CASTELLÓ. La capacidad de memorizar partituras le permitieron al castellonense Leopoldo Querol Roso gestas tan poco habituales como afrontar tres actuaciones y con repertorios distintos, en menos de veinte horas, en diferentes localidades. También, fue capaz de interpretar hasta cuatro conciertos para piano y orquesta en un único evento o ejecutar la obra íntegra para piano de Chopin en el Ateneo de Madrid, en siete conciertos programados de lunes a domingo. Querol pasó a ser, a base de esfuerzo, uno de los músicos más solicitados de los años 30 y 40. El pianista logró convertirse en el intérprete con mayor número de actuaciones en entidades señeras como la Sociedad Filarmónica de Castellón, y formó parte de doce de los 24 conciertos que la Filarmónica de València programó entre abril de 1937 y noviembre de 1938, siendo además siete de estos consecutivos.
Para muchos profesionales no hay duda, Querol fue uno de los más grandes intérpretes españoles del siglo XX y, según Mario Masó Agut, se trata sin duda del "mejor pianista" nacido en la provincia de Castellón. Sin embargo, su aportación ha pasado, a veces, desapercibida. Es por esto que este profesor de Piano y Música de Cámara en el Conservatorio Profesional de Música de Castelló ha decidido dar forma a su vida y trabajos en una biografía. Leopoldo Querol Roso. Una vida al piano (1899-1985), editado y publicado con la ayuda de la Universitat Jaume y la Diputación de Castelló, busca reivindicar la memoria, a veces olvidada, de este castellonense.
El mismo Masó cuenta que no había pensado en Querol cuando tuvo que escoger la temática para su doctorado. La idea de proyectar la biografía de un músico relacionado con Castellón le parecía interesante, pero no sabía quién. Su nombre llegó de casualidad, cuando en medio de una comida familiar y hablando con su padre, este mencionó a un pianista de Vinaròs. Al día siguiente, se puso a investigar y lo tenía claro, sería Querol. "En bastantes ocasiones se me preguntó por qué iba a dedicar mi investigación a un intérprete, en lugar de a un compositor, lo que no hizo más que animarme a continuar. Y es que tradicionalmente la historia de la música siempre ha sido una historia de compositores y sus obras, pero la musicología, desde finales del siglo XX, está ampliándose hacia una parcela cuya importancia había sido pasada por alto hasta entonces: la interpretación. La música, a diferencia de otras artes, depende de un intermediario necesario, el intérprete, que es quien lleva esa música de la partitura al receptor final, el público. Esto hace que la figura del intérprete no solo no debería ser ignorada, sino estudiada conforme a la grandísima importancia que tiene para el resultado final", manifiesta Masó.
En el caso del músico de Vinaròs, Querol aparece de pasada en los libros de historia de la música del siglo XX. Solo el Diccionario de la música valenciana y el Diccionario de la Música Española e Iberoamericana recogen de manera más extensa su bibliografía. Aunque, sus aportaciones quedaron registradas en muchos periódicos y archivos como el Fondo López-Chávarri de la Biblioteca Valenciana. Y es que, pese a esta falta de documentos, Querol era de sobras conocido por, entre otros, haber ayudado a fundar el Certamen Internacional de Guitarra Francisco Tárrega, el cual va por su 56ª edición, un hecho que le valió tiempo después para ser nombrado Hijo Adoptivo de la localidad. Y entres sus mayores hitos también está el ser el primer pianista en registrar la integral de la Suite Iberia de Albéniz, "una obra capital" del repertorio español. Pero hay más.
Leopoldo Querol realizó sus primeros estudios en su Vinaròs natal de la mano de Matías Muñoz, quien le preparó para el ingreso en el Conservatorio de València. Al conseguirlo, se mudó a la capital valenciana y empezó además a estudiar en la facultad de Filosofía y Letras, la que era otra de sus pasiones. "Siempre se movió entre estas dos vertientes, la de la música y la intelectualidad", señala Masó. En efecto, el castellonense consiguió una beca de la Universidad de València para estudiar en Italia y Francia y aprovechó su estancia para formarse también junto a Ricardo Viñes, el pianista español más reputado en el París de aquellos años.
No será, con todo, hasta 1919 cuando dará por comenzada su carrera concertística con el debut en el Ateneo de Madrid. Pero los años 'dorados' para el músico llegaron en la década de los 30, cuando Querol se convirtió en uno de los pianistas de referencia. Hubo un hecho que, según Masó, fue clave. El compositor francés Maurice Ravel estrenó en enero de 1932 un concierto para piano y orquesta en París, que cuatro meses después trasladó a España, en un concierto con la Orquesta Filarmónica de Madrid y un poco conocido Querol como solista. El éxito entre la crítica fue tal que se programó una nueva audición a la semana siguiente, la cual fue si cabe mejor. A partir de entonces, el prestigio del castellonense no hizo más que aumentar y a finales de 1934 consiguió actuar con las tres principales orquestas madrileñas en tan solo seis días de diferencia.
Con todo, en periodos de dictadura, el castellonense pudo superar sin problemas "la depuración" del gobierno franquista, gracias a su cercanía con el ministro de Educación, José Ibáñez Martín; e incluso fue nombrado asesor musical de Radio Nacional de España en 1947. Ahora bien, como cuentan sus memorias, Querol "no dudó en ayudar en lo posible a músicos con dificultades políticas", siendo el caso más evidente el del compositor Vicent Garcés o en la provincia Matilde Salvador, a quien le prohibieron el estreno de la ópera La filla del Rei Barbut por ser una ópera en valenciano, y además, de una mujer joven. En este sentido, las gestiones de Querol fueron claves para que pudiera finalmente estrenarse.
Por otro lado, asegura Masó que Querol se convirtió en "el pianista ominpresente" de la primera posguerra, embarcándose en una serie de giras por toda España, encargándose de la reactivación de muchas sociedades, cerradas desde el inicio de la contienda". Y tampoco puede olvidarse que el vinarocense participó en el concierto inaugural de la Orquesta Nacional de España el 25 de julio de 1940. Incluso pudo tocar en una gira por las Islas Filipinas, así como en algunos países africanos.
Fue, sin embargo, a partir de los años 50 cuando la importancia de los conciertos de Querol decrece, por su poca adaptación a las nuevas corrientes interpretativas. Según explica Masó en su libro, el estilo del pianista empezó a casar mal con la nueva estética predominante tras la II Guerra Mundial, lo que le llevó a perder rápidamente terreno respecto a intérpretes de la siguiente generación como Alicia de Larrocha, Esteban Sánchez o Joaquín Achúcarro, con interpretaciones mucho más nítidas y contenidas
Aunque, el pianista siempre continuó- como queda demostrado- vinculado a la música. En 1969 se convirtió en el primer académico en inaugurar la nueva Sección de Música de la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, investidura a la que sumar en 1972 la de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.
Pero sobre todas las cosas no puede olvidarse la labor social del castellonense. "La poca exigencia que manifestó en actuar en localidades y salas de menor envergadura, permitió que por primera vez muchos de los aficionados a la música pudieran escuchar obras hoy día más que habituales. Eso fue aún de mayor trascendencia en un género como el de piano y orquesta, no dudando hasta en actuar junto a bandas de música locales, permitiendo, como en el caso de Castellón, que sus habitantes pudieran escuchar por vez primera obras como el Concierto de Schumann, el de Grieg o los segundos conciertos de Brahms o Rachmaninov", concluye Masó.
La primera presentación del libro tendrá lugar el próximo 23 de noviembre, a las 19:00 horas, en el Menador de Castelló.