El director de Computación del MIT Media Lab, que el 6 de mayo participará en el ciclo 'Smart Business: Innovación y Valores' de la Cámara de Comercio de Castellón, subraya la necesidad de incorporar los valores humanos al uso de la tecnología y pone el acento en la importancia de la mejora de la educación
CASTELLÓ. Nacido en 1967 en La Canea (isla de Creta, Grecia), Michail Bletsas nos habla desde su despacho en Boston unos días antes de cumplir 54 años. Científico, investigador y director de Computación del MIT Media Lab. Fundado por el mítico Nicholas Negroponte, este laboratorio pertenece a la Escuela de Arquitectura y Planificación en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, una de las universidades más prestigiosas del planeta y uno de los centros de conocimiento de referencia a nivel mundial. Entre otros logros, Bletsas fue uno de los inventores de las tecnologías Mesh para redes inalámbricas, capaces de mejorar la cobertura wifi con una solución alternativa a la tradicional combinación de ‘router’ y repetidores. Además, fue hace más de una década responsable de conectividad de la iniciativa ‘One Laptop Per Child’ (OLCP), el célebre ‘ordenador de 100 dólares’ por la que se pretendía mostrar que era viable conseguir que millones de niños de países pobres pudieran cambiar sus vidas a través del acceso a la tecnología y el conocimiento.
El próximo jueves 6 de mayo, Bletsas pronunciará en línea la conferencia IoT: Cuando las cosas comienzan a pensar en la tercera sesión del ciclo Smart Business: Innovación y Valores organizado por la Cámara de Comercio de Castellón, con el patrocinio de CaixaBank. A través de la conversación, se abre paso una visión profundamente humanista de la tecnología.
- Usted está a punto de cumplir 54 años y ha pasado casi media vida en el MIT Media Lab. ¿Podría imaginar el Michail Bletsas de 1997 lo que está haciendo en 2021?
- De hecho, sí, llevo media vida. La respuesta es sí y no. ¿Sabes? Yo no he cambiado demasiado, la tecnología sí lo ha hecho, y la forma en que la usamos. Pero sigo aquí porque la tecnología necesita que alguien se haga cargo de ella [ríe]. Además, en Ciencias de la Computación no hay conceptos realmente nuevos. Estamos todavía utilizando mayoritariamente ordenadores hechos de silicio, que es lo mismo que teníamos cuando empecé. O sea, que hay cambios, pero no en lo fundamental. Hay movimientos pendulares, pero ahora el péndulo se mueve hacia la centralización. Todo está centralizándose de una forma u otra. Otro cambio: hace unos años la clave estaba en la potencia de cálculo y ahora está en los datos.
- Ha dicho muchas veces que odia la palabra "revolución" aplicada a la Inteligencia Artificial (IA) y el Machine Learning (aprendizaje automatizado). Pero para la mayoría lo es, dado que estamos aún empezando a experimentar con sus aplicaciones.
- En realidad, todos llevamos utilizando estas aplicaciones ya unos cuantos años, aunque no nos demos cuenta. Le hablamos al teléfono y él interpreta nuestras órdenes, ya sea Google o Siri, y la mayor parte de veces nos responde con sentido. ¿Es esto revolucionario? No sé; yo creo que es fruto de una evolución y ahora se ha convertido en algo lo suficientemente bueno. Has estado utilizando IA o, podría decir, has sido utilizado por ella [sonríe irónico] cada vez que usas redes sociales. Llevas un tiempo en redes y sabes que todo lo que dices es moderado por inteligencias artificiales, porque de hecho, es la aplicación más utilizada hasta ahora de la IA. Y podría decirse que no es la más prometedora para el bien de la Humanidad. Y por eso rechazo la palabra ‘revolución’, porque la estamos utilizando para muchas cosas. En unos días, como griego celebraré los 200 años desde la Revolución Griega [la entrevista se realiza días antes del 25 de marzo, día de la independencia respecto del Imperio Otomano en 1821]. Y yo me pregunto, ¿lo fue? Porque también fue fruto de una evolución... pero si todos le llaman revolución, pues le llamaremos así.
- Volviendo a la IA, decía que los ingredientes ya estaban sobre la mesa hace años.
