CASTELLÓ. La renovación impulsada desde Génova, con el encumbramiento de Pablo Casado como adalid incuestionable del Partido Popular, alimenta cada día más el debate en el PPCS sobre la conveniencia de adelantar el Congreso Provincial que, por plazos estatutarios, está fijado para junio de 2021. A pesar de los movimientos estratégicos de Miguel Barrachina por reforzar su liderazgo como presidente, hay una realidad irrefutable que cuestiona su posición y que, al mismo tiempo, aviva la discusión: su condición de sorayista.
En Madrid, no se perdona a los barones autonómicos y provinciales que, en el proceso de sucesión de Mariano Rajoy, avalaron otras candidaturas. La purga, como una consigna interna, marcará la agenda orgánica de muchos territorios después del verano. Ocurrirá en aquellos que actualmente no están bajo la influencia de los casaditas, como sucede con Castellón. Y para invertir esa situación el adelanto de los congresos se vislumbra como la solución más natural, propiciando el desembarco de los afines al líder nacional en los comités ejecutivos.
Todo dependerá de la celebración de nuevas elecciones generales. De hecho, marcará la hoja de ruta al respecto. En caso de formarse gobierno en septiembre, muchos apuestan, especialmente desde el sector crítico del PPCS, por precipitar en el tiempo (finales de año o principios del siguiente) las citas autonómica y provincial para designar nuevos presidentes. Por el contrario, con una nueva convocatoria en las urnas, habría que esperar, al menos, hasta otoño de 2020.
En este contexto, existe unanimidad entre las diferentes corrientes respecto a lo imperativo de profundizar en la reflexión sobre el futuro para adoptar decisiones que permitan trasladar una imagen de enmienda ante el electorado. Y no será suficiente con abrir una nueva sede provincial en la capital de la Plana, que también obedece a una cuestión económica por la pérdida de ingresos. Para los críticos, habrá que ir más allá, aprovechando el viento a favor que sopla desde Madrid.
Son muy pocos los referentes populares que aguantaron el tipo en sus municipios en las pasadas elecciones. Nombres como Begoña Carrasco, en Castelló; Andrés Martínez, en Peñíscola; o Carmina Ballester, en Onda, parecen ganar enteros como sinónimo de regeneración entre los afiliados más contestatarios acerca de la gestión de la actual dirección provincial. Los próximos meses se atisban claves para el PPCS.