasivos.

- Por supuesto. Pero también porque se tienen que sentir partícipes de la transformación evolutiva de su pueblo. Es decir, si yo quiero cambiarme una carpintería o una reja, que yo quiera intervenir en el paisaje con mi propia casa, obviamente tengo que tener la sensibilidad de comprender que esto es un escenario en el que si yo la pinto de rosa voy a afectar al resto. Tengo que tener conocimiento, tengo que saber, pero al tiempo tengo que permitir a esa gente del pueblo que pueda hacer algo parecido a lo que quiere hacer. O sea, tiene que haber un cambio, una transformación, una evolución que tiene que conjugarse con la norma o con la conservación: no podemos coartar esa creatividad a quien dice "yo ahora me quiero poner este timbre que me fascina porque tecnológicamente es la bomba".

- ¿Quiere decir que con cierto exceso de normatividad se puede estar consiguiendo el efecto contrario al perseguido?
- ¡Eso es! Por eso cuando un municipio está como muy encorsetado por la normativa, pues al final es como muy homogéneo, puede acabar siendo un poco aburrido.

- Y al ser así, ¿se está buscando ofrecer la visión que el urbanita quiere que tenga?
- Así es. Lo que hemos descubierto con el libro es que en esa evolución de las técnicas, -que sobre todo lo tratamos en el capítulo 3: las persianas, los timbres...- es muy interesante ver cómo va cambiando la piel o el aspecto de un pueblo en función de los gustos del propietario. Es vibrante, le da otro tono, otro lenguaje que también es interesante.

García Esparza, con un ejemplar de su libro, en el Jardí dels Sentits de la UJI.
- En algún momento empezó a haber este exceso de normativa al que se refiere.
- Pues cuando se cuando se promulgó la Ley de Patrimonio de la Comunitat Valenciana, en los años 90. A partir de ahí se declaran algunos conjuntos como patrimoniales y de alguna manera se terminan por 'congelar' de alguna forma, al decir "oiga, usted puede hacer esto, esto otro no lo puede hacer". Entonces, ese exceso de normativa en algunos pueblos es evidente, y es verdad que ha permitido conservar algunas cosas de valor, pero también ha coartado algunas libertades.

- En todo caso, subyace una invitación a la reflexión a que por parte de la autoridad autonómica se revisen esas cosas.
- Claro, es decirles: oiga, a lo mejor está bien lo que han estado haciendo hasta ahora, pero tengan en cuenta que hay alguna parte del proceso que estamos perdiendo. Entonces hay que encontrar el equilibrio y sobre todo, hacer partícipe a la gente del pueblo. Es decir, que entre ellos entiendan lo que está bien y lo que está mal, o lo que puede estar bien o mejor para su pueblo. Y que de alguna forma lo dialoguen y se discuta.

- Que no sea motivo de queja sino de argumentación y diálogo público.
- Y del bien común. Porque al final el paisaje es un bien común. Y si tú te pones una cosa súper estridente en la ventana de tu casa, pues a mí me va a afectar. Entonces tienes que tener un poco esa empatía con el conjunto.

- El libro cuenta con entrevistas a los artesanos de la zona. Es esa una parte muy rica e interesante, pero también hace pensar si hay relevo.
- No, no lo hay. Y también tenemos que tener en cuenta que tenemos un problema de falta de recursos económicos. Partimos de ahí. Estas generaciones que ya no tienen relevo, estos oficios que ya no tienen relevo, no lo tienen por muchas razones. La técnica ha cambiado, la profesión ha cambiado y las generaciones posteriores han visto que su futuro viable a efectos económicos, familiares, etcétera, pues se produce en otro sitio que no es el pueblo. Entonces, esa migración de segundas generaciones a zonas más pobladas hace que aquello se corte por lo sano. Entonces, esa sangría poblacional hace que ya no sea rentable ser carpintero o herrero de este pueblo. Y yo, que estoy a punto de jubilarme o me he jubilado, pues cierro la paraeta y ahí se queda. Y esa es una de las labores que hemos hecho con las jornadas de centros históricos, porque esos espacios se quedan ahí cogiendo polvo, pero son súper interesantes porque tienen herramienta histórica, maquinaria histórica... y eso está ahí en los pueblos y muchos vecinos ni lo saben.