- Efectivamente, la cuestión con la IA es que todos los componentes de lo que ahora llamamos revolución ya estaban sobre la mesa, y sólo estábamos esperando que madurasen las condiciones para que los ordenadores tuvieran más capacidad y así, tener más datos disponibles. En cuanto a los algoritmos, no hemos hecho grandes progresos desde los 80. Lo que estamos utilizando hoy era conocido desde finales de los 80. Ahora hay una convergencia de cosas, y quizá la revolución sea precisamente esa, la combinación de ingredientes diferentes. Pero no veo la chispa: una revolución necesita una chispa y no la tenemos hoy. Quizá lo que ahora está pasando con el Machine Learning sea precisamente el hecho pre-revolucionario.
"Una revolución necesita una chispa y no la tenemos hoy. Quizá lo que ahora está pasando con el Machine Learning sea precisamente el hecho pre-revolucionario"
- Le he oído una metáfora: la IA nos permite jugar una partida de ajedrez perfecta mientras la casa está en llamas. Eso significa que no hay inteligencia real, completa, sin la intervencion humana. Pero ¿la habrá un día?
- Creo que sí, porque somos los humanos los que tenemos que resolver este misterio, haciendo ingeniería inversa con el cerebro humano. ¿Sucederá en esta oleada que vivimos? Lo dudo. Mira GPT3, ese modelo de lenguaje en el que empiezas a decir una frase y te la completa. Le preguntas y te da una respuesta con bastante sentido. Si piensas en la energía que requiere, sólo para dominar el inglés, o al menos para que tenga muy buenas habilidades lingüísticas, el consumo es descomunal. Hablo de megabytes. Y eso es sólo para una pequeña parte de la inteligencia; imagina que siguiendo el argumento, construimos más y más sistemas complejos, porque es lo que estamos intentando. Ello requerirá enormes recursos de electricidad.
- O sea, que aún tardaremos en llegar a ese punto.
- No llegaremos ahí con las tecnologías de silicio de hoy, ni con los métodos de hoy. Vemos los modelos actuales y son bastante buenos, y en cierto modo son mejores que el cerebro humano porque no se cansan. Y si los aplicas con cuidado, pueden ser extremadamente útiles, pero no se les puede cambiar la aplicación. Si hablamos de transferencia de aprendizaje, a un niño de año y medio le puedes enseñar qué es un gato con sólo mostrárselo, y si luego le muestras un perro será suficiente para que sepa qué es un perro. Es decir: nuestro cerebro funciona de forma muy distinta a los sistemas actuales de IA, y seguir por ese sendero tengo la sensación de que no nos deja más cerca de conseguir una ingeniería inversa del cerebro. Nos ayuda mucho, creo, la combinación de humanos y máquinas como forma superior de inteligencia. Eso sí lo tenemos y lo estamos mejorando.
- Utiliza a menudo las palabras “con cuidado”, supongo que son importantes para usted. Dice que IA nos ofrece muchas cosas positivas, y que entre ellas está la productividad oculta que puede ser liberada si sacamos partido de los datos a través de la tecnología.
- Sí, eso lo vemos en la vida diaria. La IA está tomando un camino muy mecánico, codificando muchas tareas. No tiene sentido ya la introducción de datos. ¿Recuerdas cuánta gente estaba trabajando hace años en introducirle datos a un sistema? Ya no tenemos que hacerlo. No es sólo la IA, sino las tecnologías de la información en general lo que libera muchísima productividad. Grecia es hoy un magnífico ejemplo de ello, lo hemos visto en la respuesta al virus.
- La pandemia ha dejado bastante claro este punto.
Desde luego: en mi país mucha gente estaba en contra de este tipo de automatización, pero llegó la pandemia y no hubo otra manera de sacar adelante mucho trabajo, mucha documentación. No se podía utilizar papel, no podías ir al sector público y entregarles toneladas de papel… así que se hizo un enorme progreso en sólo un año. Y no es que la gente pensara que era mejor hacerlo así: es que o lo hacían así o no lo podían hacer. De repente, muchas gestiones que requerían visitas a oficinas, entregas de documentación… todo eso desapareció. La IA lo hace de una forma diferente: lo cambia a través de grandes volúmenes de datos y los pone a disposición de un conocimiento útil. Por la forma en que las cosas están funcionando ahora, por el Internet de las Cosas (IoT)… el volumen de datos que estamos produciendo está explotando, de forma exponencial y no lineal. Para los humanos es imposible asumir esa tarea, así que la única forma de procesar ese volumen de datos es con procesos mecanizados. Esa es la idea. Y estoy esperanzado, porque espero que lo apliquemos a cosas significativas, a la mejora de la sociedad.
- ¿Por ejemplo?
