CASTELLÓ. Hay edificios que, más allá de su funcionalidad, tienen la virtud de simbolizar el cambio de una ciudad. Es el caso del edifico de Correos de Castelló. Alzado en 1932, desde un primer momento fue un lugar concebido para el progreso. Como dice el arquitecto Jaime Prior, "representó la asunción de la capitalidad de la ciudad". Una ciudad que tras asumir la llegada del ferrocarril en 1862, iba a enfrentarse a otro gran proceso como fue la implantación de la única oficina de mensajería de la provincia. "El edificio de Correos fue producto de un programa lanzado en 1909 por el gobierno de Antonio Maura, con el que se iba a dotar a cada capital de una sede digna de las tecnologías adscritas a la Dirección General de Correos y Telégrafos", explica Prior.
Esto supuso todo un reto para Castelló. Pero además de su contenido, la construcción de las oficinas supuso, en realidad, el colofón de un modernismo que estaba contenido en la ciudad. Demetrio Ribes Marco, encargado de su construcción, diseñó un edificio que, con piezas de cerámica en su fachada y vidrieras en su interior, hizo además un guiño a la arquitectura árabe que tanto gustaba en la capital. Así lo logró con el claroscuro de las cubiertas de sus torres. También, las cuatro esquinas redondeadas en su fachada fueron pensadas para producir cohesión y una imagen de gran contundencia.
"Aparte de su equilibrada factura en ladrillo y cerámica, este edificio consigue crear un interior agradable y muy acogedor. Pero si hay algo interesante es cómo se resolvió un proyecto super complejo con tanta elegancia".
De lo que el arquitecto habla es de como Demetrio Ribes logró encajar cuatro fachadas, cada una con su especialización, sin que se notara. "Eso es muy difícil de proyectar y de llevar a la práctica. Por una parte estaba la zona con acceso principal al público; por detrás, la de carga y descarga; por otro lado, la entrada de trabajadores; y en la parte que recaía a la avenida del Rey Don Jaime, había una entrada que conducía a las viviendas que se desarrollaban en el paso de arriba. Todo ello combinado con una planta semisótano de almacenaje. Y un prodigioso interior, resuelto de una manera muy historicista pero participando tipológicamente de los edificios que con su misma función se habían construido recientemente en Europa. Postparkasse de Otto Wagner en Viena, por ejemplo", señala el profesional.
La temprana muerte del arquitecto, quien también fue el autor de la Estación del Norte de València, hizo que el proyecto fuera continuado en solitario por el castellonense Joaquin Dicenta. Un hecho que, según Prior, supuso que el edificio de Correos "tomara, seguramente, un carácter mucho más ecléctico".
Nueva vida para el edificio, ¿se mantendrá intacto el símbolo?
Ahora, casi un siglo después, el edificio vuelve a asumir un importante reto: su rehabilitación y transformación en un centro de I+D. En un año de cambios para todos, también lo es para este emblema de Castellón, que ha sido adquirido por la Generalitat Valenciana para albergar el Instituto Valenciano de Excelencia en Castellón y la sede territorial de la Conselleria de Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad Digital. Un cambio que, además de pillar por sorpresa a su ciudad, también ha inquietado al Colegio de Arquitectos. ¿Y qué pasa con la empresa de mensajería? Esta, que todavía tiene margen para marcharse, ya ha encontrado nueva ubicación en la calle Dean Martí.
"Todas las singularidades que hemos mencionado antes dibujan un panorama de altísima responsabilidad para la Conselleria de Innovación que tiene que encargarse de transformar este edificio sin que pierda las virtudes y el aspecto que tan querido y valorado lo han hecho en Castelló. Ponderar las virtudes del edificio inicial y respetar sus configuraciones espaciales adaptándolas a los nuevos usos requeridos es una tarea difícil todavía por escribir. Correos lo ha conseguido de una manera ejemplar en sus 89 años de vida útil", manifiesta Jaime Prior.
En esta línea, el Colegio de Arquitectos, desconocedor del procedimiento que Conselleria seguirá, pide que se asegure un concurso de proyectos, como el que en su día determinó la adjudicación a Demetrio Ribes. "No queremos un concurso económico-administrativo a la búsqueda de la caja económica más irresponsable. Queremos un concurso presidido por un buen jurado y con sistemas de prestación que no carguen excesivamente la buena voluntad de un colectivo el de los arquitectos, que no tiene por qué invertir gran cantidad de trabajo no remunerado para permitir a la sociedad que escoja las mejores obras en su disciplina". Es decir, lo que el sector demanda es un concurso en varias etapas, con selección de equipos y remunerado dignamente. Porque como defienden, si la historia se rehace hay que hacerlo bien. "Lo idea de un edificio es que mantenga su uso original. No estamos en contra de que haya sido comprado por Generalitat, pero va a tener un gran reto".