"Al final el paisaje es un bien común. Y si tú te pones una cosa súper estridente en la ventana de tu casa, pues a mí me va a afectar. Entonces tienes que tener empatía con el conjunto"

- Existe la tentación de pensar que hemos perdido muchas cosas del mundo rural y que eso es algo irreparable.
- Creo que es perverso porque el urbanita está siendo egoísta también. Es decir, el que todavía habita el mundo rural tiene una percepción totalmente diferente. Sí es verdad que entiende que ha perdido muchas cosas. Pero el urbanita es aquel que una vez emigró del mundo rural… y yo soy uno de ellos, todos lo somos. Eso es muy egoísta y bastante propio del ser humano, ¿no?, el decir, yo no soy culpable de nada, pero encuentro culpables en otros, en terceras personas. Entonces, tendemos a buscar problemas en cosas que a lo mejor están generadas por nuestra propia inercia y nuestra propia dinámica. Entonces, aunque se me escapa porque no es mi especialidad, es un proceso sociológico que lo están analizando los compañeros de la Nueva Ruralidad, por ejemplo.

- Supongo que la romantización de todo este tema obra en contra del mundo rural.
- Por supuesto. Y la normativización también, porque todo va unido. Es decir, normativizar que algo histórico tiene valor, en cierto modo está siendo egoísta con la gente que está viviendo en ese pueblo. Porque al final estás imponiendo un criterio que no se adecúa a las exigencias del lugar, porque lo estás aplicando desde fuera. Es complejo, es complejo, ya digo, pero es apasionante también.

- En el libro se plantea la propuesta de un Plan de Acción Territorial Patrimonial. ¿Qué acogida han encontrado? Hemos hablado antes de la dinámica política en los pueblos, pero también están los otros actores, las otras administraciones...
- Es difícil, porque las administraciones funcionan de forma encapsulada, cada sector en su parcela. Entonces, cuando quieres plantear un plan de este tipo, vas a tocar intereses diversos de diversos ámbitos y vas a tocar diversos municipios. A nivel de coordinación, esto requiere la supervisión tanto de Diputación como de Generalitat. Y no hay puntos de encuentro porque son entidades que funcionan dinámicamente de forma independiente.

- Pero desde fuera se puede concluir que lo que falta es voluntad.
- Bueno, hay que abrir la caja de Pandora, exponerlo y al final ya digo... encuentras la reticencia de que normalmente a quien lo plantee, la oposición le va a decir que no. Y viceversa. Esto pasa en las administraciones. Es decir, si tú eres de un partido y estás en la Diputación y en la Generalitat tenemos otra visión de las cosas, pues no vamos a apoyar...

- Bueno, ahora son más o menos coincidentes.
- Sí, pero venimos de cambios y todo lleva su dinámica.

- Al hacer el estudio, ¿ha cambiado su percepción sobre el valor que tiene este paisaje cultural de Penyagolosa?
- Sí, claro. Porque yo vine sin conocer prácticamente nada, soy de Valencia. Mis abuelos, del Rincón de Ademuz, y yo nacido y criado en Valencia. Y llegó aquí y se me plantea la posibilidad de trabajar sobre este lugar, por la necesidad que tiene la administración de visibilizar el valor de las rogativas, etc.. Entonces, claro, yo conocía relativamente poco el paisaje, A través de reuniones, de ir de jornadas, cursos de verano... pues por supuesto que te cambia la visión. Y sobre todo, y lo digo mucho, es que el castellonense en carácter cambia muchísimo sobre el valenciano. Hablo del carácter rural. Di con una gente súper honesta, humilde, muy llana, muy cercana, y te dices ostras, es que esto forma parte del carácter del lugar. Esto forma parte del paisaje.

- Cada uno está condicionado por sus propias experiencias, pero ¿podríamos decir que estamos hablando de uno de los entornos de los paisajes culturales más ricos de la Comunidad Valenciana?
- Yo creo que sí. Cada uno tiene sus particularidades, y de hecho en Castellón hay otros hitos o iconos paisajísticos, como la Tinença o Els Ports, además de Penyagolosa. Están definidos por unas características concretas, como los muros de piedra en seco, la forma de habitar esos lugares. Y yo creo que obviamente sí. Pero claro, pero por ejemplo la provincia de Alicante la tengo muy poco explorada.

- ¿Cuál es su próximo paso en el ámbito de la investigación?
- La evolución natural con la Cátedra sería un cambio de perspectiva hacia cuestiones más medioambientales, de cambio climático, etcétera. Es decir, patrimoniales por supuesto, de centros históricos, pero vinculándolo a cómo mejorar esos entornos frente a la problemática que tenemos del cambio climático. Esa sería una propuesta para el siguiente paso en caso de continuar con ese convenio entre la UJI y la Diputación.

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