- Pues creo que hay muchas posibles aplicaciones, por ejemplo en la salud: en los congresos médicos se está disparando el número de trabajos presentados en los que se aplica la IA. Si hablamos por ejemplo de genética, la IA nos puede ayudar a decodificar genes, cuyo significado para nosotros es críptico, haciendo posible sacar adelante terapias muy útiles y cosas así. ¿Va a convertir esto en obsoletos a los médicos? Claro que no: hoy la IA busca correlaciones, no entiende la causalidad. Esto a veces la gente no lo entiende del todo, porque la ciencia busca relaciones causales. La correlación te ayuda, pero si tenemos que confiar en la IA para identificarla es porque no tenemos nada mejor. Aprenderemos a confiar en las máquinas más de lo que hoy lo hacemos, pero llevará mucho tiempo, y un esfuerzo muy importante para llegar hasta ahí. Estamos en el comienzo de ese proceso, quizá sólo al final de ese comienzo. [ríe]
- Usted mantiene el contacto con Europa, y algunas de sus respuestas me recuerdan las de una reciente entrevista con Anett Numa, consejera de digitalización del Gobierno de Estonia. ¿Cree que las diferencias culturales entre EEUU y Europa hacen que podamos tener una aproximación distinta a la comprensión de cómo nos puede ayudar la tecnología?
- Obviamente, hay muchas diferencias. Europa es demasiado cautelosa mientras EEUU es imprudente. Nos acercamos desde diferentes perspectivas. Estonia es un buen ejemplo, es un excelente referente para el resto de nosotros, europeos, pero ellos tuvieron la suerte de empezar con una pizarra vacía. Hicieron ciertas cosas muy bien y tenemos ahora algunos ejemplos de buenas prácticas en Europa, pero tenemos que utilizarlos. A ese respecto, debemos avanzar hacia una mayor unificación. Lo que nos mantiene atrás es que en algún momento, al final del milenio, Europa estaba en la cima de los estándares de calidad de vida, las redes de seguridad del Estado seguían funcionando… y de alguna forma perdimos el suelo bajo nuestros pies, tratando de defender algo que era indefendible. Aunque hasta cierto punto era comprensible: no podíamos asumir la realidad. Creo que copiamos algunas cosas muy malas de EEUU, como la economía de casino frente a la economía productiva. Creímos que podíamos hacer trucos financieros e ingeniería financiera para resolver nuestros problemas, y nos topamos con un muro. Pero a pesar de ello, tenemos que valorar lo que hemos conseguido y estar orgullosos de nosotros mismos.
- A su juicio, ¿cuál es la clave para aprovechar lo bueno y no caer en errores del pasado?
- Decididamente, debemos darnos cuenta de que la suma es más grande que las partes. Cuando estás entre EEUU y China, tienes que avanzar más rápido hacia una unidad más profunda. Ahora mismo no parece que vayamos bien, pero la pandemia nos ha impulsado en el sentido correcto. Todos, vosotros, nosotros (los griegos), los portugueses, los irlandeses… pasamos por la crisis de 2008 y 2009, cada uno con sus circunstancias. Desde los países del Norte nos apuntaban con el dedo y nos decían “vosotros, sureños perezosos, apañáoslas solos”. Eso se acabó. Ahora hemos mutualizado deuda, y eso es inmensamente potente. Y sí, a veces desgraciadamente hace falta una tragedia para despertar. Pero creo que hemos avanzado y superado la etapa en la que los países creían que podían construir su futuro a solas. Aquí en Estados Unidos he escuchado muchas críticas a la UE y a la Comisión Europea, de que no nos movíamos tan rápido como Israel, por ejemplo. Pero Israel tiene 9,7 millones de habitantes y la UE, 450 millones. Ha sido bueno no caer de nuevo en el ridículo de la primera ola, cuando cada país estaba disputándose las mascarillas y material sanitario con otros. Así nos dimos cuenta que estábamos juntos en esto. No hay que desaprovechar la lección: muchas muertes fueron completamente evitables en la pandemia, e incluso en sus inicios vimos el problema -en España como en Grecia- de cómo grandes manifestaciones ayudaron a expandir el virus. Se trata de aprender los unos de los otros, intentando no repetir los errores de los otros e intentando copiar sus soluciones.
"En Europa debemos darnos cuenta de que la suma es más grande que las partes. Cuando estás entre EEUU y China, tienes que avanzar más rápido hacia una unidad más profunda"
- ¿Qué diferencias ha visto entre la forma de afrontar la pandemia en EEUU y en su país?
