CASTELLÓ. "Si no vendemos música, tendremos que vender otras cosas", afirmaba Vicente Boix, dueño de Discos Ritmo, a este diario en 2019. La suya es, en la actualidad, la única tienda de discos que queda en Castelló. Más de cuarenta años lleva el negocio en pie y así seguirá mientras aguante. Sin embargo, no puede Discos Ritmo continuar almacenando un catálogo de discos tan amplio si nadie le hace caso. "La gente escucha cada vez más música, pero no la compra" y ante esto, no les ha quedado otra que intentar atraer ventas liquidando su 'stock' con grandes ofertas.
Ya empezaron a reducir hace una década la cantidad de álbumes expuestos para dejar hueco en su lugar a mochilas, paraguas y otro tipo de accesorios que les permitiera crecer en ventas. "Tuvimos que descolgar los carteles que acompañaban las bandas y cantantes para complementar el local con otros artículos", lamentan desde Discos Ritmo. No obstante, la tienda, abierta desde 1978, nunca ha dejado de vender música. Pese a la profunda crisis que vive el sector, tampoco lo hará ahora.
Explica su dueño que, aunque el objetivo es reducir el catálogo al máximo, continuará habiendo en su interior novedades musicales. "No podemos mantener un estocaje tan grande. Las costumbres han cambiado y por eso nos hemos visto obligados a reducir al máximo nuestro catálogo. Hay bandas que tienen más de 15 o 20 cds en el mercado y aquí los tenemos todos", cuenta Vicente Boix. El castellonense ha vivido la profunda transformación de un negocio que pasó de contar con dos locales y hasta nueve trabajadores en las temporadas de más trabajo, a tener una única tienda sin apenas margen para adquirir nuevas propuestas.
En los años 'dorados' llegaba hasta esta pequeña tienda de Castelló cincuenta novedades semanales. Las discográficas enviaban todas las propuestas que tenían, porque eran estos comercios los únicos que podían hacer llegar al público los temas que sonaban en la radio. Ahora solo les envían aquellas ediciones más fuertes. Discos como el de Adele, Fito & Fitipaldis o Aitana que, pese a contar con un fandom importante, tampoco consiguen venderse como deberían. "Los vendedores poco a poco nos hemos ido hipotecando porque no hemos podido absorver todo ese volumen de trabajo. La solución ha pasado por no adquirir tantos discos, ya que después no sabremos cómo desprendernos de ello", aseguraba el dueño de Discos Ritmo en una charla con Castellón Plaza hace tres años. Y en esas anda ahora, tratando de darle salida a todo ese material que lleva tiempo guardado.
Son muchas las causas por las que mantener una tienda de discos se ha vuelto muy complicado. Ni los precios en grandes comercios, que en épocas de black friday pueden alcanzar promociones a mitad de precio, ni el auge de las plataformas digitales han ayudado a resucitar un mercado que desde el crecimiento de la piratería no pudo aguantar el tipo. Ahora, se juntan además, como explica Boix, otros factores. "Los coches dejan de tener reproductores de CDs y la expansión digital también ha terminado por llevarse a la gran mayoría de bares, pubs o discotecas que antes se acercaban hasta las tiendas para comprar la música que después ponían en sus salas. Ahora pagan cuotas mensuales por Spotify".
Con todo, si Castelló termina por perder a Discos Ritmo, no quedará ya rastro de todas esas tiendas de música que, entre los setenta y ochenta, llenaron de referencias y propuestas desconocidas la ciudad. La realidad es que no atraviesa el mercado físico un buen momento. Durante 2020, la venta de discos cayó un 24,5% respecto a 2019, lo que se traduce en una pérdida de 17,89 millones de euros. Durante los meses que duró la pandemia no dejaron de aparecer nuevos temas. Sin embargo, su hogar no eran los pequeños y grandes comercios: fue Internet y en especial las plataformas de streaming.
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