CASTELLÓ. Hace apenas unos días Google presentaba una nueva inteligencia artificial capaz de crear música a partir de órdenes escritas. 'MusicLM', que es así como se llama, tan pronto te prepara la banda sonora de un juego de arcade como una canción de reggae con guitarra electrónica sostenida y bongos incluidos. Para hacerlo posible ha sido entrenada con cerca de 280.000 horas de melodías, lo que la distinguiría de otros sistemas capaces también de producir música. Poco a poco la inteligencia artificial ha ido adentrándose en los dominios del arte. Incluso existe un Eurovisión de música generada por IA. Muchos se preguntan, frente a esto, si en un futuro no muy lejano podrían apoderarse por completo de la creación.
En Das Pfeiffer, la nueva producción de La Troupé Malabó, las máquinas van más allá y no solo se apoderan del arte, sino que directamente prohíben la música. Plantea Marisa Ibáñez una distopía en la que lo digital se apodera de las emociones humanas. Bajo su control, la música tal y como la conocemos hoy en día desaparecería. Aunque todavía podría hacerse algo. Un grupo de músicos proscritos y su director se rebelan contra esta imposición y tratan de mantener viva la música desde las instalaciones de un teatro derruido.
"Es un poco lo que está sucediendo ya. Lo digital se está comiendo a lo analógico y llegará un punto en el que lo analógico pasará de moda del todo", manifiesta Sergio Chaves, director artístico de la obra. Das Pfeiffer se preestrenará el viernes 3 de febrero en Betxí y el próximo 15 marzo aterrizará en el Teatro Principal de Castelló.
Tal vez por el miedo a que esta distopía se haga realidad, la compañía castellonense ha creado una producción teatral en la que, a diferencia de otras de sus piezas, la música es precisamente la gran protagonista.
Fue en Sophie cuando por primera vez La Troupé Malabó incorporó a sus espectáculos de acrobacias y clowns un musical con varios números de ópera. En Karpaty fue un conjunto de música en vivo, a cargo del trío vocal Divinas, el que acompañó a sus protagonista en un viaje por el circo de los felices años 20. Y en esta ocasión, su relación con la misma aumenta considerablemente, ya que la música no es un ingrediente añadido. El espectáculo, que no tiene texto, versa sobre la importancia de salvaguardar la música y serán precisamente cuatro músicos, junto a un clown, quienes la defenderán en directo.
Un equipo formado por Quique Montoya, María José Puchalt, Laura Agustín, Alberto Muñoz y Sonia Tabare será el responsable de sembrar la esperanza entre tanto caos. Bajo la dirección musical de Josep Sancho se encargarán de interpretar piezas destacadas como 'Capricho 24' de Paganini, 'Aria n3' de Bach, 'Zapateado' de Sarasate o 'El verano' de Vivaldi.
Eso sí, no sería una producción de La Troupé Malabó si no hubiera humor. Pese a las preocupaciones que presenta la obra, consiguen los castellonenses crear una pieza apta para todos los públicos en la que el papel del clown continúa siendo muy importante. Además, en la línea de su último espectáculo, el escenario incluye vídeoproyecciones, realizadas por Lluerna Creació.
"Das Pfeiffer viene a ser continuación de lo hecho hasta ahora, damos una vuelta de tuerca más", señala Chaves. Fue hace más de dos décadas cuando el dramaturgo, de la mano de Marisa Ibáñez, puso en pie esta compañía teatral desde Betxí. Por el viaje han conseguido no poco galardones y, lo que es más importante, recibir apoyo para continuar creando.
En el caso de su última producción, el Institut Valencià de Cultura les cedió el Auditori de Castelló durante varias semanas y también el Ayuntamiento de Betxí les ha prestado el teatro municipal. "Esto nos ha permitido ensayar en condiciones óptimas. Ahora que estamos en el teatro de Betxí hemos podido, por ejemplo, adelantar el diseño de luces. No tiene nada que ver con crear desde una nave, que es más helada e irreal", explica el castellonense. Cuenta Das Pfeiffer con un amplio equipo. Completa la dirección Quique Montoya, mientras que la escenografía ha sido diseñada por Cesar Marín y de Ferro, la iluminación y el sonido es obra de Ishtar Uribe, los arreglos de Xavi Piquer y el vestuario corre a cargo de Bockham S.L.