- La principal diferencia entre Boston y Salónica es que aquí el gobierno local ha estado lanzando mensajes muy consistentes, y la ciudad está mucho más abierta y tiene muchos menos contagios que Salónica, que ha tenido unos confinamientos más serios y severos, sufriendo porque hubo mucha desinformación. Y no hablo sólo de redes sociales, que ha tenido un papel terriblemente negativo, sino también de los medios tradicionales, que lo han hecho muy mal. Aquí en Boston no ves a los expertos en enfermedades infecciosas en las noticias de la noche cada día, y debatiendo entre ellos en la TV pública sobre qué deberían o no hacer los ciudadanos, si ponerse o no mascarillas, etcétera. Hubo una información muy clara y consistente. Pero vaya, por darte el contraejemplo, aquí hacer una reserva para vacunarte es absurdamente difícil, y no debería serlo, pero es un desastre. Sin embargo, en Grecia ahora mismo es probablemente el país del mundo donde eso mismo resulta más fácil.
- ¿Cómo es posible?
- Digamos que empezamos de cero en esto, como si fuera un fruto del efecto estonio [ríe]. Se hicieron las cosas de una forma muy inteligente. Ayuda tener a gente que sabe lo que está haciendo, y hoy el ministro de Gobernanza Digital en Grecia [Kyriakos Pierrakakis] es alguien muy preparado: de hecho, retaría a cualquiera a que me dijera alguien que pudiera estar más preparado para ese puesto. Tiene un Grado en Ciencias de la Computación, y estudios en Gobernanza y Política Tecnológica por Harvard y el MIT, trabajó hace unos años para el Gobierno y luego ha pasado los 4 últimos años antes de llegar al Gobierno en un ‘think tank’ escribiendo estudios sobre cuál es el problema en varios sectores públicos y qué se podría hacer para mejorarlos. El resultado es bastante obvio: si pones a alguien con un conocimiento superficial al frente de la gestión, y son sus asesores quienes deben decirle qué hacer, vamos mal. Ojalá tuviéramos más políticos como este, porque en el dilema de si debes tener políticos o tecnócratas, está claro que debes tener ambos conjuntos de habilidades, porque los problemas complejos requieren enfoques complejos.
- Y hablando de complejidad, antes comentábamos cómo impactan los algoritmos en nuestras vidas. Usted recalca que los valores humanos son claves para contar con una IA fuerte. ¿Cómo se enfoca esto en el Media Lab?
- Podríamos resumirlo de dos formas: por un lado, no deberíamos hablar de Inteligencia Artificial, sino de Inteligencia Extendida, que es lo que realmente es. Y el corolario es que siempre debe haber una intervención humana en uno u otro momento de ese circuito. Y quizá ahora mismo lo humano está en ese circuito pero no de la forma más deseable. Lo que hay ahora presente son los sesgos humanos. Por eso no me preocupa que la IA tome el poder sobre la Humanidad y lleguen los ‘Terminator’. Si estás preocupado sobre ello, empieza por tratar mejor a los animales. Si lo haces, ese es el valor que vas a implantar en la inteligencia superior que te sucederá, por evolución. Es muy importante entender el papel de una pequeña aportación de inteligencia en el gran camino de la Evolución. ¿Qué somos nosotros? ¿10.000 años de evolución, 20.000? No somos nada, y nos creemos la inteligencia definitiva. Detrás de nosotros vendrá una inteligencia superior: así que necesitas consolidar y construir los valores humanos en la inteligencia superior de hoy, que es la humana, así que empecemos por tratar mejor a los animales. Porque quizá algunos al final acepten tenernos cerca como mascotas [ríe].
- ¿Seremos espectadores de un proceso de automatización masiva en muchos puestos de trabajo actuales? Ha dicho que si un trabajo se centra en una habilidad que sólo requiere decisiones rápidas, ese trabajo puede automatizarse.
- Si tu trabajo va de mirar algo por un segundo y tomar una decisión, puedes estar bastante seguro de que tu puesto será automatizado. Si tu trabajo pasa por ser creativo, no estás en peligro en absoluto. Así que tenemos delante un gran desafío, porque tenemos que empoderar a grandes porcentajes de la población con habilidades que nos sitúen en la clase superior. Si vas a una consulta médica hoy aquí en Estados Unidos resulta cómico ver que por cada médico tienes a 5 personas gestionando la documentación de los seguros. En Europa no lo hacemos mucho mejor, pero te estoy dando un ejemplo. Probablemente esas 5 personas deberían aprender a hacer trabajos de Enfermería, porque hay enfermeras que hacen ambos papeles. Lo otro es mecanizable y se puede hacer automático. Pero viendo los estudios actuales no observo una eliminación masiva de muchos trabajos, sino más bien que la mayoría de los trabajos se verán afectados en algunas de sus tareas. Lo que significa que esta automatización te obliga a formarte en nuevas habilidades, en cultivarlas, o bien como mínimo a complementar las actuales con otras nuevas. Y por eso el estado actual de la IA, el ‘Machine Learning’, etc., convierten una necesidad en bastante obvia: debemos trabajar en nuestros sistemas educativos.
"No me preocupa que la INTELIGENCIA ARTIFICIAL tome el poder sobre la Humanidad Y LLEGUEN LOS 'TERMINATOR'. Si estás preocupado sobre ello, empieza por tratar mejor a los animales"
- Quiere decir que debemos potenciar el aprendizaje a lo largo de la vida, pero también focalizarnos en áreas donde se requiera nuestra creatividad.
- Creatividad, habilidades de comunicación, pensamiento analítico, pensamiento sintético, capacidad de aportar soluciones, ser capaz de encontrar el sentido a situaciones complejas, todo ello son cosas que los ordenadores no pueden hacer y no tenemos ni idea de cómo conseguir que sepan hacerlo. No estamos ante una amenaza inmediata a este respecto, pero es cierto que, especialmente en el Sur, estamos aún con una mentalidad propia de la segunda Revolución Industrial. Creemos que convertirnos en robots, en piezas del engranaje de una maquinaria, es un puesto seguro. Y así era, pero ya no lo es. Y eso es lo que crea toda la confusión, porque ya no puedes recibir una formación y esperar vivir de ello el resto de tu vida. Eso es algo que era considerado una obviedad hace un par de generaciones, muy recientemente. Y ahora vemos los tremendos problemas que surgen, con desigualdad, con personas que se quedan atrás…
- Una desigualdad que es más evidente en unas zonas geográficas que en otras.
- Ciertamente: debo admitir que en este tema y visto desde aquí, Europa tiene en cierto modo unas formas de hacer mejores que EEUU. En Europa hasta ahora nos hemos deshecho de los trumpistas, del populismo, más rápido que aquí, y la razón es que en Europa no tenemos una desigualdad tan extrema. Aquí hay mucha gente desesperada porque ha sido dejada al raso, tal cual. Trump mantiene un fuerte control sobre el Partido Republicano, y si no fuera por la pandemia, probablemente lo tendríamos aún en el poder. Porque para mucha gente, para la mayor parte de la población, la economía estaba funcionando bien. ¿Y el resto? Ya nos ocuparemos de evitar que voten, o de ponérselo más difícil… y así se perpetúa esa situación. En Europa nos las arreglamos mejor, porque somos más socialdemócratas, en términos generales. No hay unas políticas tan neoliberales, en ninguna parte. Ni la tendencia a culpar exclusivamente al pobre de su situación. En ese sentido, tenemos un enfoque más sano en Europa, pero tenemos que tener cuidado para que ese enfoque no se convierta en un ancla.
- ¿A qué se refiere?
- A que ese equilibrio es muy sensible, ahora mismo. Y siempre debes preocuparte por mantener el balance correcto. Y tenemos muy buenos ejemplos de ello: Dinamarca lo hizo muy bien. Tenemos modelos, y eso es lo bueno. Y esa es una fortaleza, y no es necesario repetir los errores ajenos.
- Cambiemos de tercio y hablemos del tema de su conferencia en el ciclo Smart Business: mucho antes de que existiera el Internet de las Cosas (IoT), usted ya estaba trabajando en cómo conectar a Internet objetos de nuestra vida cotidiana. ¿Cuáles son las promesas y retos del IoT en la actualidad?
- Sin duda, su principal promesa es que puede mejorar nuestras vidas. El hecho de tener termostatos inteligentes en mi casa, que la hacen más confortable y al tiempo son capaces de reducir mi factura de electricidad. Pero por otra parte, el lado oscuro es que hay muy poca necesidad de que esos termostatos envíen todos sus datos a alguna central de datos para controlar la temperatura de tu casa. Esos datos no deberían salir de tu casa. Pero a cambio de comodidad, cedemos esos datos y ahora Google sabe no sólo cuándo estoy en casa sino en qué estoy ocupado, porque se puede detectar si una habitación está ocupada, por ejemplo. Y por otra parte, tenemos los termostatos en las paredes y no sé si es una buena idea: ¿por qué no llevarlos nosotros encima? Se supone que están para hacernos confortable la vida a nosotros, no a la pared… eso es una idea. Y llevamos un paquete de sensores en el bolsillo [muestra el móvil a cámara]. Pero vaya, nunca ambicionamos que los datos salieran de nuestra casa, sino quisiéramos que se quedaran en un ordenador en casa y bajo nuestro control. Creo que eso se acabará materializando, pero requerirá más avances en la usabilidad y en la facilidad de uso. El problema de la nube ahora mismo es que concentra el conocimiento de la gestión de una infraestructura en algunos lugares desde donde es más fácil gestionarlo. En algún momento, la tecnología nos permitirá controlar eso desde casa, y le hablaremos al ordenador y le podremos decir que se arregle a sí mismo.
"Frente a la desigualdad, en Europa tenemos un enfoque más sano que en EEUU, pero hay que tener cuidado para que ese enfoque no se convierta en un ancla"
- De nuevo, parece que estamos bastante lejos de eso.
- Aún no estamos ahí, pero preveo que llegaremos, el péndulo volverá a llevarnos ahí. Y por supuesto, también está el problema de la seguridad, que la nube dice estar resolviendo, hasta que uno de los grandes es hackeado. Se resuelve la mayor parte de las veces, pero cuando falla, lo hace a lo grande. La seguridad es la mayor preocupación con la IoT ahora mismo. Desde una perspectiva tecnológica, el mayor reto es la energía. Si tienes muchos sensores por ahí, tienes que proveerlos de energía para funcionar, comunicarse y ser útiles. Y ese es un problema muy difícil de resolver.
- Hablaremos luego de energía, pero da la sensación de que en cuanto al IoT, mucha gente no se pregunta por la seguridad. Hay gente que da por perdida esa batalla, como si diera por hecho que sus datos acabarán en manos de otros.
- Sí, y no creo que sea una batalla perdida: sólo lo es en la medida en que seamos perezosos y adictos, como muestra el caso de las redes sociales, en las que sabemos que esa sustancia que nos causa placer no es buena para nosotros, pero miramos hacia otro lado. No obstante, creo que el ambiente está cambiando en este punto y Europa está jugando un papel positivo de nuevo en esto: por ejemplo, puede decirse que el Reglamento General de Protección de Datos de la UE [aprobado en 2016 y en aplicación desde 2018] es un muy buen primer paso. Hay muy buenas ideas que se lanzan desde Europa, gente que está pensando en ello muy seriamente y está liderando el tema. No es una causa perdida y debemos luchar por ella. No se deberían recopilar datos que no tengan importancia para la función que les asignamos en cada caso.
- ¿Cómo puede ayudar el IoT a las empresas hoy? Parece que no todas tienen claro cómo puede ayudarles la innovación a generar valor y negocio.
- Mira, sus aplicaciones son muy bien conocidas, no hay que ser demasiado imaginativos en ese punto. Todo en gestión de edificios y control de instalaciones, en general, pasa por ahí, o cuando una farola de la calle se apaga… o cuando tu depuradora no funciona, todo eso se sabe al instante. O cuando tu edificio está demasiado caliente o frío, malgastando energía. Eso está claro, pero podemos hacerlo mucho mejor en todos los sentidos. Fíjate, la ultima vez que estuve en España [en Valencia, en el congreso ‘Smart City for Smart Citizens’ (2018)] un compañero del MIT estuvo hablando sobre por qué deberíamos poner sensores para bacterias y de patógenos, cosa que ahora estamos haciendo. Pero ten en cuenta que Europa es líder en lo referido a automatización y sensorización en las fábricas. Y continuará con ello focalizándonos en la cadena de suministros, lo que nos permite ser mucho más eficientes sin sacrificar demasiada resiliencia. Porque hoy, la resiliencia y la eficiencia se han convertido en ortogonales, están en tensión.
- Uno de los principales avances está en el mantenimiento predictivo, ¿no?
- Sí, el mantenimiento predictivo te permite ir por delante. Saber cuándo se va a romper algo y poder adelantarte, tener un buen sistema nervioso en nuestra infraestructura puede ser extremadamente útil, y ahí está también la promesa de la IA y el Machine Learning: debemos focalizarnos en los datos.
- Se lo preguntaré de otro modo. Imagine que yo dirijo una industria. Conozco muy bien mi ámbito de trabajo, y tengo una actitud correcta respecto a la tecnología: estoy interesado pero no deslumbrado por las herramientas. ¿Qué más necesito para sacarle partido?
- En primer lugar debes asegurarte de que tienes gente en la plantilla que entienda de seguridad. La seguridad no debería ser algo secundario, sino que debería estar detrás de todo lo que hagas. Tenemos muchísimas herramientas a nuestra disposición, para hacer cosas rápidamente, pero a menudo la seguridad se añade al producto después de hacerlo, y eso es lo que la convierte en algo muy molesto. La seguridad está hoy en buena medida en tensión con la usabilidad, así que hay que evitar tener un solo proveedor, un solo tipo de controlador, etcétera. Porque entonces, si algo falla lo hace espectacularmente. La resiliencia es mucho más importante que la fiabilidad absoluta. No toda aplicación es un reactor nuclear, en el que necesitas la fiabilidad absoluta. Quieres tener fiabilidad en tus sistemas, por supuesto, como vimos en Fukushima, pero la resiliencia es mucho más importante. En el cuerpo humano, en las sociedades.
"La seguridad está hoy en tensión con la usabilidad en la actualidad: evita tener un solo proveedor o un solo tipo de controlador. en ese caso, si algo falla lo hace espectacularmente"
- Hay que tener capacidad para sobrellevar los fallos.
- Podemos soportar errores y debemos aprender a funcionar y convivir con ellos porque no hay forma de garantizar un sistema perfecto, aunque eso sea precisamente lo que busca hoy la mayor parte de la gente. Ya no podemos buscar sistemas de defensa perimetral o creer que construyendo altos muros con algunos cocodrilos, puedes garantizar algo es irreal. Eso está muerto, la pandemia acabó con ello. Respondiendo a tu pregunta, si diriges una fábrica, olvida las modas y busca soluciones reales, no hagas cosas porque tus competidores lo han hecho y tienes miedo de quedar atrás. Identifica tus puntos débiles y piensa en cómo puedes mejorar esos aspectos. Y mira alrededor, hay muchas cosas, hoy no hace falta ser especialmente innovador. Pero lo que siempre debes tener en la cabeza es no crearte más problemas de los que quieres resolver.
- Es decir, la receta pasa por la sensatez.
- Es que hay consejos de toda la vida que son útiles, nada ha cambiado en lo esencial: tenemos más opciones, los problemas son más complejos y es más difícil apreciar la complejidad de la interacción. Cuando pienses en IoT debes siempre recordar que la nube no es una cosa etérea sino que es algo físico, que requiere mucha infraestructura, muchos cables, mucha energía. Y cuando se rompe, lo hace de forma espectacular. Así que mantén la resiliencia en tu mente y por favor, no pienses que sólo por eliminar tus servidores estás reduciendo costes, que es una oportunidad: no, tienes que formar a tu gente, y más te vale saber dónde están tus servidores. Requerimos habilidades nuevas, por ejemplo las de diseño de tecnología se están convirtiendo en cada vez más importantes; quizá no para diseñar algo tú mismo pero sí para entender lo que tienes entre manos, para tener pleno control sobre ello. Tengas donde tengas la infraestructura, tengas los sensores que tengas, siempre necesitarás saber cómo funcionan estas cosas y cómo vas a gestionar los fallos en estos componentes sobre los que no tienes control. Por eso, la resiliencia de la ingeniería y el diseño de la tecnología van a ser muy importantes.
- La ciencia computacional está en la base de la Industria 4.0 (impresoras 3D, robótica, redes de alta velocidad). ¿En qué tipo de proyectos de investigación está poniendo el foco el Media Lab ahora mismo?
- En casi todos. Pero el Media Lab desde sus inicios trabajó en aplicaciones. A pesar de que la mayor parte de su equipo inicial venía de las Ciencias de la Computación, lo ampliamos con profesionales que podía hacer aplicaciones, la gente que en realidad iba a usar la ciencia computacional. Porque muy pronto nos dimos cuenta de que para que las Ciencias de la Computación siguieran siendo catalizadoras del progreso, necesitabas conocimiento, experiencia en cada campo. Necesitas biólogos, médicos, profesionales de la salud… trabajar con esta gente. Y esa fue una de las esencias del Media Lab. Luego nos siguió el resto del MIT, porque ahora tenemos la Universidad de la Computación (MIT Schwarzman College of Computing), que une a expertos en sus campos con científicos computacionales e ingenieros para trabajar juntos y desarrollar soluciones para los problemas del presente y el futuro. Es muy importante unir a estos profesionales.
- Comprendo. Pero volvamos a los proyectos actuales del Media Lab.
- Sí, claro, mencionaré algunos de ellos. Hacemos mucho trabajo sobre sensores incrustables en el cuerpo, porque pensamos que si medimos desde cerca podremos tener mejor información y resultados. También trabajamos en los impulsos genéticos, en cómo modificar ADN o ciertos organismos en beneficio de la sociedad, por ejemplo en cómo esterilizar mosquitos, para eliminar brotes de malaria, zika… y todo ello viendo cómo hacerlo sin alterar el ecosistema en su conjunto, lo que resulta complejo. Nuestras intervenciones tienen que ser mucho más sutiles que en el pasado. También tenemos a otro grupo trabajando los problemas de la gestión de datos, estudiando la mejor manera de enfocar la privacidad, si mediante la propiedad de los datos por el individuo, o delegando la autoridad a ciertos grupos, colectivos, para que puedan usar los datos de forma beneficiosa en diferentes contextos en los que tienen experiencia. Y obviamente seguimos trabajando en tecnología que ayuda al aprendizaje, cómo incorporamos una tecnología más productiva en ese campo, y claro, seguimos con la versión 3 o 4 de Scratch [un lenguaje de programación y una comunidad en línea dirigidos al público infantil, que fue diseñado por el propio MediaLab del MIT]. Seguimos trabajando en investigaciones sobre cómo será la TV del futuro… en fin, muchas cosas.
La energía y el cambio climático son grandes desafíos de nuestro tiempo, y para erradicar la pobreza necesitamos energía. Le he leído que necesitamos ir más allá de ser neutrales en carbono y tener una huella negativa en ese punto. Eso un gran reto para la industria -como el sector cerámico español o italiano-, que está pidiendo flexibilidad para reducir sus emisiones.
- Por supuesto, es el desafío con mayúsculas. Para el mundo desarrollado, no es suficiente ser neutrales en carbono. La mitad de la población mundial necesita aumentar de forma muy considerable su calidad de vida y eso requiere mucha más energía de la que estamos produciendo ahora. Una de las cosas de las que la gente no quiere hablar demasiado, especialmente en Europa, es la energía nuclear. No creo que la ecuación tenga una solución sin ella, por ahora. Ojalá en diez años, quizá la fusión progrese de forma muy importante, y hay un camino ahí. Hay luz al final de ese túnel, pero es aún muy débil. Tenemos una esperanza real de que la fusión pueda ser una solución real, pero tenemos que dejar más que la naturaleza sea naturaleza. La idea de cubrir todo el Sahara con paneles solares no es muy realista y no tenemos una solución a la ecuación aún si quitamos la fisión nuclear. Tenemos que mirarlo con más atención. Tiene sus problemas, todos los conocemos pero sabemos que no hay soluciones perfectas, pero hay que elegir intentando respetar a la naturaleza, con la que nos hemos pasado bastante.
"La gente, sobre todo en europa, no quiere hablar de energía nuclear, pero la ecuación no tiene solución sin ella, por ahora. En el túnel de la fusión nuclear hay luz, pero aún es débil"
- Usted estaba en el equipo del proyecto ‘Un portátil por niño’, que llegó a entregar más de 3 millones de ordenadores educativos a países pobres. ¿Qué balance hace de aquella iniciativa?
- Bien, consiguió la mayor parte de sus objetivos: demostró que un portátil pueden hacerse prácticamente con un coste máximo de unos cientos de dólares. En segundo lugar, probó que pueden ser útiles en la educación. Así que creo que estos fueron dos de los resultados más destacables. Impulsamos a la industria a que bajara sus precios y ahora mismo las tablets son perfectamente asequibles para mucha gente. Quizá es el momento de empezar a hablar del portátil de 10 dólares. Lo importante es que la industria está en el buen camino. Donde sí podemos insistir es en el Scratch.
- ¿Qué le viene a la mente cuando oye hablar de 'Ciudades Inteligentes'?
- Personas formadas. Si quieres una ciudad inteligente, asegúrate de que los colegios funcionen bien, porque nuestro futuro como planeta está en las ciudades, son mucho más eficientes, aunque la pandemia nos haya impulsado a irnos de ellas. Me encuentro muy feliz en mi casa de las afueras, no tengo celos de mis amigos del centro de Boston, pero nuestro futuro está en las ciudades.